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EL VALIOSO ARCHIVO DE BAENA: NECESIDADES PARA CONSOLIDARSE

Este año se cumple el decimoquinto aniversario del último traslado del Archivo Municipal de Baena, un equipamiento que atesora un patrimonio de incuestionable valor que, por su riqueza documental, es el segundo más importante de la provincia de ámbito municipal. Sin embargo, el paso del tiempo ha provocado que las dependencias situadas en una antigua casa de la calle Mesones se hayan quedado pequeñas, a lo que se une el retraso en la incorporación de las nuevas tecnologías, pues sería conveniente la digitalización de sus amplios fondos y una mayor difusión científica de sus miles de legajos, para lo que sería necesario una mayor dotación presupuestaria para mejorar sus instalaciones, incrementar el equipo humano, que hasta ahora cuenta sólo con una persona fija de manera habitual, y pensar si sería conveniente la búsqueda de un nuevo espacio con mayor amplitud. 

El Archivo Municipal de Baena está dividido en cuatro fondos diferentes: Fondo Municipal (11.000 cajas y 667 libros), Fondo de Protocolos Notariales, Fondo Juan Torrico Lomeña (72 cajas y 40 libros), Fondo de la Cámara Agraria (120 legajos), según datos facilitados hace unos años por el propio archivo y que han seguido incrementándose.

Dentro del Fondo Municipal de Baena se encuentra el Fondo del Hospital de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que consta de cerca de 36 cajas. Entre la documentación que alberga destacan los pleitos entre Baena y Castro del Río, que datan de 1561, actas capitulares, licencias de obras, urbanismos, deportes, documentación de la Asociación para el desarrollo del Guadajoz y la Campiña Este, Promude, Medio Ambiente.

El Fondo de Protocolos Notariales (1854-1975) corresponde no solo a Baena sino también a Luque.

Por su parte, el Fondo Juan Torrico Lomeña (1813-2001) fue donado por este gran baenense al fallecer. En este grupo de documentos destacan los estudios, conferencias, crónicas, pregones y proyectos, recogidos por Juan Torrico a lo largo de su vida sobre la Semana Santa de Baena.

Archivo de Baena

UNA RECETA TRADICIONAL DE BAENA: MOJETE DE CARDO

Incluimos a continuación una de las recetas que recoge el libro ‘El recetario de Baena. La cocina tradicional del aceite de oliva’, de María Victoria Ruiz de Prado. La publicación ya está a la venta en Baena y es un valioso documento que contribuye a conservar nuestra cultura gastronómica.

MOJETE DE CARDO
Ingredientes:
-Medio cardo blanco de huerta.
-Un limón.
-Una cebolla.
-Sal.
-Una rebanada de pan (puede ser del día anterior).
-Dos dientes de ajo.
-Una cucharadita de vinagre de vino.
-Una cucharadita de pimentón.
-Una tacita de aceite de oliva virgen extra.

ELABORACIÓN
• Limpiar muy bien las pencas del cardo, eliminando las hebras más duras. Será necesario raspar con la hoja del cuchillo toda la superficie, tanto del haz como del envés, para eliminar la especie de membrana blanca que las recubre.
• Una vez limpio el cardo, trocear y sumergir en agua con zumo de limón para que no oscurezca demasiado.
• Poner en una olla agua salada a fuego fuerte y cuando hierva incorporar el cardo troceado. Dejar cocer hasta que estén tiernos, pudiendo acortar el tiempo si los hacemos en olla a presión. Escurrir y reservar.
• Aparte, pelar y trocear una cebolla.
• En una sartén poner el aceite a calentar y freír los ajos y las rebanadas de pan. Escurrir y reservar.
• Del aceite restante, poner cuatro cucharadas en una olla y calentar. Saltear la cebolla y cuando esté transparente añadir los trozos de cardo que hemos cocido anteriormente. Dar unas vueltas y añadir unas gotas de buen vinagre, dejar hacer unos minutos hasta que evapore el vinagre.
• Poner en el vaso de la batidora los ajos y el pan fritos anteriormente. Añadir una cucharadita de pimentón y agua, la cantidad suficiente como para que quede una salsa no muy espesa. La cantidad de salsa obtenida deberá ser la suficiente como para que cubra la verdura, si no lo fuera, añadir más agua.
• Verter la salsa sobre los cardos que tenemos en la olla y dejar hervir unos diez minutos a fuego lento. Será necesario mover de vez en cuando y tener cierto cuidado pues esta salsa lleva pan y se puede requemar.
• Rectificar de sal y servir acompañados de huevos fritos o escalfados.

