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BERMÚDEZ CAÑETE Y LA ECONOMÍA: UN LIBRO REIVINDICA SU IMPORTANCIA COMO ECONOMISTA ANDALUZ

Diario Córdoba publica hoy un artículo de Francisco Expósito en el que analiza la importancia de la figura del intelectual baenense Antonio Bermúdez Cañete para la historia de la economía andaluza. Un libro publicado recientemente destaca sus grandes aportaciones.

Incluimos a continuación el texto íntegro del artículo:

«BERMÚDEZ CAÑETE Y LA ECONOMÍA
El periodista Fernando Vázquez Ocaña (Baena, 1898-México DF, 1966) asumió en un artículo publicado en 1929 unas palabras del economista y también periodista Antonio Bermúdez Cañete (Baena, 1898-Madrid, 1936): «Agricultura no es civilización». La reflexión publicada en el Diario Liberal incidía en la importancia de diversificar la economía frente a la preponderancia del sector agrario en la mayoría de las zonas rurales españolas. Unidos en la necesidad del cambio de la economía española y en impulsar sectores como el turismo o la industria, no podían estar más distanciados ideológicamente. Vázquez Ocaña fue elegido diputado por el Partido Socialista en 1933 y Bermúdez Cañete por la CEDA en 1936. Los dos baenenses y ambos marcados por el olvido de su obra durante décadas. Vázquez Ocaña se exilió a México en 1940 y Bermúdez Cañete fue asesinado en Madrid en 1936. Recientemente, una nueva publicación coordinada por la profesora Rocío Sánchez Lissen (Economía y economistas andaluces. S. XVI-XX) ha venido a remarcar la importancia de la obra como economista de Bermúdez Cañete.

Precisamente, la figura de Antonio Bermúdez Cañete comenzó a recuperarse a través de los trabajos iniciales de Juan Velarde, que hace 45 años publicó un artículo en la Revista de Economía Política en el que analizaba los problemas de la economía española a través de la obra del intelectual baenense. Después llegaría la edición del libro Antonio Bermúdez Cañete. Periodista, economista (Editorial Actas, 2008), en el que se analizó su trayectoria con estudios de los profesores Emilio de Diego, Rocío Sánchez Lissen y José Manuel Cansino, y prólogo de Juan Velarde.

Bermúdez Cañete es uno de los nueve economistas andaluces seleccionados en el siglo XX, siendo destacado por Sánchez Lissen como un «adelantado a su tiempo» en aspectos como la visión que tenía sobre el turismo, pero también en sus estudios sobre el cultivo del olivar. En su corta pero activa trayectoria vital, Bermúdez Cañete tuvo un papel destacado en la cultura baenense al ser uno de los impulsores de la celebración del primer centenario del nacimiento de José Amador de los Ríos (1918) y llegó a fundar un periódico en Baena en 1921 (Trabajo). El intelectual acumuló una amplia formación académica tras licenciarse en Derecho y completar su currículo con estudios en Filosofía y Letras. Entre 1921 y 1927 incrementó sus conocimientos en las universidades de Berlín y Munich, doctorándose en Derecho en 1928. Como periodista, en 1925 comenzó a colaborar en El Debate, donde llegó a ocupar la jefatura de la sección de Economía. En 1930 obtuvo el número 1 en la primera promoción del cuerpo de técnicos comerciales del Estado, aunque sería expulsado por decreto en septiembre de 1932 al ser acusado de apoyar la sanjurjada. No obstante, en 1935 un consejo de ministros declaró nulo el decreto. En 1932 fue nombrado corresponsal de El Debate en Alemania, aunque sería expulsado por Hitler en enero de 1935 por sus críticas al régimen nacionalsocialista, por el que inicialmente había mostrado simpatía. Después la corresponsalía en París y fue enviado especial a la guerra de Abisinia.

Los trabajos como economista se publicaron entre 1924 y 1931 en revistas científicas, además de publicar un ensayo y dos conferencias, además de su tesis doctoral. «No fue Bermúdez Cañete un economista corriente, sino que estuvo intensamente dedicado a hacer de la Economía su pasión, con el objetivo de ayudar a diagnosticar mejor los problemas económicos españoles, y aportar de esta manera las soluciones más adecuadas en cada momento», escribe Sánchez Lissen. Como reconoce la profesora titular de economía aplicada de la Universidad de Sevilla, son destacadas sus aportaciones a la historia económica, pero también a la economía monetaria: «Su obra científica está escrita con un lenguaje riguroso y claro (…). Todo ello, iba acompañado de una actitud crítica que mostraba a un economista valiente e independiente, preocupado ante todo por resolver nuestros problemas económicos, para que nuestro país se situase entre los más adelantados del mundo». Sin duda, dos de las contribuciones más importantes y avanzadas para su tiempo fueron sus ideas sobre el turismo y la política agraria. Bermúdez Cañete se dio cuenta de que el turismo debía adquirir un protagonismo principal en la economía española para paliar, entre otras cuestiones, el déficit comercial exterior. El economista baenense considera esencial la promoción del turismo, al mismo tiempo que demandaba la mejora de la red ferroviaria para facilitar la llegada a las ciudades andaluzas. Según Sánchez Lissen, al hablar de la «Costa del Sol» se generalizó esta expresión. En el caso de la agricultura, uno de sus estudios principales se centró en el mercado del aceite de oliva y la necesidad de incrementar la exportación para dar salida al excedente interior y para ayudar a reducir el déficit exterior. Bermúdez Cañete se quejaba de la existencia de una amplia cadena de intermediarios en el sector del aceite, de la falta de organismos bancarios para financiar las exportaciones o de la escasa preparación de los agentes comerciales, pero también de los productores. Una de sus propuestas se dirigía a adaptar el aceite español a los gustos de los países destinatarios. Y si eran actuales estas propuesta, no menos lo era su consideración de que el sector bancario debía concentrarse en unos «cinco grandes» bancos frente a la gran división existente. Como indica Sánchez Lissen, Bermúdez Cañete es «un destacado economista andaluz y español», adelantado a su época».

