Archivo de la categoría: Opinión

¿OCUPA LA ESTATUA DE AMADOR EL MEJOR LUGAR?

OS PREGUNTAMOS PARA QUE DEIS VUESTRA OPINIÓN

Por María Victoria Ruiz de Prado (*)
Desde mi punto de vista el útimo traslado del monumento a Amador de los Ríos ha sido un error, no sólo por el traslado, sino porque ha perdido muchas claves, la fundamental el nombre del homenajeado, y otras de índole estético-artística: al hundir las escalinatas en el suelo el movimiento de la figura femenina pierde todo su sentido, por poner un ejemplo. Pero además ha sido desprovisto de los elementos arquitectónico-escultóricos, que si bien no formaban parte de la obra original, sí que a mi parecer le añadieron valor a esa obra acercándola a la escultura monumental de la época. El recuerdo del monumento a Juan Valera, en el Paseo de Recoletos de Madrid y otras obras de escultura urbana que eran vanguardia en los primeros años del siglo XX siempre me han parecido signos de que las últimas tendencias artísticas de la época llegaron de alguna forma a Baena.

Ahora bien, yo no tengo claro que el lugar idóneo sea de nuevo el Paseo. Sé que estaba ahí y que ahí se han puesto las otras grandes figuras de Baena y que es el lugar más privilegiado de la ciudad, pero esa Plaza tiene ahora una concepción en la que habría que valorar si tiene cabida estéticamente hablando el monumento a Amador de los Ríos (¿con los elementos de mármol que lo acompañaban, si es que están en algún lado, o sin ellos?) Pienso, en definitiva, que una plaza es un espacio urbano y no una galería de retratos y que quizás lo que habría que solicitar es un estudio de puesta en valor del monumento y ver cual es el lugar idóneo y si se llega a la conclusión de que en el Paseo va a “convivir” bien con los otros lenguajes artísticos (que ya van siendo demasiados) tanto de los edificios, como de la plaza como del resto de las esculturas, estupendo, pero creo que este asunto merece un estudio en el que se involucren expertos de varias disciplinas.
Bueno, a grandes rasgos, ésta es mi opinión.

(*) María Victoria Ruiz de Prado es licenciada en Bellas Artes.
Nota: La fotografía es de Manuel Priego Rodríguez.

Debate A de los Rios b

¿OCUPA LA ESTATUA DE AMADOR EL MEJOR LUGAR?

PREGUNTAMOS PARA QUE DEIS VUESTRA OPINIÓN

Por Jesús L. Serrano Reyes (*)
Acomodar el patrimonio histórico a la actualidad requiere de un tacto y un conocimiento científico adecuado que evite la primacía de una perspectiva moderna que distorsione el valor histórico de cualquier elemento patrimonial sobre el que se actúe.
Una sociedad civilizada, amante de su riqueza histórica y que tenga como lema en el frontispicio de sus ideales que aspira a que la cultura sea su norte en el desarrollo social y económico, debe ser muy cuidadosa en su actuación sobre el patrimonio. Desequilibrar la balanza de manera notable y notoria entre los conceptos de restauración y reconstrucción, por ejemplo, puede conllevar un daño irremediable para el pasado, por una infidelidad desmesurada y para el futuro, por un desaguisado difícil de remediar.
La huella que cada época sobre las anteriores debe ser bien moderada y bien medida. Un ejemplo bien resonante es el de la Mezquita de Córdoba.
En el caso del traslado del monumento en homenaje a Amador está muy claro que éste ha sido inadecuado. En ningún caso se justifica por conseguir la ilación del nombre de la plaza con el de la calle. Por otra parte, la pérdida de las escalinatas y también de la leyenda que hoy tapa la tierra y el césped, han desvirtuado excesivamente el valor escultórico e histórico del monumento.
¿Qué hacer? Que se viera este conjunto monumental expuesto a un concurso de ideas para su recolocación, me parecería desprestigiarlo todavía más. La figura y obra de José Amador de los Ríos, como se quejaba su amigo Juan Valera en el prólogo que le escribió a su obra Poesías (1880, pág. IX) no ha sido reconocida en Baena como se merece. El traslado del monumento más emblemático que pretendía ese reconocimiento, y con las modificaciones aludidas, debiera ser corregido cuanto antes.

(*) Jesús L. Serrano Reyes es director del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena.
Nota: La imagen ha sido facilitada por Miguel Párraga. Aparece una amplia representación de la familia Gálvez.

Debate A de los Rios

EL ÁUREO LÍQUIDO DE PACO ARIZA

Hallarás junto al camino y aledaño del río Guadajoz un pequeño bosque de olivos neveros, cerca del cual mana una fuente. Allí tiene mi amigo un pequeño y manual molino y en lontananza viñas florecientes.
Diariamente él baja al campo desde la Almedina, cercada hacia oriente por torreado alto muro, una vez deja a su lado el templo de Santa María, labrado en piedras talladas y de acarreo. En noviembre obtiene su líquido aceite, digno de ser envasado en ampollas de oro.
Desciende Paco Ariza en su rojo coche, como si condujera carro de fuertes ruedas, tirado por mulas uncidas al yugo, para lograr la unción de su divino aceite.
En mi hogar nos hemos ungido con su pingüe aceite, que hidrata la piel y la vitaliza por su riqueza, sin elevada acidez, en tocoferoles y vitaminas. El neveral ungüento es absorbido por los poros desde los que nos rejuvenece la dermis de manos y cara. Líquido áureo capaz de suavizar mi garganta, dañada de tanto perorar o por la vileza de un virus que se albergó en mi laringe.
Divino aceite de Paco Ariza que es ambrosía y néctar milagroso que me ha hecho olvidar todos los males, el llanto y la cólera.