Mojete de cardo

LA ‘MEJORA’ DEL PASEO

A finales de los años ochenta se inició la reforma de la Plaza de la Constitución. Lo que inicialmente podría haber sido una modificación poco agresiva con la imagen histórica del popular Paseo de Baena, fue el comienzo de una transformación sustancial de este espacio. Primero se edificó un nuevo ayuntamiento, que acabó con la clásica monumentalidad de las Casas Consistoriales que había consolidado Mateo Gayá. 
Después llegó el cambio superficial de la plaza, que aún permitía el giro completo de los vehículos. El cambio definitivo se produjo con la construcción del aparcamiento subterráneo, que se unió a otros dos que se edificaron en la Plaza Palacio y en el Paseo de Guadalupe. Este equipamiento suspendió definitivamente el giro completo en la plaza.

Las imágenes que mostramos corresponden al proceso inicial de la reforma y fueron realizadas por Miguel Párraga, que fue perito en el Ayuntamiento de Baena y en la actualidad trabaja en el Ayuntamiento de Nueva Carteya. En las fotografías observamos el comienzo del desmontaje de la Plaza de la Constitución. Todo sería muy distinto en la estructura del Paseo a partir de entonces. Se modernizó la plaza, pero se generó un amplio debate sobre el resultado final.

Comentario: F. Expósito.

La mejora del Paseo La mejora del Paseo1 La mejora del Paseo2 La mejora del Paseo3

BAENA, LA GRAN DENOMINACIÓN DE ESPAÑA, por Francisco Expósito

El gran trasiego de los últimos meses se ha paralizado en los olivares. De vez en cuando es posible encontrar algún responsable de las labores agrarias de las fincas, solo o acompañado de un trabajador, eliminando las malas hierbas, abundantes tras las copiosas lluvias del pasado invierno. La actividad en los molinos es escasa, exprimida la aceituna hace tiempo. Se acomete alguna reparación o limpieza. La cosecha fue de las más reducidas de la última década, lo que ocasionó una fuerte disminución del empleo, sustento para miles de trabajadores en la denominación de origen de Baena. Tampoco los precios están como esperaban las almazaras del principal distintivo español, pues las tensiones entre oferta y demanda reaparecen periódicamente. El nombre del aceite Baena, cuyo consejo regulador comenzó su andadura hace más de tres décadas, aporta un diferencial que contribuye a mejorar las cotizaciones frente a otras zonas. Hoy son 7.960 oleicultores en la zona y la superficie amparada se extiende sobre 60.000 hectáreas, con lo que se convierte en la tercera denominación más extensa de España al proteger el olivar de Baena, Nueva Carteya, Zuheros, Doña Mencía, Luque, Castro del Río y Cabra. Los últimos datos publicados por el Ministerio de Agricultura posicionan a Baena como el marco más importante de España en producción de virgen extra amparado con datos de la campaña 2010/2011 y la segunda, tras la catalana Garrigues, en volumen de envasado.

Su situación privilegiada entre las mejores comarcas de calidad volvió a consolidarse en la cosecha 2011/2012, cuando alcanzó su máximo histórico de aceite de oliva. Sus 19 industrias inscritas produjeron 57.184 toneladas de virgen extra, que alcanzaron en el mercado un valor de 120 millones a un precio medio de 2,10 euros por kilogramo. Esta cotización mejoró hasta los 2,79 euros en el envasado, pese a que en España el valor se mantuvo durante gran parte de la campaña por debajo de los dos euros por kilo en el virgen extra. Durante la campaña 2011/2012 el aceite envasado por las almazaras inscritas en la denominación de origen ascendió a 3.680 toneladas, una cifra ligeramente inferior a las 3.721 del ejercicio anterior. El principal destino de la calidad sigue siendo el mercado nacional, que acaparó 2.400 toneladas, seguido de los países de la Unión Europea (700) y del resto del mundo (580).

Para consolidarse como la denominación de origen con mayor peso en el panorama andaluz y nacional, Baena ha seguido una larga trayectoria que se ha sustentado en decisiones que han acentuado la calidad en los niveles más elevados, pero también que le han llevado a duplicar su superficie con las incorporaciones de los dos últimos municipios (Castro y Cabra) en 2000 y 2003. Resulta curioso recordar, ahora que las dudas envuelven el futuro del sector tras la reforma de la Política Agraria Común (PAC), que otra incertidumbre europea también estuvo en los inicios del movimiento impulsor de la denominación de Baena. En aquellas fechas, allá por los años setenta, los olivareros de Baena se movilizaron ante los temores que generaba el inicio de las negociaciones para la incorporación de España a la Comunidad Europea. Entonces no se hablaba aún de envasar el aceite en botellas de vidrio o latas de 5 litros, sino que la mayoría se vendía en grandes barricas de 25 o 50 litros o a granel a empresas como Carbonell, que adquiría en la comarca una parte importante del aceite que luego envasaba con su reconocida marca. El baenense José Javier Rodríguez Alcaide ocupaba entonces el cargo de secretario general técnico del Ministerio de Agricultura. Rodríguez Alcaide fue decisivo en esos momentos iniciales para el reconocimiento de la denominación.