B Cañete y la Economia

BAENA, SOLAR DE REYES Y EMPERADORES

El cronista oficial de Baena, don Manuel Horcas Gálvez, publica hoy un interesante artículo en el suplemento de feria de ‘Diario Córdoba’. Horcas Gálvez analiza la ascendencia baenense del Rey Fernando de Aragón, casado con Isabel de Castilla. A continuación reproducimos el texto íntegro del artículo publicado en el periódico cordobés:

«BAENA, SOLAR DE REYES Y EMPERADORES
Cuenta el Abad de Rute (Historia de la Casa de Córdoba, pág. 209) que el duque Don Gonzalo, tercero del título de Sessa, heredado de su abuelo el Gran Capitán, hombre de natural ingenio y gran erudición, “decía oyendo a otros grandes señores preciarse mucho de sus linajes y reducir el origen de ellos a Reyes de Asturias, León, Navarra, etcétera: No aber llegado a su noticia que su casa, por el apellido de Cordova, descendiese de Reyes algunos; enpero que sabia bien, que oy los Reyes de España descendían della.”
De las cuatro ramas del linaje de los Fernández de Córdoba (Señores de Aguilar, Alcaides de los Donceles, Señores de Montemayor y Señores de Baena), la primera se consideró como la primogénita. Ésta se configura definitivamente con Gonzalo Fernández, artífice del Señorío de Aguilar.
Junto con sus hijos, Gonzalo Fernández acompañó a Juan I en la desgraciada campaña de Portugal, resultando herido en la batalla de Valverde de Mérida, y falleciendo al día siguiente.

Su tercer hijo, Diego Fernández de Córdoba tuvo una larga vida, que se desarrolló bajo los reinados de Juan I, Enrique III y Juan II.
Habiéndose distinguido por sus cualidades militares y su valor en la guerra de Portugal, Juan I le concedió título de Mariscal de Castilla. Y unos meses después le hacía merced del Señorío de la villa de Baena. Pero sus habitantes no lo admitieron de buen grado, y lo rechazaron por la fuerza, por lo que el rey hubo de revocar la donación.

Nuevos servicios a la Corona hicieron que el nuevo rey Enrique III recompensara al Mariscal en 1394 con la confirmación en el Señorío de Baena. Esta vez los vecinos de Baena elevan un Memorial al rey, haciendo patente su fidelidad a la monarquía, el valor estratégico de la villa y su deseo de seguir perteneciendo a la Corona, protestando de tal medida. Ante las razones expuestas en el memorial, Enrique accede a la anulación.

En 1401 Enrique III confirma la donación de Baena al Mariscal D. Diego. En contraste con los dos intentos fallidos, ahora éste ocupa la villa por las armas, pero sin efusión de sangre, pues el Alguacil mayor Juan Pérez de Valenzuela, su principal oponente, había salido de Baena, sacando “casualmente” de ella a todos los hombres útiles para las armas, con el pretexto de una campaña en tierra de moros. Y también se había pactado que Valenzuela siguiera conservando todos los cargos que había venido desempeñando en el gobierno de la Villa, celebrándose el matrimonio del hijo mayor de Valenzuela con una nieta del Mariscal.

Así se inicia en Baena el Señorío de la familia Fernández de Córdoba, siendo el Mariscal su primer titular. Casó dos veces el Mariscal y de ambos matrimonios tuvo sucesión. Fue el primero con doña Sancha de Rojas, señora de Poza y otros lugares. De todos sus hijos los dos mayores fueron:
I. El primogénito, Juan Rodríguez de Rojas, que heredó el apellido, con las armas de su madre, el señorío de Poza y el resto de su hacienda.
II. Pedro Fernández de Córdoba, para quien fundó el Mariscal el Mayorazgo de Baena, y quiso que le sucediese en sus posesiones andaluzas, con el apellido de Córdoba, siendo por tanto segundo señor de Baena.
Contrajo después segundo matrimonio con Doña Inés de Ayala, señora de Casarrubios del Monte y de Pinto. De esta señora tuvo el Mariscal a Doña Marina de Córdoba y Toledo, la cual fue también señora de Casarrubios del Monte, herencia materna. El Mariscal su padre la casó con D. Fadrique Enríquez, Almirante de Castilla, segundo de los de esta casa. Este almirante jugó un destacado papel en las luchas nobiliarias del reinado de Juan II de Castilla contra la política del valido D. Álvaro de Luna, con fortuna varia, actitud que continuó bajo el reinado de Enrique IV. Tuvieron por hija a Doña Juana Enríquez de Córdoba.

En esas luchas civiles de Castilla también se distinguieron los infantes de Aragón. Precisamente la consecuencia de un pacto político entre ellos fue el matrimonio de Juana, la hija del almirante y nieta del Mariscal, con uno de ellos, que era por entonces rey consorte viudo de Navarra.

Al morir Alfonso V de Aragón, pasó a sucederle su hermano el rey de Navarra, que sería conocido como Juan II, junto con su esposa la reina Juana. Poco antes había nacido el primer hijo de este matrimonio que recibió el nombre de Fernando, y que estaba llamado a gobernar como rey de Aragón.

A la reina Juana le tocó vivir tiempos muy difíciles en Aragón, demostrando una gran energía al defender los derechos de su hijo. Fue un gran apoyo para su marido, al que ayudaba desde que quedó ciego. Trasladada a Cataluña, se vio envuelta en las discordias civiles, llegando a ser sitiada en Gerona.