JOSÉ JAVIER RODRÍGUEZ ALCAIDE,
HIJO PREDILECTO DE BAENA

Aureo Paco Ariza

¿OCUPA LA ESTATUA DE AMADOR EL MEJOR LUGAR?

 OS PREGUNTAMOS PARA QUE DEIS VUESTRA OPINIÓN
La galería de personajes ilustres que se encuentran en el Paseo está incompleta al ser necesarios aún la recuperación de algunos baenenses que llevaron el nombre de la localidad a lo más alto. Sin embargo, abrimos un debate a través de esta página de Facebook en la que os preguntamos si os parece bien el lugar que ocupa en la actualidad la estatua de uno de los más insignes baenenses de la historia.

La estatua de Amador de los Ríos se instaló en 1918 en el Paseo por tratarse del lugar más noble de la localidad. Así fue hasta que se decidió trasladar a la calle que le da nombre.
Incluimos la primera reflexión del profesor de la Universidad de Sevilla Julio R. Fernández:

«A PROPÓSITO DE JOSÉ AMADOR DE LOS RÍOS
El 30 de Abril de 2018, se celebrará el II Centenario del nacimiento de José Amador de los Ríos. Es una conmemoración para la que se debería contar no sólo con instituciones y organismos locales, sino también con otras instituciones clave en la vida de Amador de los Ríos: Seminario de San Pelagio, Colegio Imperial de San Isidro de Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Biblioteca Colombina del Arzobispado de Sevilla, Real Academia Sevillana de Buenas Letras, Real Academia de la Historia, Universidad Complutense de Madrid (antes Central), Societè des Antiquaires de Normandie, Museo Arqueológico Nacional, Real Sociedad Geográfica, Conjunto Aequeológico de Itálica (dependiente de la Consejería de Cultura), Universidad de Sevilla y Casa Real.
Conviene recordar que para el primer centenario se le dedicó un monumento en Baena, que durante todo el siglo XX estuvo situado en la Plaza de la Constitución; considero que con ocasión del II Centenario de Amador de los Ríos debería recuperarse dicho monumento para dicha Plaza Mayor de Baena. También podría denominarse con el nombre de Amador de los Ríos el nuevo Palacio de Congresos y la Escuela Infantil que hay en la Almedina a escasos metros de la casa que le vió nacer».

Os invitamos a que mostréis vuestra opinión. La fotografía corresponde al primer lugar en el que se ubicó la estatua de Amador de los Ríos en el Paseo.

A de los Rios antigua

EL BELÉN DE JOSÉ ANTONIO ESQUINAS

La familia Esquinas lleva montando magníficos belenes desde hace años, convirtiendose algunos de sus miembros en grandes expertos. Hace unos años escribimos un relato navideño en el que hablábamos de esta tradición y de la Navidad en la calle la Estrella. Lo ilustramos ahora con el nuevo portal de José Antonio Esquinas para el colegio La Milagrosa.