El proyecto de Baena trataba de unir la calidad del aceite con la promoción para conseguir que el valor añadido del producto se quedara en la zona. Un objetivo sencillo, pero no fácil, para lo que había que aprovechar las puertas que abría ser reconocidos como denominación de origen. Si a finales de los sesenta y principios de los setenta ya se había intentado, quedando el proyecto olvidado, en 1978 ya existía un movimiento asociativo que no tendría freno. En esos meses se celebraron multitud de reuniones en las que se explicaron los requisitos, las exigencias de calidad y control de todos los procesos productivos. Las cámaras agrarias, los ayuntamientos y las hermandades de labradores y ganaderos respaldaron unánimemente la iniciativa. En esos debates había que decidir también el marco de producción. Junto a Baena, Zuheros, Luque, Doña Mencía y Nueva Carteya se unieron desde el principio, mientras que Castro del Río y Priego se incorporarían después al proceso, aunque ninguno de los dos municipios entraron. En Castro se quiso incluir la zona de La Mata, aunque al final no existió acuerdo entre los productores por la dificultad que entrañaba diferenciar la aceituna de un olivar de este paraje de Castro de otro del mismo municipio y por la influencia que tenía la empresa Carbonell. Las divergencias por el nombre con el que se conocería la futura denominación separó a Priego del proyecto, que años después impulsó su propia zona de calidad. El largo trabajo de movilización y concienciación de los olivareros se vería reconocido finalmente en marzo de 1981. El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó una orden del Ministerio de Agricultura en la que se concedía una declaración provisional. Entonces se eligieron a los representantes del consejo regulador. El primer presidente fue Julio Berbel, entonces delegado provincial de Agricultura. Después siguieron Cristóbal Lovera, Agustín López Ontiveros y Francisco Núñez de Prado.

Pero quedaba aún mucho por andar. Había que elaborar el reglamento del consejo regulador y era necesario crear una envasadora para comercializar los aceites amparados. En 1982 se constituyó Aceites de Oliva Vírgenes de Baena (Abasa) como envasadora de la denominación de origen. Integrada por las cooperativas y el resto de industriales de la zona, eligió como primer presidente a José Javier Rodríguez Alcaide. Abasa situó los aceites de la comarca cordobesa entre los más reconocidos. La Casa Real era una habitual consumidora de sus vírgenes extra, que llegaron a los mejores establecimientos de todo el país.

Sin embargo, su brillante andadura se vio truncada por la competencia que surgió con el registro de nuevas envasadoras y la pérdida de confianza de los accionistas. Eso provocó a finales de 2000 la entrada de la familia Coricelli en Abasa, que alquiló sus instalaciones y, posteriormente, adquirió las acciones. El 26 de octubre de 1987 fue aprobado definitivamente el reglamento. En 1988 se creó el panel de catadores y emprendió acciones promocionales dirigidas a periodistas y críticos gastronómicos que conocieron la diferencialidad del producto elaborado en la comarca. El consejo adoptó la estructura y los procedimientos de los organismos de certificación establecidos por la UE, implantando la norma de calidad EN-45011. El aceite de la zona era ya conocido como uno de los mejores del mundo entre los críticos. Carbonell recurría a los judíos de Baena para anunciar su mejor zumo de la aceituna. Incluso, una de las campañas de promoción llevó el aceite de Baena al museo Thyssen en octubre de 2000. Allí se entregaron los premios de la bienal de pintura convocada por la denominación. En diciembre de 2000 se produjo la entrada de Castro y en diciembre de 2003 la de Cabra. La nueva sede, en la antigua Casa del Monte de Baena, se inauguró en 2004. Hoy, Baena es reconocida en todo el mundo por la calidad de sus vírgenes extra tras un trabajo encomiable de su consejo regulador y la preocupación de sus agricultores e industrias por seguir creciendo para consolidarse en lo más alto de las denominaciones españolas. Eso, sin embargo, no oculta retos pendientes en el sector productor como alcanzar la dimensión adecuada para competir en un mercado que exige cada vez más tamaño.

Denominacion Baena

BAENA, BAJO LA CÁMARA DE MANUEL PRIEGO

“Empecé en la fotografía cuando se digitalizó. Antes no podía porque tenía que poner grandes a mis hijas”. Las palabras de Manuel Priego Rodríguez es la de muchos baenenses que han encontrado en este arte el canal para transmitir la sensibilidad que llevan dentro, pero que no podían desarrollar sus inquietudes hasta que la digitalización socializó la fotografía. Desde hace meses seguimos la trayectoria de Manuel, que sigue aportando bellas imágenes de Baena a todos los que nos sentimos seguidores de las luces y los colores, pero también del instante que sabe captar con su cámara digital. En su perfil de Facebook no puede ser más claro cuando afirma que estudió en la “Universidad de la vida misma”. Agradecemos desde el Grupo Cultural Amador de los Ríos estas imágenes que hemos incorporado a nuestra página.