Doña Juana fue una de las personas que apoyaron la unión de su hijo Fernando con Isabel de Castilla, matrimonio conocido universalmente como los Reyes Católicos, que ella no llegó a ver por haber muerto unos meses antes.

Descienden, por tanto, en línea directa del Mariscal su nieta Juana, reina consorte de Aragón, y su biznieto Fernando el Católico, quien por cierto, a pesar de ser el rey de Aragón, era más castellano que su esposa, pues en él todos los linajes que confluían eran de Castilla, al tiempo que Isabel tenía sangre portuguesa, e incluso inglesa.

A través de la descendencia de los Reyes Católicos, su estirpe se extiende por Europa, dando lugar a través de Carlos I a la sucesión real en España. Como éste fue también emperador de Alemania y transmitió la corona imperial dentro de su familia (su hermano Fernando), la línea directa de los Fernández de Córdoba, en su rama familiar de Señores de Baena, estará también en la raíz de la dinastía imperial alemana.

Termino tomando de nuevo las palabras del Abad de Rute, “De suerte que del Mariscal Diego Fernández, Fundador 1.° y Sr. de la Casa de Vaena, tienen sangre tantas venas reales de Emperadores, Reyes, Archiduques, los Príncipes mayores del mundo gloriándose con razón esta casa”. (Abad de Rute, 239)».

Genealogia F el Catolico

JOSÉ CUBERO, UN ESCULTOR BAENENSE DESCONOCIDO

Para la inmensa mayoría de los baenenses ha pasado desapercibido, pero un escultor baenense del barro, que desarrolló su trayectoria durante el siglo XIX en Málaga, ha alcanzado gran actualidad durante este año. Una de sus magníficas figuras de barro de un torero ha sido la pieza que ha ilustrado el cartel taurino de la feria de Málaga de agosto, pero además una muestra de sus obras, perteneciente a la colección Juan Barco, se pueden ver desde este año en la plaza de toros de La Malagueta, junto a obras de Picasso, Goya o Mariano Benlliure. Pero, ¿quién es este escultor baenense casi desconocido en la localidad que le vio nacer? Un libro publicado en el año 2001 por Caja San Fernando, titulado “Figuras románticas andaluzas”, recoge numerosas obras del artista baenense. Diseñado por la baenense María Victoria Ruiz de Prado y Juan Carlos López, la publicación destaca la importancia de José Cubero Gabardón I (Baena, c. 1818. Málaga, 1877) entre los artistas que se afincaron en Málaga y destacaron por una obra escultórica romántica durante el siglo XIX, junto a otros miembros de su familia. Estas obras, que representaban a toreros, bandoleros o bailarinas, tuvieron una gran difusión en la época. El autor de la investigación recogida en el citado libro, José Luis Romero Torres, dice lo siguiente del artista baenense: “En la década de 1830 se estableció en la ciudad la familia Cubero, procedente de los pueblos cordobeses de Baena y Doña Mencía. Fue una familia muy numerosa, aunque la dinastía de escultores no pasó de la tercera generación. De los nueve miembros que se dedicaron a la escultura de barro, cinco se llamaron José Cubero –sólo diferenciados por el segundo apellido-. El principal de ellos fue José Cubero Gabardón I (Baena, c. 1818. Málaga, 1877), que dejó como heredero a su hermano José Cubero Gabardón II (Málaga, 1841). Como argumentamos en nuestro trabajo de los barros malagueños, debió ser un hijo natural del citado José Cubero I. El taller familiar siempre llevó el nombre de José Cubero Gabardón, aunque compartía con su hermano Francisco los beneficios de la empresa. Otro hermano artista fue Miguel, que murió prematuramente, y de quien procede la rama familiar de Enrique Cubero Merino y José y Enriqueta Cubero Aranda”.
Incluimos a continuación una serie de fotografías tomadas de este libro editado por Caja San Fernando, además del cartel de la feria taurina de Málaga que se ha ilustrado con una figura de José Cubero Gabardón I.
En el siguiente enlace, correspondiente al Museo de Artes y Costumbres Populares de Málaga, existe una gran sala (Los barros) en la que se encuentran obras del artista baenense:
http://www.museoartespopulares.com/fplano.htmlComentario: F. Expósito.
Jose Cubero14 Jose Cubero1 Jose Cubero2 Jose Cubero3 Jose Cubero4 Jose Cubero5 Jose Cubero6 Jose Cubero7 Jose Cubero8 Jose Cubero9 Jose Cubero10 Jose Cubero11 Jose Cubero12 Jose Cubero13

FERNANDO VÁZQUEZ OCAÑA, EN EL RECUERDO

Tal día como hoy de 1966 fallecía el periodista Fernando Vázquez Ocaña tras 26 años en su exilio mexicano. Considerado como uno de los grandes periodistas cordobeses de la primera mitad del siglo XX, fue destacado escritor y poeta del que han quedado muy pocas composiciones. Con motivo de esta efemérides, recuperamos una de sus olvidadas poesías publicadas en 1928 en el Diario Liberal. El poeta cuenta una aventura amorosa de su juventud en Baena, con un estilo grácil, bajo las influencias de la poesía de la generación del 27, cuando aún no se hablaba de generación.

ROMANCE DE LA SEÑORA DE TRASCASTILLO
A Eduardo Baro, maestro y amigo

Que a mí me quería por niño
la señora, la señora
aquella del Trascastillo.
era una palma real
y su palabra era un libro:
-Niño, tus quince años son
como catorce potrillos,
y yo les paso las manos
igual que si fueran míos.
El quince, vivo y valiente,
el quince es un lebral fino.
Yo no sé si te quería,
señora del Trascastillo,
pero sueños que ensoñaba
olían como tú a membrillo.
Porque me dio un reloj de hombre
con su cadena de arillos,
le merqué medias de seda,
Tejidas con calofríos.
Noche del señor San Juan,
cantaba el campo encendido,
como una fragua de cobre,
llena de flores y gritos.
Vino a mí, torre adornada,
vino a mí Doña Suspiros.
-Medias así solamente
las regalan los maridos.
Luceros quisiera yo
que tus ojos son malignos.
Los montes del Minguillar
bailaban un fandanguillo,
luces de los trenes eran
las cintas de los palillos.
Junto a las cercas nevaban
almas blancas los celindos.