NAVIDAD EN LA CALLE LA ESTRELLA
“Sin evaluar”. El segundo trimestre siempre aparecía sin calificaciones. Todos los años era igual. La recogida de la aceituna nos trasladaba al cortijo. El cerro Don Simón, Pingorotón, Donsellá o la Casa del Alguacil se convertían durante la segunda evaluación y parte de la tercera en destino jornalero durante varios meses. La gran mesa de madera de olivo del comedor era el pupitre para hacer las tareas que don José Malpica o don Alberto habían entregado a mi madre para que no perdiera el ritmo del curso. José, el capataz, ponía todo su empeño en aquellas primeras cuentas e incipientes redacciones. Había pasado la Navidad y todos los años tenía que abandonar el colegio hasta la finalización de la aceituna. Siempre iba por detrás de todos, pero la campaña del olivar proporcionaba unos ingresos importantes para el resto del año. Mi hermano, con trece años, tuvo que dejar los lápices y los libros por las primeras varas y el cuaderno de las peonadas.
Pasé mis dos primeros cursos en la calle La Estrella, en el viejo colegio de los Hermanos Bermúdez Cañete. Mi abuela, Teresa, había pasado las cosechas de aceituna entre el griterío de la escuela y los pocos sueños que la posguerra le dejaron tras abandonar Montefrío. En una pequeña vivienda de aquella calle que le daba nombre a uno de los últimos combatientes de Filipinas criaron a sus ocho hijos. Mi madre, al encontrarse cerca la casa de los abuelos, decidió inscribirme en aquel centro que, desde fuera, nadie podía imaginar que alojara tanta vida. Se accedía a través de una pequeña puerta verde que destacaba entre el blanco de la gran tapia y el yugo y las flechas que, en pintura negra, rompían el equilibrio inmaculado de la pared.
En el interior había un primer patio con una minúscula fuente y las tres clases estaban repartidas en una sola altura. En el segundo patio, empleado para la gimnasia, había enganchadas dos canastas de la pared. Debíamos tener mucho cuidado para no golpearnos cuando hacíamos una ‘dejada’ con el balón. Sólo recuerdo a tres maestros durante los dos años que estuve en las escuelas. Don José Malpica, que se encargaba del primer curso y de la música; don Alberto, que estaba en segundo e impartía la gimnasia; y don Manuel Valbuena, que enseñaba al tercer curso, aunque nunca me dio clase porque en tercero inauguramos las nuevas escuelas que construyeron en la antigua cárcel de la Plaza Vieja. Don Alberto seguiría siendo nuestro único maestro hasta sexto.
Hiciera frío o calor, había que formar en el patio antes de entrar en el aula. En fila de uno, con nuestro chaleco azul o verde y el águila pegado con corchetes en la manga, recordábamos algunas viejas letras y terminábamos con el rezo. Sólo había niños. Allí estaban Cruz Mesa, Cano, Veredas, Marfil, Alberto, Pablo y otros muchos que luego continuamos en la Plaza Vieja, Puerta de Córdoba y Los Grupos. Aquel primer curso don José Malpica, que también era el que coordinaba la rondalla musical, nos seleccionó para cantar en el certamen de villancicos. Los ensayos eran casi todos los días. Las canciones interpretadas por Manolo Escobar o por grupos de niños salían del casette antes surgir de nuestras gargantas. Los pastores llegaban al portal de Belén en medio de la noche y se colocaban entre el chiquirritín mientras San José bendito y la Virgen María escuchaban los platillos y las panderetas….
Con pocos adornos en el escenario, la estrella en cartulina negra y la silueta de los Reyes Magos, el coliseo se llenaba de escolares. Rafael Cubillo presentaba los grupos, que aparecían desde el pasillo que rodeaba el patio de butacas. Había que tener cuidado para no tropezar entre los oscuros y estrechos escalones o con algún trasto mal colocado. La cortina se descorría y se escuchaban los aplausos de varios centenares de personas que llenaban las butacas y el gallinero. Sólo en la Navidad se cubrían todos los asientos. El cine fue atrayendo cada vez a menos personas. Unos años más tarde cerró sus puertas y con él desapareció el griterío de las navidades y de las películas de indios.
La Nochebuena era noche de aguinaldo. Con el paso del tiempo formamos un pequeño grupo musical que recorría las calles del casco antiguo cada 24 de diciembre. Bandurria, guitarra y melódica marcaban los acordes mientras sonaban las letras que teníamos ensayadas del certamen de villancicos. Melendo, Marfil, Cruz Mesa, Veredas, Cano y Alberto nos juntábamos todos los años para conseguir algún dinero. El grupo iría mermando a medida que pasaban las navidades. En estas fechas también había tiempo para recaudar alimentos y llevarlos al asilo mientras entonábamos los villancicos a los mayores.
Tras la aceituna y la Semana Santa llegaba otro de los momentos que concentraban los esfuerzos de los maestros. Había que organizar la fiesta de fin de curso para los padres y el ejercicio de gimnasia era uno de los actos principales. Don Alberto se encargaba de preparar todos los ejercicios entre los alumnos que mostraban las mayores destrezas con el plinton, el potro, el trampolín o la cama elástica. El nivel de dificultad crecía con la edad de los niños.
En el segundo curso, con don Alberto de maestro, el gran protagonista del certamen de villancicos fue la melódica, un pequeño instrumento de viento con teclas que marcaban las notas a medida que se pulsaban y se soplaba por una pequeña boquilla. Alberto sería solista de melódica; el curso siguiente se incorporó también Marfil. Ese año o el siguiente, no recuerdo ya, pudimos incorporarnos al grupo con la guitarra, la bandurria o el laúd. Tras el certamen de villancicos, llevamos los regalos y alimentos al asilo. La Nochebuena de aquel invierno continuamos la tradición de pedir el aguinaldo. En la calle Horno siempre llegábamos a casa de Manoli Esquinas. Uno de los villancicos lo hacíamos ante el portal de Belén que instalaba todos los años y que vimos crecer con el tiempo. Las puertas se abrían siempre. Sólo una vez nos quedamos en el inicio del villancico. Una mujer, vestida de negro, abrió la puerta y, pidiéndonos disculpas, nos dijo que había muerto un familiar hacía unas horas. Todos los acordes se callaron. Ya era tarde y fuimos a casa de Veredas a contar el dinero. Había tiempo suficiente para cenar y después ir a la Misa del Gallo a San Bartolomé. Don Salvador y don Domingo estaban en el altar. En el templo se concentraba casi más gente de pie que los que podían sentarse en los bancos. Los acordes de la guitarra y las bandurrias de la rondalla de San Bartolomé, con Pupina, los carpinteros de la Puerta de Córdoba, Lastres…, rompían los silencios perturbados a veces por alguna voz disonante de los asistentes.
La antigua cárcel se convirtió en colegio al año siguiente. Con una extraña sensación abandonamos la calle La Estrella. Nuevos profesores, aunque don Alberto continuó al frente del curso que había dirigido en segundo. Ese año cambiaron muchos hábitos. No había formación antes de acceder al aula. En las clases ya había niñas. No era necesario llevar el chaleco azul con el águila o con los moros. La vieja regla de la calle La Estrella, azote del que no había estudiado, también cambió de escuela, como pronto pudo comprobar Antonio en sus manos. A pesar de que algunos repitieron curso, la mayor parte del grupo seguimos unidos. El recibo anaranjado de la asociación de padres se mantuvo algún curso más. Un día, no recuerdo ya cuándo, nos enteramos de que don José Malpica se iba de maestro a Málaga.
Los cursos pasaban. El certamen de villancicos dejó de celebrarse. Un invierno nevó abundantemente en Navidad. Hacía frío, aunque tuvimos que permanecer varias horas en la calle porque el candado de la puerta de la escuela lo había atrancado algún alumno que quería perderse varias horas de clase.
Don Fernando, el requeté que nos enseñó dónde estaba la estrella Antares, envejeció en el asilo. Su colección de libros era magnífica. Un domingo lo vi en la televisión leyendo en misa. La iglesia de San Francisco estaba llena y Jesús presidía el altar. El tiempo pasaba. Un año dijimos que habíamos crecido y ya no salimos pidiendo el aguinaldo. Fernando, con su carro, seguía recogiendo cartones por las calles. El yugo y las flechas hacía tiempo que habían desaparecido de la pared de la calle La Estrella.

Fotos: José Antonio Esquinas.