UN EMOTIVO ARTÍCULO A JESÚS NAZARENO DE 1926

Este bello artículo que incluimos se publicó en febrero de 1926 en la revista ‘Andalucía Ilustrada’, en la que era redactor jefe el baenense Fernando Vázquez Ocaña. El texto, que bien puede ser obra del propio Vázquez Ocaña, es una emotiva descripción del sentimiento de los baenenses hacia la imagen de Jesús Nazareno. La fotografía, que tampoco viene firmada, podría ser de Fernando Horcas, que era el fotógrafo de la publicación cordobesa en Baena. Os dejamos con este bello artículo y la imagen que lo ilustraba.

NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO
Si queréis ver a un pueblo encendido de fe y de ternura ante una imagen, id a Baena por Semana Santa.

Los baenenses, esos días de ejercicios expiatorios, sacan a su Padre, el divino Jesús Nazareno, para que bendiga a la ciudad. Y cuando aparece la sobrehumana cabeza a la puerta de San Francisco, la iglesia de las monjas humildes y los viejecitos sus hijos, cuando asoma la testa espectral y bellísima, labrada por algún iluminado de Italia, se produce en la multitud un susurro inefable, música de preces y de súplicas que parece el sollozo de un niño arrepentido.

Es un momento que nunca se olvida. Toda la noche del Jueves Santo oiréis que los tambores tocan a funeral. Antes del alba la gente se dirige a la empinada calle de San Francisco, que como la de la Puerta de Córdoba y todas las que de aquella parte suben desde el Marbella a la Plaza Vieja, son un hormiguero. Los nazarenos de la cofradía de la excelsa imagen, con sus túnicas y cucuruchos morados y sus cruces negras, desfilan silenciosos hacia la iglesia, constituyendo a la luz lívida de la madrugada, una fuerte nota patética. Llegan también los trajecillos morados como llaman a los adeptos de otra hermandad.

Poco a poco va clareando. Los mejores redoblantes hacen reír a sus cajas en el interior del templo y de vez en cuando resuena como un desafío el tararí floreado de los trompeteros. El artista halla, sin esfuerzo, una intensa sugestión de populacho que preparara un sacrificio. El matiz más difundido es el morado de las cofradías, violentamente interrumpido aquí y acullá por el rojo de los judíos de la turba tamborilera. Bullicio plástico. La constricción florece sutilmente en aquel ambiente de fariseísmo.

De pronto, todo queda suspenso. Hasta la luz recién nacida. Es que sale Nuestro Padre Jesús Nazareno. ¿Por qué el corazón late dulcemente? La sublime cara, destacándose del fondo obscuro del atrio, refleja una tristeza infinita. Es un Dios noble y melancólico que surge de una cripta. Los ojos, la boca y la celeste frente de la imagen dicen una queja inmensa, una queja inmensa y suave que ningún hombre podrá repetir. Las manos, pálidas y finas, se crispan en la cruz. La grandiosa cabeza mira a la muchedumbre y parece decir: “Es por vosotros”. Y si en aquel instante un observador contemplara a la gente, vería que todos han comprendido, y que están en éxtasis los ojos de hombres, de mujeres, de niños, unidas las almas por un potente sentimiento de adoración. Y brota del pueblo un aroma de primitiva piedad, que hace pensar en la posibilidad de la regeneración humana.

-Nuestro padre -murmurará algún viejo endurecido en la besana.
-¡Pobrecito!, -exclamará una madre.

Y si en aquel momento alguien osara cometer una irreverencia con la sublime escultura sería lapidado. Porque los baenenses, sin que falte uno, forman una muralla de corazones vibrantes cuando se trata de su Padre Jesús Nazareno, el de San Francisco.

En aquella hora de color y espiritualidad nazarenas, el alma de Baena es un lirio. Calle arriba llevan a Nuestro Padre Jesús. Se escucha la armonía augusta del ‘Octava Mater’. Y el sol, como una hostia empapada en sangre divina, envía al pueblo ferviente su comunión.
Cristo sube al Coso a bendecir a Baena.

Art Jesus 1926

JUAN LATINO: EL ESCLAVO MÁS INTELIGENTE

La figura de Juan El Latino, cuyo nacimiento vinculan algunos autores con Baena, es el mayor ejemplo de superación en la adversidad de la historia de Baena. Si en el último siglo y medio tenemos grandes modelos de crecimiento intelectual a través del esfuerzo, como sucedió con Francisco Valverde y Perales o Fernando Vázquez Ocaña, la trayectoria de Juan El Latino es recuperable para tiempos como los actuales en los que resulta tan complicado para los jóvenes diseñar un modelo de vida por la crisis económica.