La señora me dio un beso,
dióme un beso y dijo: Niño…
Y el viento de sus temblores
levantó el mar de los míos.
Jaula de carne, sus dedos
a mi cabeza han prendido,
y sus faldas al reclamo
se abrieron de mis sentidos.
Rosas redondas, de luna,
brazos en cruz me ha ofrecido,
y eran pájaros de mar
con el plumón duro y tibio,
Gaviotas en oleaje
las que yo mordía sus picos.

Abejas locas soltabas,
boquita del Trascastillo.
Nochecita sanjuanera,
buen trigo para mis bríos
de molinero de gozos,
gran molienda de suspiros.
Señora, señora seria,
paloma real, voz de libro.
En el vientre de la noche
un gallo seis blancos hizo.
¡Tantos como arrepentida
quedó de llamarme niño!

Ya no tengo quince años,
florecillas de celindo.
Ahora soy hombre formal;
tengo treinta y seis cumplidos.
y he rodado de este mundo,
por todos los caminitos,
caminos donde dejé
señora del Trascastillo,
entre cuerdas de guitarra,
sueños y coplas de vino.
Pero por mi mal quisiera
vivir sobre lo vivido
y que una señora seria
volviera a llamarme niño…

La influencia de poetas como García Lorca aparece en este texto, que luego continuará en poemas publicados durante estas fechas. Estamos ante un periodista que se sentía poeta, que llegó a recopilar una colección de poemas al que puso por título “Sierra Morena”, pero que no se publicó y no se conservó. En su etapa como diputado era habitual que durante las largas sesiones compusiera en los folios del Congreso versos para liberar su creatividad. Pero del verso no se vivía y ante la abundante prole que ya tenía, se multiplicaba para tratar de llevar dinero a casa. Pese a su enorme actividad intelectual, hubo días de escasez como era habitual en muchos periodistas de la época. Un 29 de septiembre de 1966 fallecía Fernando Vázquez Ocaña en México DF.

Comentario: F. Expósito.

En la imagen, un joven Fernando Vázquez Ocaña, junto a su mujer María Jiménez y su primera hija, en una fotografía de los años veinte del pasado siglo.

F Vazquez en el recuerdo

EL ORIGEN DEL CONVENTO DE MADRE DE DIOS, POR EL CRONISTA OFICIAL DE BAENA

El 10 de abril de 2010, el Grupo Cultural Amador de los Ríos organizó una conferencia para conmemorar el quinto centenario de la fundación del convento de Madre de Dios. El conferenciante fue Manuel Horcas Gálvez, cronista oficial de Baena. Éste fue uno de los actos que celebró la asociación cultural para remarcar la importancia de esta efemérides, a la que se unió otras iniciativas como la realización de un logo conmemorativo especial, la edición de camisetas para conseguir fondos para el convento o la edición de un libro de Alfonso Torrico Lomeña para recaudar fondos para el templo baenense. A propósito de esta celebración, el Grupo Cultural Amador de los Ríos reivindicó la declaración de la iglesia de Madre de Dios como Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Andalucía.
Incluimos a continuación un breve extracto de la magnífica conferencia de Manuel Horcas Gálvez:

“Haciendo uso de ese extraordinario poder que tiene la imaginación para trasladarnos en el tiempo, yo les pido que retrocedan conmigo cinco siglos. Son los albores del XVI. En la villa de Baena hace ya bastantes años que transitan con cierta frecuencia por sus caminos o cruzan sus calles, entrando y saliendo del castillo, nobles de elevada alcurnia acompañados de su séquito, prelados de la Iglesia con su cortejo de clérigos, altos dignatarios del Estado y militares de alta graduación con su tropa, e incluso reyes de Castilla cuando la reciente guerra de Granada.
Es viernes, 7 de noviembre de 1511. No deja de llamar la atención un lucido cortejo que sube por la Calzada que conduce a la Almedina y al palacio. No es muy numeroso, pero sí bastante selecto. Acompañadas del Conde (el tercer conde de Cabra), altos cargos de la orden dominicana y algunos miembros de la nobleza, llegan en varias carrozas las protagonistas, seis monjitas dominicas, alguna casi niña, procedentes del convento de los Ángeles de Jaén. Vienen a poblar el recién creado convento, aunque hasta el momento es poco lo que hay construido de él, pues las obras no avanzan al ritmo que fuera de desear. Es una fundación del tercer Conde de Cabra y su esposa, que figurará bajo la advocación de la Madre de Dios, y de forma más especial, de la Encarnación, aunque esta última nunca se usó (…).
Aunque no sabemos cuándo se gestó la idea de la fundación en la mente Diego Fernández de Córdoba, quinto señor de Baena y tercer conde de Cabra, debió ser consecutiva a la bula pontificia que autorizaba la erección de la capilla mayor de Santa María (1497). Unos meses después, aprovechando una estancia en Baena, y lógicamente alojado en las dependencias del castillo, del padre fray Luis de Torres, provincial de los dominicos de Andalucía, se trataría en conversación el futuro de las hijas de los condes. El 17 de mayo de 1498, el padre Torres otorga una licencia a la priora del convento de Santa María de los Ángeles de Jaén para que reciba en él a las hijas de los condes de Cabra, Diego Fernández de Córdoba y Francisca de Zúñiga y Castañeda. Las monjas así lo aceptaron. Sin embargo, la primera de ellas y la única que profesó, Juana de la Cerda, no entró en el convento hasta los primeros días del año 1507, a causa de su corta edad.
Pero D. Diego, y más probablemente la condesa, quería tener su propio convento en Baena, y para ello se valió de las influencias de su confesor, el P. dominico fr. Domingo Melgarejo, más adelante general de Andalucía, quien obtuvo del papa Julio II la correspondiente bula autorizando la fundación. Con ella se iniciaba realmente el proceso, cuyo aspecto formal queda recogido en tres documentos:

CONDICIONES DE LA FUNDACIÓN
El primer documento data de 1510, y es la escritura de fundación, suscrita de una parte, por el conde y la condesa como fundadores autorizados por el papa, y de la otra, por el padre fray Alonso de Loaysa, vicario provincial de Andalucía, y el padre maestro Funes, provincial de toda España, en representación de la congregación dominicana.
Para el mantenimiento de la comunidad se fija una renta anual, consistente en 30 cahíces de trigo, 100 fanegas de cebada, 60.000 mrs. y 40 @ de aceite, que aportarían los fundadores. Esta renta debía ser fija, de modo que si en algún tiempo y por cualquier medio, dote, herencia o donativo, el convento llegara a ser titular de bienes raíces que produjesen más de esa cantidad, quedaba obligado a venderlos y convertirlos en otros aprovechamientos, generalmente censos o dinero en metálico.
Pareció oportuno, y así quedó acordado, que el número máximo de religiosas había de ser de 35, y sólo se podría exceder este número si se trataba de parienta próxima de los señores de la casa de Córdoba o porque fuese de mucha utilidad para el convento por la cuantía de su dote.
Cubierto este primer trámite, se iniciaban las obras de construcción de la casa en que debían alojarse las primeras monjas, que sería el germen del convento.
En 1511 el padre fray Alonso de Loaysa fue electo provincial de toda España, y como se preveía la pronta separación de la provincia de Andalucía, dio licencia para la creación del convento, aunque aún no estaba construido, para incorporarlo con los demás de la provincia y hacerle partícipe de los bienes espirituales y temporales de ella. Ordenó que las fundadoras viniesen del convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Jaén, y que entre ellas estuviese Dª Juana de la Cerda y Santo Domingo, hija del conde, quien desde ese día sería la primera priora.
El segundo documento data de 1515. En relación con lo pactado sobre el número de monjas, le pareció al fundador que mientras se acababa de labrar el convento, éstas no podrían superar el número límite de 12 monjas, que ya se había alcanzado. Por ello el 4 de noviembre de ese año se firma escritura ante Gómez de Santofimia, escribano de Baena. Por ella se establece que al ser la tercera parte de las monjas, la dotación debía quedar también reducida a la tercera parte, fijándose en 100 fs. de trigo, 30 de cebada, 20.000 mrs y 13 @ de aceite. En la escritura se fija sobre qué bienes se habían de cargar los pagos.
En los años siguientes el número de religiosas no dejó de aumentar, hasta el punto de que en 1522 se había llegado ya al completo. Por esa razón la priora y religiosas pidieron al conde que hiciera nueva escritura de la dotación del convento según se acordó en la primera que se hizo. Este tercer documento se firma el 22 de octubre de 1522 ante el escribano Gonzalo de Pareja, acordándose unas cantidades que se pagarían perpetuamente en concepto de dotes y alimentos de las hijas del conde que habían profesado en el convento. Aunque eso no era exactamente lo que pretendían las religiosas, al fin quedó establecido así: 200 fs. de trigo, 130 de cebada, 30 @ de aceite y otras 30 de vino (…).

Origen C M de Dios

VÁZQUEZ OCAÑA YA PEDÍA LA PROTECCIÓN DE LA IGLESIA DE MADRE DE DIOS EN 1929 Y QUE SE DECLARASE MONUMENTO

Protección para reconocer su importancia artística y fondos para evitar el deterioro del patrimonio del convento de Madre de Dios. El Grupo Cultural Amador de los Ríos ha solicitado que se proteja como Bien de Interés Cultural (BIC) la iglesia conventual, pero también que se estudie el estado del templo y se acometan las obras necesarias para evitar un daño irreparable. Estas dos peticiones, cosas de la vida, ya las hacía hace ahora casi 85 años el periodista Fernando Vázquez Ocaña en un artículo que publicaba en el ‘Diario Liberal’ en abril de 1929. Incluimos a continuación un extracto del texto en el que hace referencia a estas dos cuestiones:

“(…) Un poco os inquieta [se refiere a las monjas de clausura del convento de Madre de Dios], es verdad, que las monjitas de abajo, las del Espíritu Santo, hagan sentir su rivalidad. También os inquieta el anuncio de la llegada de los Salesianos, que quieren asimismo poner escuela. ¿Qué será, entonces de vuestra soledad inspirada por el amor de enseñar? No podréis acabar las obras iniciadas en el convento. Hasta la vida mística suele hacerse difícil. Por eso, recordabais la promesa de ciertos señores de Córdoba, que en una visita, reciente, al convento, prometieron dos cosas: que el Estado hiciera monumento nacional ese verdadero monumento de poesía, y que la Diputación concediera una subvención a vuestro pío colegio.
Pero yo soy periodista y voy a recordarles a don Rafael Cruz Conde, alcalde de Córdoba; a don Enrique Romero de Torres, comisario de Bellas Artes, y a don Antonio Castilla Abril, presidente de la Diputación, lo que vuestra comunidad espera de ellos. El anterior gobernador civil, don Antonio Almagro Méndez, se marchó y no pudo intervenir en la realización de la promesa. Pero quedan los otros visitantes, y me consta que sus promesas no son vanas”.