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PERSONAJES BAENENSES DEL SIGLO XX

JOSÉ RUIZ SANTAELLA: JUSTO ENTRE LAS NACIONES

NACIDO EN BAENA EN 1904 Y FALLECIDO EN 1997, JOSÉ RUIZ SANTAELLA RECIBIÓ LA DISTINCIÓN DE ‘JUSTO ENTRE LAS NACIONES’ POR PROTEGER Y SALVAR LA VIDA A VARIOS JUDÍOS DURANTE EL HOLOCAUSTO NAZI EN ALEMANIA. COMO INVESTIGADOR DEL SECTOR AGRARIO RECIBIÓ DISTINTOS RECONOCIMIENTOS, CONVIRTIÉNDOSE EN EL PRIMER DIRECTOR DE LA ESCUELA DE AGRÓNOMOS DE CÓRDOBA.

F. EXPÓSITO (*)
“Nací el día 4 de octubre de 1904 en Baena, provincia de Córdoba, y pertenezco a familia de labradores”. Así inicia José Ruiz Santaella un currículo elaborado en primera persona en septiembre de 1974. Este currículo personal aborda la faceta profesional de este ilustre baenense del siglo XX. Ruiz Santaella sintetiza en nueve páginas su trabajo investigador y de formación agronómica, sus viajes por distintos países para conocer la producción agrícola más avanzada de Europa y Estados Unidos y, tras una gran experiencia y doctorarse en Ciencias Naturales en Alemania (1934) y como ingeniero agrónomo en Madrid (1961), regresar a Córdoba y dirigir la Estación de los Grandes Regadíos, la Residencia de Alumnos del Instituto Nacional Agronómico, germen de la Escuela Técnica de Ingenieros Agrónomos de Córdoba, al frente de la que estuvo a partir de 1964.

Con más de 80 publicaciones, entre libros, conferencias, artículos e informes especializados, José Ruiz Santaella fue condecorado con la Encomienda de la Orden Civil del Mérito Agrícola (1949), fue nombrado oficial de la Orden Holandesa de Oranges–Nassau (1965), recibió la Encomienda de Alfonso X el Sabio (1975) y la Gran Cruz de la Orden Civil del Mérito Agrícola (1976), además de ser académico correspondiente de la Real Academia de Córdoba. Precisamente, el Ayuntamiento de Baena reconoció esta faceta investigadora con el mayor reconocimiento de la localidad. En una sesión extraordinaria celebrada el 15 de julio de 1955, siendo alcalde José Trujillo de los Ríos, fue nombrado hijo predilecto José Ruiz Santaella. El acta de nombramiento recoge así sus méritos: “Con motivo de haberse dado cuenta de la solicitud que suscriben D. José Alcalá Santaella, doctor en Medicina y jefe de la Hermandad Sindical de Labradores; don Andrés de Prado Santaella, ingeniero agrónomo; don José Santaella Ariza, concejal del M.I. Ayuntamiento de esta ciudad y D. José Eguílaz Ariza, abogado fiscal de la audiencia territorial de Sevilla, interesando que por el Pleno municipal se nombre Hijo Predilecto de la Muy Ilustre Ciudad de Baena al Istmo. Sr. D. José Ruiz Santaella, honra y orgullo de los baenenses, prestigio nacional del cuerpo de ingenieros agrónomos; el Pleno Municipal, atendiendo a los revelantes méritos personales y profesionales del propuesto Iltmo. Sr. D. José Ruiz Santaella, acuerda de conformidad a lo solicitado, nombrando a dicho interesado Hijo Predilecto de esta Ciudad…”.

Pero en la figura de Ruiz Santaella también se encuentra la labor humanitaria de un baenense que durante la larga noche del holocausto nazi se convirtió en uno de los héroes españoles que arriesgaron su vida para salvar al pueblo judío. El Ministerio de Asuntos Exteriores recoge en su página web un capítulo especial dedicado a los diplomáticos españoles durante el holocausto. Desde su puesto como agregado de la Embajada de España en Alemania desde el 5 de septiembre de 1942, el artículo resalta de Ruiz Santaella que “arriesgó su vida en numerosas ocasiones para salvar a judíos perseguidos. Su heroica actividad humanitaria le valió el nombramiento de Justo entre las Naciones concedida por el Museo del Holocausto Yad Vashem”.

Ruiz Santaella y su esposa Carmen Schrader recordaban hace unos años aquellos momentos de penumbra. Tres mujeres judías llamaron a la puerta de su casa para pedirles asilo y así poder salvar sus vidas. Durante meses las tres judías, Ruth Arndt, su madre Lina Arndt y Gertrude Neumann, vivieron en la casa de la familia Ruiz en la más absoluta reserva, sin que nadie supiera de la procedencia de aquellas personas.
Cuando pudieron emigrar a Estados Unidos, dieron a conocer al gobierno de Israel la labor humanitaria que habían realizado José Ruiz Santaella y Carmen Schrader, llegando a poner en peligro a su propia familia. El pueblo de Israel reconoció su obra con la concesión del título de ‘Justo entre las Naciones’, título que se concede desde 1963 por parte de una comisión encabezada por la Corte Suprema de Israel tras un meticuloso estudio de los casos que se presentan y con la exigencia de que haya evidencias de los supervivientes. Ruiz Santaella fue invitado a conocer Israel, aunque los problemas políticos de la zona imposibilitaron su viaje. Sí estuvieron su hija Teresa y su nieta, que plantaron un olivo de Baena al final de la avenida del Holocausto y se hicieron una foto junto a la placa que homenajea a este baenense ilustre y a su esposa.