Juan Latino o Juan de Sessa, como también fue conocido, pudo nacer sobre 1518 y falleció también en una fecha indeterminada sobre 1596 en Granada. Algunos autores aseguran que era hijo bastardo de Luis Fernández de Córdoba, hermano del Gran Capitán, otros que fue un esclavo negro que trajeron comerciantes portugueses al Algarve portugués y que fue vendido al convento de San Francisco y después a la familia Fernández de Córdoba. Juan Latino creció en Baena y marchó a Granada en la tercera década del siglo XVI, donde estudio bachiller y se licenció en artes liberales. Se casó con doña Ana de Carleval, joven de distinguida familia. Fue profesor de latín en la universidad fundada por Carlos I y catedrático de Gramática en el colegio catedralicio.

Tras el triunfo de Lepanto, Juan Latino dedicó a Juan de Austria su obra más conocida, la elegía ‘Austriada Cármine’. El intelectual llegó a ser una persona con mucha influencia en Granada, se codeó con los reyes e influyó para que los sepulcros de los Reyes Católicos no se trasladaran a El Escorial.

Hasta Miguel de Cervantes, en el prólogo de El Quijote, reconoció su astucia e inteligencia al asegurar: “Pues al cielo no le plug(o) / que salieses tan ladí(no) / como el negro Juan Latí(no)”. Juan Latino fue también la primera persona de raza negra que publicó un libro en imprenta. Sin duda, un modelo de superación ante la adversidad.

En el siguiente vídeo podemos ver un recorrido por su vida e importancia:
http://www.youtube.com/watch?v=2BXDGQ8iMN0

Una novela, publicada por José Vicente Pascual, ha recreado su vida, que también se llevó al teatro. La imagen que ilustra el texto corresponde a la portada, en su edición más reciente.

A continuación, incluimos una reseña de la novela:
http://www.hislibris.com/juan-latino-jose-vicente-pascual/

Juan Latino

7 DE JULIO DE 1913. FALLECE VALVERDE Y PERALES (y III), por Francisco Expósito

El acta de defunción de Valverde y Perales recoge la causa de la muerte: “En la Villa de Baena a las diez de la mañana de hoy siete de julio de mil novecientos trece, ante D. Rodrigo Cubero Villarreal, juez municipal y D. Antonio Tenorio Vázquez, secretario, compareció Antonio Rabadán Valverde, casado mayor de edad y de esta vecindad domiciliado en la calle Llana, manifestando que don Francisco Valverde Perales ha fallecido en su domicilio Calle Alta el día de hoy a las tres de la mañana a consecuencia de cirrosis hepática, de lo que daba parte en debida forma como sobrino del finado”. 

El año que falleció Valverde y Perales, la antigua villa de Baena se convertirá en ciudad unos días antes de que muriera el historiador. El Ayuntamiento había solicitado al Gobierno su reconocimiento tras acuerdo del 12 de junio de 1913, “por su historia, su antigüedad, su población, que es la ciento once de España, según el censo de 1900, su patriotismo”. Las gestiones pronto dan resultado. El 26 de junio se celebra una sesión ordinaria en la que se comunica la feliz noticia. La Gaceta de Madrid, antecedente del BOE, incluye el real decreto en su página 862: “Queriendo dar una prueba de mi Real aprecio a la Villa de Baena, provincia de Córdoba, por el desarrollo de su agricultura, industria y comercio y su constante adhesión a la Monarquía: vengo en concederle el título de Ciudad. Dado en Palacio a veintidós de junio de mil novecientos trece. Alfonso. El ministro de la Gobernación, Santiago Alba”.

El otro gran acontecimiento para la ciudad en ese verano de 1913 fue la cesión del aljibe del castillo, lo que permitiría a partir de entonces la mejora del suministro de aguas a la población. La sesión del 10 de julio también recoge que ya se había hecho la escritura de traspaso por su propietario, Francisco Peñaranda y Lima. Esta cesión, por la que se aprobó un voto de gracia para dicho señor, permitirá “la traída de aguas de la Fuente de Baena, una vez que ya había depósito bastante para traerla”. Varios años tuvieron que pasar para la traída del agua desde la Fuente de Baena y muchos más para la restauración definitiva del castillo de Baena. La finalización de las obras de conducción de aguas desde la Fuente de Baena se produciría en el verano de 1917.