Después llegaría la Guerra Civil y el gran deterioro que sufrió el convento y la iglesia al ser incendiados. No sería hasta finales de los años cincuenta del pasado siglo cuando se emprendió la restauración que permitió abrir al culto de nuevo la iglesia, lo que permitió regresaran las monjas de clausura a Madre de Dios.

Comentario: F. Expósito.

Postales de Baena

LOS PODEROSOS DEL PUEBLO

Publicamos a continuación el comienzo del nuevo artículo de Francisco Expósito que se publicará en Cancionero a finales de septiembre. Lleva por título “Los poderosos del pueblo”.

“Se convirtieron durante décadas en los señores de Baena, quienes controlaban todo lo que se hacía en la antigua villa, capaces de decidir el futuro de muchas personas indefensas ante el poder de una minoría, no sólo político, sino también económico y social. La llegada del siglo XX refrendó un dominio casi absoluto sobre amplias capas de la sociedad. Quedaba atrás la antigua villa, pero en la ciudad su posición poco cambió. Algunos colectivos y varios intelectuales comenzaron a cuestionar este dominio. La República liberó la expresión, aunque no las ataduras de muchos baenenses que no tenían a quién recurrir para buscar su sustento y el trabajo en el campo se convertía también en una aceptación de una desigualdad. Con el franquismo, el miedo a las represalias devolvió el poder que se había cuestionado sobre todo en los años veinte y en la primera mitad de los treinta. Los poderosos del pueblo, que la mayoría de las ocasiones procedían de familias que habían sustentado su fortuna en las grandes explotaciones que habían heredado, perduraron en la primera mitad del siglo XX en las zonas rurales y Baena no sería ajena a esta situación. Controlaban todo. Impulsaban asociaciones y colectivos, muchas veces para hacer frente a otros surgidos desde las clases populares. Se posicionaron al frente de cofradías en la entonces clasista Semana Santa de la localidad. Eran capaces de eliminar cualquier reacción, ya fuera a través del control de la política local o bien del trabajo que generaban. Marcaban lo que tenían que hacer muchas familias baenenses (…).

Las clases más bajas estaban indefensas, también ante la justicia. A propósito de un incendio del 8 de julio de 1912, cuando mieses y plantaciones de olivos del cortijo de Hornerico se quemaron, fueron detenidos los trabajadores Eduardo Ordóñez Ramos, Antonio Plazas Castro y José Orejuela César. La vista se fijó para el 20 y 21 de febrero de 1914. En una hoja difundida en aquel año, firmada por la Comisión Pro Presos, se denunciaron las irregularidades que se presentaron en el proceso, como que los detenidos fueron apresados el 23 de enero de 1913, seis meses después de producirse los incendios. Aunque inicialmente reconocieron que habían sido los que prendieron fuego ante la Guardia Civil, ante el juez instructor dijeron que las deposiciones eran falsas y que así se manifestaron porque tenían miedo.

La Junta Local de Reformas Sociales, creada en 1903, pudo convertirse en un elemento importante para reducir las dificultades de la población, aunque, como escribirá Rejón Gieb, estuvo “frenada por las manipulaciones de los caciques y propietarios del término, secundados por un grupo de trabajadores, paniaguados de los anteriores”. Ante la reacción popular, una contrarreforma elitista que siempre se imponía. Entre las funciones de esta junta local se encontraba la elección de su representante en la provincial o la designación del presidente de la Junta Municipal del Censo, que podía controlar el voto en la localidad. Además, era la entidad que informaba fuera de la localidad de las estadísticas de huelga, precios, salarios o conflictividad, por lo que tenía el poder de la información. El poder era excesivo.

CONDICIONES DE ESCLAVITUD
La gravedad de la situación en la que se encontraba la mayoría de la población baenense hizo que se impulsaran algunos movimientos contestatarios, aunque los cambios no se produjeron e, incluso, se acentuó el drama de la clase obrera tras la guerra civil. Entre los colectivos que más cuestionaron esta situación estaba un grupo denominado “Los Jóvenes”, que cerca de los años veinte editó críticos manifiestos en hojas volanderas de las que han llegado a nuestros días muy pocas. Una de ellas se publicó en noviembre de 1919 y se titulaba “Al pueblo en general y a la clase capitalista en particular”. El grupo “Los Jóvenes” instaba al pueblo a levantarse ante las condiciones de auténtica esclavitud en las que se encontraba: “Pueblo trabajador, eterno esclavo de tu inconsciencia, una vez más nos dirigimos a ti para decirte que cuándo vas a darte cuenta de que tú y sólo tú eres el eje donde gira todo el engranaje social, que sin tu esfuerzo colectivo la Sociedad no tendría razón de existir (…). Ya es tiempo, pueblo, de que te aprestes a la defensa de tu dignidad de hombre escarnecido, y le digas a los que comercian con tu sudor: basta ya de tanto dolor y miseria, basta ya de sacrificios inútiles, de resignación mal entendida y peor interpretada, ya nos hemos dado cuenta de que somos los únicos que con arreglo a las leyes naturales tenemos derecho al disfrute de todos los goces de la vida, porque con nuestro esfuerzo colectivo contribuimos a crear todo lo que en la sociedad hay de bello y bueno”. El texto responsabilizaba de este estado de las cosas a los patronos, que calificaba de personas “sin conciencia”: “Sois los únicos responsables del estado que tenemos presente, que con vuestros egoísmos injustificados, sois los causantes del malestar que en todas partes se respira, que por vuestra avaricia desenfrenada, vuestra sed de oro y dominación, sois los que a la corta que a la larga nos llevaréis a la desesperación y entonces no habrá tiempo de arrepentirse, porque será llegada la hora de ajustar cuentas, y nos cobraremos con creces de tanta lágrima y dolor como por vuestra culpa ha derramado la humanidad entera” (…)”.