El diario ‘El País’ publicaba en mayo de 2005 un reportaje sobre el ilustre baenense a través de los testimonios de su esposa, Carmen Schrader, en el que rememoraba lo sucedido en Alemania. Carmen se había casado en febrero de 1936 en Alemania, aunque pronto se trasladaría a Valladolid con Ruiz Santaella. Fue en 1942 cuando surgió la posibilidad de regresar a Alemania al quedar vacante la plaza de agregado de Agricultura en la embajada española en Berlín. Carmen mostró sus deseos de regresar a Alemania tras siete años sin ver a su familia. Así fue como Ruiz Santaella optó al puesto de agregado en la embajada y consiguió la plaza.

Sin embargo, el retorno no fue fácil, pues la familia Ruiz Schrader tenía ya tres hijas pequeñas y Alemania estaba inmersa ya en la II Guerra Mundial. Así comienza la labor humanitaria del diplomático Ruiz Santaella, a pesar de que era sabedor del riesgo en el que ponía su vida y la de toda su familia. Primero ocultó a una costurera judía, llamada Gertrud Neumann, y después a Ruth Arndt y a su madre Lina. Su marido también logró refugiarse en el sótano de una antigua paciente, aunque no tenía nada para comer. Así fue como el ingeniero baenense hizo habitual, cada vez que podía desplazarse, la visita al marido de Lina para llevarle alimentos.
Esos momentos son narrados por el periodista Manuel Planelles en su reportaje de ‘El País’: “Desde abril a septiembre de 1944, las tres mujeres judías estuvieron escondidas en la casa del matrimonio Ruiz. Carmen dice que no pasó miedo, pero sí recuerda como cada vez que alguien llamaba a la puerta se tenían que ocultar. “Venía el cartero y se metían en los armarios, debajo de las camas… A finales de 1944, José fue destinado a Suiza. “Yo quería llevarme a Ruth escondida en el remolque, pero era muy peligroso”. Ruth y su familia se quedaron en Alemania, pero, al poco tiempo, consiguieron salir clandestinamente del país rumbo a EEUU, donde la antigua niñera vive todavía. Toda su familia consiguió salvar la vida”.
Recuerdo hace unos años cuando intenté entrevistarme con él, aunque ya se encontraba muy enfermo y no fue posible. José Ruiz Santaella, que fue el 19 de 21 hermanos de una familia labriega baenense, falleció el 14 de noviembre de 1997. El periódico ‘Cancionero’ recogía la noticia en su número de diciembre de aquel año. Ruiz Santaella recibió sepultura el 16 de noviembre en el cementerio de Baena.

(*) Texto extraído del libro ‘Personajes baenenses del siglo XX’.

J Ruiz Santaella

VÍSPERA DE LA INMACULADA

Dedicada a Laurita, la churrera de Baena

Me ha llamado al teléfono móvil Laurita
Con su voz gallarda se mantiene
como si el tiempo no pasara por la masa frita
en el aceite.

Me ha llamado Laurita, la Churrera,
Joven y contenta con esa vida nueva,
deseándome en la Inmaculada
una feliz fiesta.

Ella vive otro mundo, otra vida nueva.
Le han regalado la cinta del día en que me hicieron
Hijo Predilecto de Baena, cuando me acompañó
como si en su regazo todavía me tuviera.

Está muy feliz Laurita, la Churrera.
Y esa alegría en mi alma queda

JOSÉ JAVIER RODRÍGUEZ ALCAIDE

Laurita

LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS EN BAENA

Baena, 17 de enero de 1610, a las 11 de la mañana. El día y la hora estaban decididos. En la antigua Plaza de la Tendilla, la Plaza Vieja, se debía pregonar la expulsión. Felipe III había dictado un bando que fue traído por un correo el 14 de enero. Los seguidores de Mahoma debían abandonar Baena en el plazo de treinta días. Quien incumpliera la medida sufriría la pena de muerte. Además, nadie podía “recibir, ni recetar, ni acoger, ni defender pública ni secretamente morisco ni morisca”. Cerca de 300 personas, incluidos niños, tuvieron que salir precipitadamente de la tierra en la que habían nacido y en la que crearon sus familias.

La historia de Baena conoce tres grandes exilios. Primero fueron los judíos en el siglo XV, después los moriscos en los inicios del XVII y, por último, los republicanos que huyeron tras la guerra civil a partir de 1936. Jesús L. Serrano Reyes, con la colaboración de María Luisa Vílchez, ha publicado recientemente un libro en el que analiza la segunda de estas tragedias, a través de la edición del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena. Se narra cómo cerca de 300 moriscos tuvieron que abandonar Baena a comienzos del siglo XVII, dejando atrás sus riquezas, pero también sus recuerdos. Por eso sorprende que, lejos del espíritu de convivencia entre culturas que fue idiosincrasia de Baena durante algunos periodos históricos, todavía exaltemos en el escudo de Baena la lucha contra los musulmanes durante la Reconquista. Hoy no se entiende la exaltación de la división y el enfrentamiento, que genera sorpresa entre algunos de los visitantes que han llegado a la localidad en las últimas décadas. Durante su historia, Baena fue civilización pagana, pero también cristiana, judía y musulmana. Y eso no puede dejarse al olvido. Jesús Serrano y María Luisa Vílchez nos acercan a un drama, a las entrañas de la historia menos deseable en una investigación con importantes aportaciones. Un mes para abandonar las tierras a las que habían llegado los primeros musulmanes hacía ocho siglos. Un auténtico drama, inconcebible aunque se analice con la mirada del siglo XXI.

Esta nueva publicación del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena, que se convierte en la tercera durante este año, todas bajo la autoría o coordinación de Jesús Serrano, muestra la incansable labor que viene haciendo la fundación dirigida por el autor de este nuevo libro. A principios de año presentó Nueva Planta de la iglesia de Albendín (1788-1790), al que siguió I Centenario de la Muerte de Francisco Valverde y Perales y ahora Los naturales del Reino de Granada expulsados de Baena (1609-1610). Junto a la publicación de libros, la fundación municipal ha organizado durante este año los actos para conmemorar el centenario de la muerte de Valverde y Perales, ha organizado un curso de verano sobre gestión de espacios y programas culturales y ha procedido a la creación de un importante fondo documental digital de obras de autores baenenses que se pueden consultar a través del portal del centro

(http://www.juanalfonsodebaena.org/).