La personalidad de Valverde y Perales, forjada en el trabajo y la constancia formativa, se afianzó a medida que pasaban los años. El historiador no tuvo problemas en criticar aquello que veía incoherente con la modernidad del siglo XX en una sociedad, la baenense, demasiado anclada en la tradición. Sus divergencias con algunos miembros de la burguesía y clase alta baenense las trasladó al verso. Valverde y Perales dejó constancia de su amor y defensa de Baena, de las clases humildes y la necesidad de incrementar su formación. En su Historia de la Villa de Baena instó a los obreros a unirse en sociedades para defender sus intereses e incrementar su instrucción. “Tiempo es ya de que los obreros baenenses piensen en mejorar sus condiciones, asociándose para socorrerse en los días adversos, cuando les falta la salud o el trabajo, y para proporcionar a sus familias un pedazo de pan el día en que la muerte las prive de su amparo y de su jornal. Esas sociedades deben tener también por objeto el recreo honesto y la mejora de la instrucción en los obreros, que tan atrasada se encuentra en Baena…”.

Sin duda, nos encontramos ante un intelectual que escribió en 1903 una moderna historia de Baena que, pese a sus limitaciones surgidas muchas décadas después, tiene plena vigencia, además de coordinar la edición de las antiguas ordenanzas de la localidad que, de no haber sido por él, seguramente hubieran desaparecido. Valverde y Perales también recuperó las leyendas y tradiciones de Baena, de Córdoba, Granada y Toledo, y, ahora que nos encontramos en pleno redescubrimiento de la importancia de Torreparedones, fue la persona que valorizó la importancia del yacimiento del cerro del Minguillar, la antigua Iponuba, y ayudó a conservar gran número de piezas que hoy podrían estar desaparecidas de no haber sido por él.

Tumba FV y Perales

7 DE JULIO DE 1913. FALLECE VALVERDE Y PERALES (II), por Francisco Expósito

Valverde y Perales había nacido en una casa de la Plaza Vieja el 1 de octubre de 1848 y falleció el 7 de julio de 1913 tras una amplia trayectoria como militar, arqueólogo e historiador. Al día siguiente de su fallecimiento, las crónicas de los periódicos provinciales, pero también algunas destacadas publicaciones de ámbito nacional, recogían su desaparición e incluían elogiosas semblanzas. Como escribió el corresponsal del periódico El Defensor de Córdoba, se trataba de una persona de enormes cualidades: 

“Hombre de las cualidades del señor Valverde es digno de nuestra estimación y acreedor a que jamás le olvidemos; verdad es que hace algunos años el ilustre Ayuntamiento de esta ciudad acordó como lo hizo poner su nombre a una de las plazas de ésta; verdad es que sus últimos días los ha pasado entre nosotros, querido y respetado por todos, rindiendo así verdadero culto a aquella despejada inteligencia y viva imaginación, que tantos versos compuso, como se leen en sus apuntes históricos, Toledo, Córdoba y Granada, y a aquella bien templada e incansable voluntad, hasta que dio fin a la amplia y bien documentada Historia de Baena; pero es necesario que jamás le olvidemos, y cuando repitamos su nombre sea para alabarlo y bendecirlo. Descanse en paz…”.

ORIGEN HUMILDE
Rodrigo Amador de los Ríos, en el prólogo de la Historia de la Villa de Baena, hizo hincapié en 1903 en los orígenes humildes de Valverde y Perales al afirmar que había nacido “en modesta y no muy holgada esfera”. Durante su ascenso en el escalafón militar también dedicó su tiempo al estudio de la literatura y la historia. “Aquellos libros, con ansia verdadera devorados por el afán insaciable del joven oficial Valverde, monstráronle horizontes por él nunca vislumbrados, un mundo nuevo y desconocido, cuya conquista ambicionó desde entonces; y Colón de sí propio, a fuerza de prodigiosas energías, supo descubrir en su espíritu secretos no sospechados, tendencias, de que no había tenido asomos nunca; y con el tesoro de cultura acumulado en esta forma, acertó a granjearse concepto lisonjero entre sus jefes, consideración y estima entre sus compañeros los oficiales del ejército, respeto cariñoso entre sus subordinados”, escribirá Rodrigo Amador de los Ríos. Del “oscuro soldado”, como contará el hijo de José Amador de los Ríos, “empuñando valeroso el fusil peleaba denodado por la integridad nacional en las maniguas, surgió el oficial entendido y pundonoroso, y con él, después, el hombre laborioso y razonador, el poeta sentido y culto de nuestra edad legendaria y caballeresca, y por último, el escritor estudioso y concienzudo, a quien la Real Academia de la Historia, en 1902, premiaba por voto unánime los aciertos de su disquisición acerca de la Batalla de Munda, estudiada tantas veces, inscribiendo espontáneamente el nombre de Valverde en la lista de sus correspondientes”.

(CONTINUARÁ)

NOTA: La imagen de Livia fue descubierta por Valverde y Perales en 1903 en las excavaciones de Iponuba.