Muralla

BAENA, DOS CONSEJEROS EN LA HISTORIA DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA

Con el nombramiento de María Jesús Serrano al frente de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, han sido dos los baenenses que han alcanzado esta responsabilidad en la historia del Gobierno andaluz. El primer consejero baenense fue Eduardo Rejón Gieb, que estuvo al frente de la Consejería de Salud entre 1986 y 1990, siendo presidente de la Junta José Rodríguez de la Borbolla. Rejón, que había nacido en 1955 en Baena, tenía 31 años cuando fue nombrado, aunque contaba con un amplio conocimiento de la sanidad y venía de ser médico en Cuenca. Eduardo Rejón emprendió la ordenación y organización del Servicio Andaluz de Salud (SA). De él recuerdan algunos allegados que fue una persona integradora, que reorientó el sistema sanitario hacia el ciudadano. Rodríguez de la Borbolla, como llegó a contarme en cierta ocasión, conoció a Rejón a través de José Miguel Salinas, el que fuera presidente de la Diputación y consejero con el propio Rodríguez de la Borbolla. “Se encargó de poner en marcha el Servicio Andaluz de Salud, pero cuando abandoné la presidencia se retiró de la política y se dedicó a estudiar e incrementar su formación médica, convirtiéndose en un gran reumatólogo”, me explicó el expresidente de la Junta de Andalucía en mayo de 2007.

Comentario: F. Expósito.

Consejro

EL MUSEO DE ICONOS DE RAFAEL ONIEVA

Se decía en 1974, cuando se inauguró el Museo de Iconos ubicados en La Casa Grande, de Torrejón de Ardoz, que era el más importante de Europa occidental. El empresario baenense Rafael Onieva Ariza consiguió a principios de los años setenta reunir una amplia colección que había pertenecido a Sergio Otzoup que está declarada por el Ministerio de Cultura como Bien de Interés Cultural. La muestra reunió cuando se inauguró 1.830 piezas pertenecientes a todas las escuelas iconográficas, aunque se mostraban al público unas 600. Su valor es incalculable y para los amantes de la iconografía oriental es inevitable su visita para su conocimiento. Hasta su inauguración fueron necesarios cuatro años de gran trabajo y un enorme desembolso económico para el emprendedor baenense, que ubicó la colección en un búnker de hormigón armado con las mayores medidas de seguridad. Rafael Onieva adquirió esta colección en 1974, añadiendo nuevas obras.
Incluimos este enlace en el que se muestra un reportaje publicado en 1974, cuando se inauguró el museo:
http://www.bibliotecavirtualmadrid.org/bvmadrid_publicacion/i18n/catalogo_imagenes/imagen.cmd?path=1026415&posicion=2

Texto: F. Expósito.

Iconos

LOS LIBROS PROHIBIDOS

Iberlibro, que pertenece a la comunidad de Abebooks, es una empresa que se dedica a la venta de libros a través de internet (www.iberlibro.com). Miles de librerías de todo el mundo ponen a la venta 140 millones de libros nuevos, antiguos, agotados y de ocasión en las páginas web de AbeBooks, filial de Amazon.com. Hoy ha publicado un listado con algunos de los ejemplares que han sido perseguidos a lo largo de los siglos, hasta llegar a nuestros días, por ser considerados inapropiados, peligrosos o por cuestiones religiosas. Muchos recordamos el capítulo de Don Quijote de la Mancha en los que son quemados numerosos libros para evitar las malas influencias en Don Quijote. La iglesia inició en 1559 un índice que ha actualizado hasta 1966 con aquellos títulos que consideró indeseables, conocido como ‘Index Librorum Prohibitorum’. En este índice aparecieron autores como Erasmo de Rotterdam, Giordano Bruno (que fue quemado vivo), Descartes, Francis Bacon, Stendahl, Darwin o Flaubert. La quema de libros se convirtió en una práctica habitual en diversos momentos de la historia hasta llegar a nuestros días. 
Iberlibro tiene en su amplio catálogo de libros, una recopilación de los títulos censurados en todo el mundo y en diversas épocas. Ahí podemos encontrar, como indica, “algunos autores que hoy conocemos como básicos y de obligada lectura que fueron víctima del escándalo y la reprobación”. Algunos de los títulos destacados que recoge Iberlibro, y la justificación que se dio entonces para su prohibición, son los siguientes:

1984. George Orwell
La novela sobre el «Gran Hermano» fue censurada por considerarla pro-comunista y contener material sexual explícito.

Ulises. James Joyce
Censurado en Estados Unidos durante 15 años, por su contenido sexual. En 1933 se levantó la censura, gracias al trabajo de los abogados.

Alicia en el país de las maravillas. Lewis Carroll
Prohibido en China en 1931 porque les otorga cualidades a los animales para que actúen en el mismo nivel que los humanos.

Las mil y una noches. En Arabia Saudí, se encuentra en «la lista». La fiscalía de El Cairo está estudiando una demanda contra ella, por «amenazar la estructura moral del país».

La Biblia. Por su traducción de la Biblia, William Tyndale fue capturado y ejecutado (quemado) por oponentes que no querían que la Biblia se convirtiera en un vernáculo.

La Odisea. Homero
Platón sugirió censurarlo para lectores adolescentes.
Calígula trató lo propio porque expresaba ideas griegas de libertad.

Harry Potter y la piedra filosofal. J.K. Rowling
Prohibida en los Emiratos Árabes Unidos, este libro fue censurado por, supuestamente, incentivar a la brujería.

Los versos satánicos. Salman Rushdie
Prohibida en Pakistán, Arabia Saudí, Egipto, Somalia, Sudán, Malasia, Qatar, Indonesia, Sudáfrica e India debido a supuestas críticas contra el Islam.

El Diario de Ana Frank. Anne Frank
Algunas escuelas en los EE.UU. se oponen a su lectura por estar demasiado cargada en sexualidad, pornografía, y muy depresiva para ser enseñado.