La importancia de este nuevo libro para la historia local se centra fundamentalmente en la interpretación de un manuscrito conservado en el Archivo Municipal de Baena que aporta interesantes aspectos sobre la expulsión de los moriscos de Baena. La dedicatoria con la que se inicia la publicación sintetiza desde el pesimismo una dramática realidad que se ha repetido demasiadas veces: “A todos los marginados y deportados del pasado y del por-venir, porque gobernantes y gobernados seguimos sin aprender de la Historia, que sigue su norte: homo homini lupus est. La involución humana continúa su curso”. Si los judíos fueron expulsados de todos los territorios españoles tras el edicto del 6 de enero de 1492, la suerte de los moriscos, aunque posterior 118 años, tendría las mismas consecuencias. Como entonces, ahora volvieron a repetirse las consecuencias adversas para España, que soñaba su futuro desde el integrismo y la eliminación de la diversidad.

TEXTO: F. Expósito
(CONTINÚA EN CANCIONERO)

Escudo Baena

POESÍAS DE JOSÉ JAVIER RODRÍGUEZ ALCAIDE

EN SU REGRESO A BAENA Y A LA IGLESIA DE SAN BARTOLOMÉ

Queridos paisanos:
El recuerdo es, a veces, más bello que la vida.
Hacia mi infancia en Baena he vuelto
mi rostro con sonrisa.
La alegría ha vencido a mi pena,
porque palabras de amor rebosan el alma mía
cuando a San Bartolomé he vuelto
en esta tarde sabatina.

PLAZA VIEJA
¿Qué ocurre en sus casas
cuando paseo por la plaza, en silencio?
Todo está quieto y hermético
y el alma de sus casas
se despierta de noche en su misterio.
Yo amé de la plaza vieja su silencio,
porque a media voz
me contaba su secreto
y porque su atracción maternal
se metía en el tuétano insondable
de mi esqueleto.
Allí vivían gentes, ricas en tiempo,
y ahora, al cruzar esa plaza me detengo
a mirar aquella mi casa
y a la luna como sol en el cielo.

MARBELLA
Rival del olivo que lo besa,
suena a ruiseñor y a alondra;
las mieses de abril y marzo
le hilan cuaresmales su corona.
Fuente clara frente a la aridez de su sierra;
sus aguas, que son alas puras de su aurora.
Marbella que canta fiel a sus glorias,
aguas, que riegan al olivar sombrío,
aguas de viñas y de norias.
Marbella del Nazareno entre dos luces
cuando viernes Santo está entre dos sombras.

PUENTE PUERTA CÓRDOBA
Sobre sus muros viejos,
de estrecho puente y en ruinas
paseaban los jornaleros cada día
alabando la dura vida.

Sobre sus viejos muros,
de puente estrecho y en ruinas,
desde mi infancia nacen
junto al puente,
recuerdos que suspiran.
¡Qué amoroso recuerdo,
qué clara sonrisa
la del alba clara
entre olivas verdes
y su verde oliva!

CALLE DE PEDRO GÁLVEZ EN 1950
Camino solitario,
que vas al de Mesones;
llévame hasta la Almedina
que perfuma de oro la tarde.
Eres como seco río,
por tan pedregoso cauce
mi niñez fue dulce vida
de ensueños en tus umbrales.
Camino, de polvo y piedras,
retorcido, mañana y tarde,
calle empinada, solitaria,
que conmigo ibas soñando,
lentamente, por Pedro Gálvez.
¡Ay, extraña calle de Pedro Gálvez!

José Javier Rodríguez Alcaide
14 de diciembre de 2013
Iglesia de San Bartolomé de Baena

Poesias JJ RA

TARDE-NOCHE EN SAN BARTOLOMÉ

Dedicado al Grupo Amador de los Ríos

El templo al yo entrar me vino a ver,
revestido de artesonado yo lo desnudé.
En la capilla del Sagrario entré ,donde
bebí la historia de mi niñez y a la mesa
presidencial se quedó aferrada mi vejez.

Los vecinos de plaza vieja me vinieron a ver
con ese lento perfume que exhala la vejez.
Descendientes de Rosario Trillo y los Ortiz
apegados a la viva palabra de San Bartolomé
acercaronse a las páginas de mi libro
como si al recordar ellos fueran otro quien.

Paco Ariza, Paco Santiago, Manuel Albendín
Piedrahita y mi amigo Juan Manuel
éramos los mismos pero con otra piel.

En la presentación del libro experimenté
lo que ya había vivido otra vez
aunque al visitar mi casa en Puerta Córdoba
no hubo tristemente segunda vez

Mi pequeña patria chica se estableció al instante
Jesús Rojano con su presencia no fué fósforo fugaz
ni la insignia de Oro en mi solapa del Grupo Cultural
que selló en mi pecho mi total identidad

La calle de San Bartolomé y su luz específica
de color gris perla como la del viejo gas
hizo vibrar en su aire mi niñez allí escrita
Espacio,refulgente hoy ,de mis antiguos días
por el que yo ascendía lentamente,sin prisa

Soy yo quien a San Batolomé recuerda,
soy yo quien afuera en la noche lo mira,
fijos los ojos en la torre en ignición de cima
La noche de mi libro fue todo nueva vida,
emanación de una niñez que gira
como recuerdo de aquellos bellos días
Gracias al cura párroco con el que repasé sus vestimentas
de misa.
Gracias al Grupo Cultural Amador de los Ríos,
que hizo de mi tarde una estancia sonora, sucesiva.
Fué Paco Expósito no solo guía sino las bellas notas
de aquella sinfonía
en aquel Sagrario que era pura geometría
Firmé dedicatorias que me retrotraían
a aquella mi niñez que hoy son hojas amarillas.