Livia

7 DE JULIO DE 1913. FALLECE VALVERDE Y PERALES (I), por Francisco Expósito

Hoy se cumple el centenario de la muerte del militar, poeta, historiador y arqueólogo Francisco María Valverde y Perales. El Grupo Cultural Amador de los Ríos recuerda este acontecimiento histórico. Veamos qué se dijo entonces al conocerse el fallecimiento de Valverde y Perales en la prensa local, para en próximas entregas destacar su importancia.

“Los asistentes se disputaban por llevar el féretro; las calles del tránsito se hallaban llenas de espectadores y a la llegada al cementerio había una inmensa muchedumbre de hombres, mujeres y niños para dar el último adiós al que por tantos títulos se merecía tales honores, pues hemos perdido no sólo al honrado hijo del pueblo, al cumplido caballero, al disciplinado militar, al cristiano creyente, sino también al esposo ejemplar, al padre cariñoso, al amante de las letras y de la Ciencia, al historiador de Baena”. Las elogiosas palabras del corresponsal del periódico El Defensor de Córdoba, no podían ser más sentidas. Se publicaron el 9 de julio de 1913, dos días después del fallecimiento de Francisco Valverde y Perales. Se ponía fin a una ejemplar trayectoria de uno de los hombres llamados a ser historia permanente de Baena.

La vida del historiador finalizaba, rodeado de familiares en sus últimos momentos, como se recordaría también en algún otro artículo: “Víctima de larga y penosa enfermedad, sobrellevada con resignación y cuando menos se esperaba, rodeado de sus hijos y amada esposa, a las dos y media de la mañana de ayer entregó su alma a Dios el inspirado poeta, profundo historiador de este pueblo y pundonoroso comandante de la Guardia Civil don Francisco Francisco Valverde y Perales”. Eran las frases del Diario de Córdoba del 11 de julio de 1913. La crónica, sin embargo, está firmada el 8 de julio, un día después del fallecimiento del militar baenense. En esos días se habla en Baena de la celeridad de las obras de la estación de ferrocarril. Baena tendrá estación de ferrocarril tras arduas gestiones, aunque tardaría en inaugurarse, pues la feliz noticia no se produciría hasta cinco años después. Preocupa la baja cosecha de aceituna, es escasa la de habas y cebada y, según indica el corresponsal del Diario de Córdoba, hay un poco más de trigo y se espera una buena campaña de uva.

(CONTINUARÁ)

Valverde y P 7 julio

ANECDOTARIO BAENENSE (III), por Francisco Expósito

Y llegamos al final de esta serie sobre el anecdotario baenense que hemos venido publicando en el periódico ‘Cancionero’ en los últimos tres meses. Las curiosidades y sorprendentes acontecimientos del siglo XX darían para muchas páginas. Realidades que se convirtieron en debate en medios de comunicación nacional, como cuando se localizó a un baenense desaparecido durante 14 años, o anécdotas como la que recogió el Diario Córdoba al publicar que la web del PSOE de Baena decía que la localidad estaba en Jaén. Seguimos inmersos, pese al paso de las décadas, en diferencias entre empresas aceiteras que no son capaces de unirse frente a la concentración que sí se produce en la mayoría de municipios.

En las próximas líneas se abordarán comportamientos de los baenenses, curiosidades que permanecen en artículos publicados en los periódicos locales y provinciales, aspectos sociales que se produjeron durante el siglo XX y en fechas más recientes. Uno de esos artículos, cuando menos curioso, se publicó el 18 de febrero de 1936 en El Defensor de Córdoba tras las elecciones que dieron el triunfo a la candidatura de izquierdas. Menuda reacción se produjo entre señoras y señoritas vinculadas a la derecha de la localidad al enterarse que, por la apatía de sus maridos o familiares al no acudir a votar, fueron derrotados los conservadores. Se personaron en el Casino y, como cuenta el corresponsal del periódico cordobés dirigido por el baenense Daniel Aguilera, nadie escapó a la bronca: “Al conocerse el resultado adverso de la votación, un nutrido grupo de señoras y señoritas, que son las que más han trabajado en las elecciones, irrumpieron en los salones del Casino de Baena y con palabras de justa indignación, sin poder reprimir las lágrimas, reprocharon a los señores que llenaban el Casino su falta de entereza para defender la causa del orden, pues en lugar de acudir a los lugares de la lucha, en lugar de trabajar por España, se contentan con tomar café y bicarbonato en los sillones de la tertulia”. ¿Qué dijeron los señores? Nada, se quedaron de pie y escucharon las “justas frases de las dignas mujeres de Baena”. Solo votó el 60% del censo y, además, las izquierdas se organizaron y recogieron votantes hasta última hora.