Libros prohibidos

EL RECUERDO DE CHAVELA VARGAS, A TRAVÉS DEL NIETO DE FERNANDO VÁZQUEZ OCAÑA

Hace unos días se cumplía el primer aniversario de la muerte de la cantante Chavela Vargas (http://es.wikipedia.org/wiki/Chavela_Vargas). Pocos días después de su fallecimiento, el poeta Eduardo Vázquez Martín, nieto del periodista baenense Fernando Vázquez Ocaña, escribía un emotivo artículo en el diario ‘El País’ en el que recordaba a la artista nacida en Costa Rica.

Reproducimos a continuación el artículo íntegro publicado en ‘El País’ (www.elpais.com) el 6 de agosto de 2012:

«Y CHAVELA DIJO: ¡MUERTE, MUERTE, MUERTE!
Cuando cantaba Chavela Vargas el alma ponía atención; en sus conciertos su voz se abría paso por el aire, viajaba por los laberintos del oído, pero era el corazón quien escuchaba. Ella decía que en sus conciertos a la gente le daba por llorar porque gracias a su voz cada uno de los presentes recordaba que aún podía sentir la fuerza del deseo, el misterio de la muerte, las heridas del amor y el desamor.

Chavela Vargas habitó dos eras diferentes: en la primera fue la muchacha que vino desde Costa Rica, pobre de amor, niña mal querida, para encontrar un México que era también un volcán que arrojaba un fuego que se llamaba José Alfredo Jiménez, Frida Kahlo, Diego Rivera… A esas piedras incandescentes se fundió, y en esa tierra mexicana que todavía olía a pólvora y revolución descubrió un espejo: el arrojo temerario de los hombres valientes, la pasión y el talento de sus pintores rebeldes, el canto desgarrado de los mariachis, la melancólica guitarra de los campesinos, la onda mirada de los indios, la belleza acechante de sus mujeres, la luminosa ebriedad de su tequila. Oírla hablar de aquellos años de la primera mitad del siglo XX era escuchar la historia de una fiesta donde no faltaban las serenatas a dúo con José Alfredo, las noches interminables del Tenampa, en Garibaldi, las fiestas libérrimas en la casa azul de Diego y Frida, en Coyoacán; escuchar aquellas narraciones a principios del siglo XXI era habitar un sueño, una película en blanco y negro. En voz de Chavela Vargas aquellos años fecundos, apasionados, que definirían en parte el rostro mítico de México, se revelaban íntimos y ciertos.

Cuando se extinguieron aquellos tiempos, cuando la dejaron sus amigos entrañables para encontrarse con la muerte, Chavela se fue a un exilio interior a los pies de la montaña sagrada del Tepozteco; primero la acompañó una botella fiel de tequila, después ni aquella, y se quedó definitivamente sola con su recuerdos. En esos años de exorcismo y soledad Chavela murió por primera vez para el mundo y junto con sus hermanos de la noche mexicana se convirtió en un mito.

Renació a mediados de los años noventa en España, donde la llevó su amigo Fernando Arroyo. Yo la vi por primera vez en mi vida, a principios de los años noventa, mientras desayunaba una mañana en la Residencia de Estudiantes de Madrid, porque escucharla, ya la había escuchado hace muchos años en un elepé que mi madre atesoraba (mi madre, Mary Martín, española de Salamanca pero pintora de México). Ahí comenzó la segunda era de Chavela Vargas, cuando los españoles -que como los mexicanos aman y sufren los rigores de la melancolía- la hicieron suya y la devolvieron a los escenarios y le dieron otra tierra que amar. De aquellos tiempos españoles surge el amor de Chavela por Federico García Lorca; si en la primera era de su vida Chavela amó a un poeta vivo, el mexicano José Alfredo, en la segunda su alma se encontraría con un poeta muerto: el granadino García Lorca.

Desde los escenarios de España, Chavela nos recordó a todos que la canción mexicana de la primera mitad del siglo XX, cuya fuerza poética había conmovido al mundo, seguía viva gracias a su presencia, y España y México se dieron la oportunidad de volver a esa música que tanto habían amado y que creían extinta. Tras el abrazo de España de la mano de Pedro Almodóvar y Joaquín Sabina, entre otros, México la trajo de regreso; así la conoció una nueva generación que vio en vivo lo que creía historia, que sintió propio lo que hasta ese momento era de sus abuelos o sus padres. Así la voz de Chavela, en su regreso, se unió a la de Eugenia León, y su presencia alentó a Lila Downs y conmovió a Julieta Venegas, entre otros artistas nóveles. Chavela amaba a los jóvenes, y en un concierto en el Zócalo de la ciudad de México, ante una plaza llena de muchachos y a un lado del Templo Mayor de Tenochtitlan, Chavela Vargas repartió una parte fundamental de su herencia: “a ustedes, jóvenes de México, les dejo lo que más quiero, les heredo mi libertad”.

En la última década de vida Chavela se encontró a una compañera inseparable, leal y luminosa como un sol: fue la periodista María Cortina la gran amistad de la cantante del 2000 en adelante; a su lado y gracias también a Mary Farquharson y Eduardo Llerenas, del sello discográfico Discos Corasón, Chavela pudo realizar sus últimas hazañas musicales, entre ellas su homenaje a Federico, donde a sus noventa y tres años le cantó al poeta y a sus versos.

Dice María Cortina que lo último que dijo Chavela antes de morir fue “Muerte, muerte, muerte”. ¿La saludaba, la reconocía, se estaba ya abrazando a la Llorona? Es posible, pero no soltó la mano de María: la autora de la Macorina abrazó a la muerte enamorada eternamente de la vida».

Para no olvidar es su interpretación «En el último trago»:http://www.youtube.com/watch?v=mYqRtsqQAoM

Chavela Vargas