JOSÉ JAVIER RODRÍGUEZ ALCAIDE

Foto: José Antonio Arjona.

Acto S Bartolome7

POEMA DE JOSÉ ANTONIO SANTANO

REGRESO A TORREPAREDONES (Virtus Iulia Ituci)

Incluimos a continuación este bello poema sobre Torreparedones, escrito por el poeta baenense José Antonio Santano.

El amigo se ha de tener en el alma: éste no está
jamás ausente; ve cada día a quien quiere.
Séneca.

a José de Miguel
Ven, amigo, vuelve a esta tierra donde la luna
aviva el fuego de la pasión y los deseos,
vuelve a la raíz, aquí donde Dionysos quiso
bautizar con vino los deseos de eternidad
y Atenea sembrar de infinitos olivares.

Deja que te acompañe hasta el mismo promontorio
de la ciudad antigua de Torreparedones
-sepulta y bella Ituci- y que mis ojos te guíen
hasta las entrañas de su vasta soledad.

Seamos comunión, profundo y fraterno abrazo,
bebamos de la romana fuente los secretos,
las voces doloridas de otras guerras y luchas;
hablemos de todo lo divino, y de lo humano,
busquemos en la piedra y los metales la luz
de la palabra, el amor, la liturgia del beso.

Como la vida misma es la tierra que pisamos
a un tiempo vetusta y marmórea, lozana y cálida;
olimpo y sepultura de los hombres, bodega
y alacena, solar de soledades y ensueños.

Hasta su cima caminamos, entre olivos
que son humanos dioses, arcángeles fugaces;
arriba, el sol eternizándose en la campiña,
en el cielo que derrama su azul de agua y fuego
en las estatuas del foro, en el barro y los bronces
ocultos en el vientre de este monte vernáculo.

Ven, amigo, regresa a la altura de estas Torres
Vírgenes; hagamos que este tiempo se detenga
a la hora que el gnomón marca en la desnuda brisa
la verdad de estos mármoles blancos y abatidos.

Ven, aprisa, nos espera el vino y el aceite
para brindar por la amistad siempre, por la vida.

NOTA: Ilustramos el poema con una magnífica fotografía tomada del yacimiento de Torreparedones, comentada por José Antonio Moreno, director de las excavaciones del yacimiento:

TORREPAREDONES. Noviembre de 2011. En plena excavación del foro romano y más concretamente en la zona del pórtico norte aparecieron estas impresionantes esculturas de mármol de tamaño superior al natural, sin los pedestales que las soportaron, ni las cabezas. Una representa a un personaje masculino ataviado con la toga y la otra corresponde a una figura femenina icónica vestida con la calasis y la stola y, por encima, la palla. Consideramos que representan a Livia y Tiberio y que se tallaron en época del emperador Claudio. Estas y otras esculturas (al menos ocho) decoraban este pórtico del foro de la colonia Virtus Iulia Ituci, a modo de chalcidicum. Hoy se pueden ver copias colocadas en los que suponemos fueron sus emplazamiento originarios, mientras que las piezas originales se exponen en el Museo Histórico de Baena.

Poema JA Santano

PERSONAJES BAENENSES DEL SIGLO XX JUAN ANTONIO BAILÉN: EL AMIGO DE LAS ARTES

CRONISTA OFICIAL DE BAENA DESDE 1971, JUAN ANTONIO BAILÉN GARCÍA SE CONVIRTIÓ EN UNO DE LOS GRANDES IMPULSORES DE LA SOCIEDAD CULTURAL AMIGOS DEL ARTE DESDE SU CREACIÓN. LA INFLUENCIA DE LOS AMIGOS DEL ARTE EN LA VIDA CULTURAL DE BAENA AÚN NO HA SIDO SUFICIENTEMENTE RECONOCIDA EN LA LOCALIDAD PESE A TRATARSE DE UNO DE LOS COLECTIVOS DE MAYOR IMPORTANCIA DEL SIGLO XX.

TEXTO: FRANCISCO EXPÓSITO (*)
La fragmentación social, acentuada durante la II República y la Guerra Civil, y la penuria económica de la posguerra dejaban pocos lugares de encuentro con la cultura en Baena. El monolitismo de la educación, el carácter eminentemente agrario de la población y la pronta incorporación de los niños al trabajo generaban altas tasas de analfabetismo en aquellos años de hambre, ausencias silenciadas y deseos de superación de las ataduras del miedo. El clasismo social diferenciaba a las personas y las alejaba del conocimiento. La Semana Santa de aquella época recogía múltiples anécdotas de esas dificultades sociales, a pesar de que en muchas ocasiones se haya querido envolver el discurso de la anécdota. En este marco surgió la Sociedad Cultural Amigos del Arte, que aunó a un grupo de jóvenes que volcaron sus inquietudes culturales en los años sesenta antes de que la emigración obligara a muchos de ellos a abandonar la localidad. Estos amigos del arte calaron en la sociedad baenense y rompieron la atonía cultural de la antigua villa. Muchos baenenses descubrieron en las múltiples actividades que promovió esta organización la plaza del encuentro con la cultura. ‘Tambor’, la revista editada por los Amigos del Arte, se convirtió en una de las más importantes de la provincia de Córdoba, aglutinando a los creadores de Baena y de otros municipios.

Difícil sería entender la sociedad cultural y la publicación periódica sin el protagonismo que durante cuatro décadas emanó de una persona que se formó a sí mismo, que se integró hasta su muerte en la mayoría de las directivas de la agrupación baenense y que en 1971 fue nombrado cronista oficial, realizando una gran labor de transmisión de los acontecimientos más destacados de la localidad y recuperando la historia de hechos y personajes que marcaron el devenir de la antigua villa.