En esos años la crispación política no sabía de mesura en Baena, pero tampoco en el resto del país. Lo que hoy pudiera parecer un desproporcionado artículo de opinión contra un colectivo concreto, entonces era habitual. Durante el año 1931 coincidieron dos periódicos muy politizados en Baena, uno conservador (Todos) y otro vinculado a la Agrupación Socialista (La Defensa). Precisamente, en este último localizamos un artículo que dirigía, sin contemplaciones, sus críticas contra los señoritos del pueblo. El texto comenzaba así: “Entre la fauna de parásitos que para su devoción y defensa fomentó la monarquía que hemos venido padeciendo figura uno que por sus conocidos hábitos de dominio, incultura acreditada, cerril comportamiento y manifiesta inclinación a vivir del trabajo ajeno, constituye un serio y constante peligro para la República en los medios rurales. Nos referimos a esa turba de holgazanes de profesión que todos conocemos y podemos designar bajo el concepto de “señoritos de pueblo”. Ante este inicio se puede imaginar lo que viene después. Se habla del señorito como “descendiente de caciques” o de “forajido vestido de señor”. Ese periódico fue dirigido por Antonio de los Ríos, alcalde durante la Segunda República en dos ocasiones, y en sus primeros números también figuraron como redactores Manuel Piedrahita Ruiz y Juan Castañeda.

(CONTINÚA EN CANCIONERO)

Nota: Imagen publicada en la revista ‘Tambor’ del antiguo mercado de abastos y ahora Teatro Liceo.

Revista Tambor a

MI INFANCIA, SORBO A SORBO

RELATO
de Rodríguez Alcaide (*)

Cada uno de los recuerdos de mi infancia en Baena es una nueva creación en la que el recuerdo es mi criatura y yo soy su creador. Mi infancia en Baena, expuesta semanalmente en la página del Grupo Amador de los Ríos, es un caos que eternamente se renueva y en el que cada relato busca su lugar y tiene un papel asignado. Voy de y vengo a mi infancia; dejo un recuerdo para volver a otro como esperando el final de esa recreación, pues volver a la infancia es retornar a un mundo en formación. Cuando recreo ese elemento de mi remota memoria me vuelvo a ver a mis ocho o diez años en el aula de mi madre, en la plaza vieja, en el huerto escolar del Juan Alfonso de Baena, en la fiesta de la lechuga, vestido con papel de seda de judío que templa su tambor de caña, en el campanario de San Bartolomé; el olor a horno de leña y a molino de aceite en un barrio austero sin resplandores en el que ningún vecino ni compañero me son efímeros.

Sorprendentemente en mis recuerdos prefiero la dureza de mi infancia y el agradable dejarme arrastrar por aquel torbellino de despreocupación, propio de la niñez. Me decidí a escribir sobre esos recuerdos de infancia, intactos en mi memoria, para librarme de su atracción. Y es que esas rememoraciones no eran cosas gratuitas prestadas por un día sino marcas indelebles en la formación de mi personalidad. Quedó en mi grabado que el pan, el aceite, el azúcar, habían alcanzado sus más elevados precios en tanto que las necesidades de mi casa y las de mis amigos eran mínimas; quedó en mi memoria asentada que el estraperlo luego se denominaría inflación en un mundo sin racionamiento.

Mis amigos de aquella infancia se han desparramado; quizás ellos no conserven de ella sino un vago recuerdo; yo, sin embargo, con diafanidad los vuelvo a encontrar en el cuaderno de mi memoria; estos relatos-recuerdos son considerados por mi como cimientos básicos de mi existencia, pues al rememorarlos me producen un gozo íntimo. De haberlos escrito en un diario probablemente el relato habría sido más seco, ingenuo y rico en matices ante mis ojos.
No ha sido un pesar nostálgico lo que se me ha impulsado a recordar sino el placer de elevar estos recuerdos al rango de documento digital y haciendo de cada relato una ficha de mi identidad baenense y también de singularidad. Es un modo de creer en mi existencia y ahora cada vez que lo necesite recurriré al cuaderno digital del Grupo Cultural Amador de los Ríos. Yo creo en Dios sin necesidad de pruebas; siento necesidad ahora de estas pruebas para verificar mi infancia. A esta edad de mis 75 años no creo en los sueños presentes y es más fácil creer en los pasados que son los recuerdos que he tratado de fijar para que no se dejen contaminar por otros imaginarios.

Es un modo de proyectar mi alma en mi pasada infancia. Ese cuaderno digital es una sinfonía de apariencias que fueron realidades en las que me plazco. He saboreado mi infancia en Baena poco a poco, a sorbos. Al cerrar este cuaderno distingo mejor el conjunto de mi niñez como danza serena de mis días en Baena. Las páginas de este cuaderno han sido creadas para que acompañen a mis soledades. Adiós, hasta siempre.

(*) José Javier Rodríguez Alcaide es catedrático emérito de la Universidad de Córdoba e Hijo Predilecto de Baena.

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