Juan Antonio Bailén García había nacido el 30 de marzo de 1922 en Baena y desde muy joven adquirió una amplia formación. Bailén fue uno de los 96 fundadores de los Amigos del Arte, aunque fue uno de los pocos que mantuvo durante toda su vida el compromiso con la sociedad, ocupando distintos cargos en la directiva, hasta llegar a la presidencia. En 1997 fallecía uno de los grandes impulsores de la cultura del siglo XX en Baena. La asamblea ordinaria celebrada el 9 de marzo de ese año recordaba así a Bailén: “La sociedad cultural Amigos del Arte lamenta y siente profundamente el fallecimiento del que durante muchos años fue su presidente, don Juan Antonio Bailén García, académico y escritor, artista polivalente que, con su buen hacer, tanto contribuyó al esplendor de la cultura y las artes dentro y fuera de nuestra sociedad”.

TRAYECTORIA
Con motivo de la reedición del primer y único tomo de ‘Tambor’, realizada por Aprosub hace unos años, el presidente de los Amigos del Arte, Manuel Montalvo Fernández, lo consideraba el “socio más destacado de esta sociedad” y su “mayor artífice”. Lástima que no continuara esta loable labor de recuperación de los ejemplares de la publicación baenense, ya que presenta un enorme interés para la historiografía local.

Pero, ¿quién era Juan Antonio Bailén García? Manuel Sáez Puerma, ex director de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, lo conoció muy de cerca. “Fue un profesor al que el alumnado tenía un especial cariño, en el que destacaba su gran humanidad y su formación autodidacta incrementada a lo largo de su vida”, rememora. La SAFA también reconoció su labor y lo nombró profesor emérito tras jubilarse en 1987. Bailén ha sido el único profesor que ha recibido esta distinción hasta el momento.
El gran defensor de los Amigos del Arte, que también fue nombrado miembro de la Real Academia de Córdoba, estuvo durante dos años (1964 y 1965) como profesor de un curso de formación profesional acelerada, aunque su vinculación definitiva con el centro no se produciría hasta 1971, al ser nombrado profesor de Tecnología y Prácticas de Taller. Antes, Bailén tuvo que abandonar Baena en 1969 por motivos laborales. Precisamente, Antonio Bujalance Frutos escribía un artículo en ‘Tambor’ (octubre de 1969) informando de su marcha. “Por imperativos profesionales ineludibles marchó de nuestra ciudad para establecer su residencia en Vich nuestro amigo, compañero e íntimo colaborador Juan Antonio Bailén García (…) Todas las altas dosis de tesón, de entusiasmo, inteligencia, capacidad, estímulo y gran corazón para seguir adelante que con tanta firmeza le caracterizan las hemos perdido con su marcha (…)”, decía.

LOS AMIGOS DEL ARTE
La Sociedad Amigos del Arte se creó un 12 de octubre de 1959, en la cafetería Manila, al reunirse un grupo de amigos con grandes inquietudes culturales. En la Navidad de ese año editaron en Gráficas Cañete la revista ‘Adela’, germen de ‘Tambor’. El primer artículo de Juan Antonio Bailén publicado en este número de la revista se tituló “Una lanza por el surrealismo”. La sociedad y la publicación se crearon oficialmente el 20 de noviembre de 1961, siendo nombrado presidente Ramón Santaella Amián. Juan Antonio Bailén aparece como fundador.

En 1963, Bailén sería elegido secretario de gobierno y, en 1964, bajo la presidencia de Luis Roldán Doncel, ocupó la vicepresidencia segunda. Ese año, incluso, ocupó la presidencia accidental en varias ocasiones. El impulso cultural generado en torno a la revista ‘Tambor’ sería reconocido en 1966 por la Diputación de Córdoba, que entregó a la asociación el primer premio de publicaciones provinciales.

NOMBRAMIENTO COMO CRONISTA
En el año 1971, tras regresar de Vich, el Ayuntamiento nombró a Juan Antonio Bailén cronista oficial de la ciudad en una sesión municipal celebrada el 30 de marzo. Poco después, el 15 de noviembre, se incorporó de manera definitiva a las escuelas profesionales de la Sagrada Familia. Fruto de sus investigaciones, Bailén escribiría tres volúmenes sobre el ser y el sentir de los andaluces. Eran sus ‘Retazos apologéticos para una historia de Andalucía’. En Los Amigos del Arte continuará ocupando cargos de responsabilidad, alcanzando la presidencia el 22 de febrero de 1992. El 18 de febrero de 1996 presentó su dimisión, un año antes de que se produjera su fallecimiento. Era un 10 de febrero de 1997. El ‘Diario Córdoba’, del que también fue corresponsal, recogía al día 12 la muerte de Bailén en un artículo en el que José Alarcón anunciaba el apoyo de la Diócesis de Córdoba a la esperada restauración de la iglesia de Santa María la Mayor, el templo que tanto hubiera deseado ver recuperado y que centró numerosos artículos de la revista ‘Tambor’ en su dilatada trayectoria. “Ayer fue enterrado en Baena Juan Antonio Bailén, cronista de la ciudad y antiguo corresponsal de ‘Diario Córdoba’. Bailén fue presidente de la sociedad cultural Amigos del Arte, académico de la Real de Córdoba, maestro industrial y profesor de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA). Tras largos años de investigación publicó ‘Retazos apologéticos para una historia de Andalucía’, en la que aborda el ser y el sentir andaluces”, escribiría José Alarcón.

(*) Texto extraído del libro ‘Personajes baenenses del siglo XX’.

JA Bailen