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«Fuego en el palacio del señor de Baena», de Rodríguez Alcaide (*)

RELATO

Sobre la colina escarpada su castillo, que roza las nubes cuando en invierno se abajan. Sobre el enorme dorso de su cuesta la mole espectacular de sus torres de dura piedra, que me parecen gigantes. Las murallas contemplan su perfil en el río, que nace en el manantial del Marbella, dominando desde la Almedina el llano inmenso que a Zuheros lleva. Yo he visto en sus almenas cómo graznaban las aves de presa y hacían sus nidos los vencejos negros. Desde ese castillo no se ve sobre el río Marbella sino un pequeño puente de piedra pero sí el pendón que sobre la torre del homenaje ondea como corona, con la sangre de la espada del duque de Sessa. Los comerciantes compraban y vendían en su patio de armas; los peregrinos cantaban por las calles de Baena con sus cabezas desnudas y ascendían camino de Santa María. En la entrada del Castillo se arremolinaban dominicos y franciscanos, aventureros y excomulgados, gentes de guerra, que solían discutir en las tabernas. En los viernes de Baena siempre peroraba, junto a Santa María, un predicador de indulgencias, cubierto de sacos, penitente y flagelado por los nudos de su cuerda.
Todo esto ocurrió en tiempos del gran cisma de Occidente, treinta años después de la muerte del de Huesca, que se hizo Papa y por nombre acuñó el de Benedicto XIII. Fue periodo de hambre en las comarcas de Cabra y Baena; hambre que subió hasta el castillo. Sin pan ni vino las piernas se hacían de corcho para subir a la Medina y se quemaron olivos para poder calentarse en invierno. Por todo el palacio del Duque se oyen gritos de alerta. Algo traspasa las troneras de la torre del homenaje y asciende por pasillos palaciegos y por el caracol de la escalera, por laberintos y rampas hasta alcanzar al gran salón de la Duquesa. Alto y amplio gran salón, cuyas gigantescas nervaduras de su bóveda estaban pintadas al fresco del cielo sus magnificencias. En el salón, el gran duque sentado en su sillón, vestido de púrpura, con larga barba, ojos hundidos y un fondo de tristeza. Ve a Baena desgarrada, ante tanta hambruna, agitada y mirando al duque como timón destrozado. Fue el día de la gran desgracia de Baena.

El palacio ardió y el fuego serpenteando cruzó por sus almenas, azuzado por el frío cierzo. El duque se pone en pie, se endereza, se yergue y camina por el pasadizo que lo lleva hasta el Marbella. En vano disimula su angustia y se escurre por el pequeño túnel entre el estrépito del viento. Las campanas de Santa María tocaron a fuego para que acudiera el pueblo que, encadenando cubetas, intenta apagar las llamas con el agua de la cisterna; del aljibe del castillo un río de cubetas esparcía agua y más agua para apagar el incendio, en tanto Duque y Duquesa huían por el pasadizo para salvar su pellejo.

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Apagado el fuego y tras dos años, reconstruidos Palacio y Castillo, volvieron los Duques a Baena con su nobleza, desplegando el mayor fasto y brillando entre el apagador pueblo, pasearon sus sedas y sus brocados, damascos rojos y armiños para dar gracias a Dios. Por los floridos olivos, que se alinean al pie de la loma, juegan donceles, pajes y bufones que se entretienen. Los trompeteros corren hacia Santa María en agradecimiento.

El Señor de Baena entra en palacio bajo palio y en la plaza del castillo se ven labradores y aparceros, peones y carreteros, la huevera con su burro, y el peletero de la Señora Duquesa. Es el gran día, esperado, del regreso del de Sessa. Guardando están los pastores sus ovejas; trazando surcos están labradores con sus mulas y por los caminos del monte Horquera van los muleros cantando y tirando de sus carretas.

En el agua del Marbella todo es vida, todo florece y germina. Baena exulta y pulula y el sol deslumbra para recibir en palacio al gran Conde de Cabra y Señor de Baena. Junto al Duque de Sessa el sonido estridente de los tambores y picando espuelas brilla el anhelo vagabundo de una juventud inquieta. Los caballeros, que acompañan al duque y a la duquesa, entran en el patio de armas, espadas en alto, en una algarabía inmensa. Y, en el gran Salón, ¡qué riqueza! En los tapices brillaban las armas de los de Aguilar. Y el Señor sabía que aquella era su fiesta.

Avanzó hacia su trono, altanero y gravemente, sacudió su cabellera y frunciendo el ceño, exclamo ¡Viva Baena, cabeza de mi Condado y Señorío de nobleza! Nadie recuerda aquel fuego; nadie se duele de aquella hambruna en este gran día de fiesta. Todos vitorean al Duque; todos, hasta la Nobleza.

(*) José Javier Rodríguez Alcaide es catedrático emérito de la Universidad de Córdoba e Hijo Predilecto de Baena.

Relato Palacio

ACEITUNEROS DE PACO ARIZA

La presencia de la cultura del aceite de oliva y del trabajo de los aceituneros ha sido una constante en la obra del pintor Paco Ariza, que ha aparecido y desaparecido en diversas etapas de su trayectoria, haciéndose muy presente en la actualidad. Paco conoce muy bien lo que trabaja con sus pinceles y puede describir perfectamente la labor de la recogida de la aceituna como productor de aceite de oliva ecológico que es, añadiéndole el valor de recuperar métodos artesanales que hunden raíces en el pasado.
En este fragmento de un cuadro de grandes dimensiones que se encuentra en la oficina de Cajasur, en la calle Amador de los Ríos, descubrimos a tres aceituneros en plena labor. La pintura es una recreación de una vista de Baena en la que aparece en primer lugar esta escena de aceituneros creada hace ya unas décadas.
Después llegarían su vistas aéreas de olivares y trigales, su investigación de cuadros de olivares realizados con ordenador, su escultura en la Plaza de la Iglesia de Guadalupe o la integración de capachos de esparto en su obra más reciente.

Aceituneros Paco Ariza

¿POR QUÉ ES DIFERENTE LA SEMANA SANTA DE BAENA? (y III)

Texto y Foto: FRANCISCO EXPÓSITO

LAS ESCENIFICACIONES BÍBLICAS
Si la figura del judío tamborilero hace única a la Semana Santa de Baena, otra de las peculiaridades que enriquecen su diferencialidad es la representación de escenificaciones en las distintas procesiones. Veamos cuál es su origen y los principales pasos que se han conservado. La introducción de elementos escénicos o musicales que rompan con la sobriedad de las procesiones del siglo XVI se producirá durante el Barroco, cuando comienzan a utilizarse de manera paulatina. Primero fueron una o varias trompetas de latón que se colocan delante de la procesión y llaman la atención de las personas. Después se añadirán los tambores, tal y como sucedía en Baena con la procesión del Santo Entierro en el siglo XVII. Durante esta centuria también se hará habitual que músicos y cantores entonen el Miserere.

No obstante, uno de los rasgos fundamentales del Barroco es la incorporación de nuevas imágenes a las procesiones y, sobre todo, la escenificación de sermones de la Pasión, que suelen realizarse en la plaza pública o un lugar céntrico del municipio, y la incorporación a los desfiles de personajes bíblicos que llevan rostrillos en sus caras. Así sucede durante el siglo XVII en Baena, que añade las figuras bíblicas y las representaciones. Las escenificaciones que se llevaban a cabo entonces se pueden conocer a través de un escrito del guardián de la comunidad de San Francisco al obispo Pedro Antonio de Trevilla en febrero de 1808. El citado guardián dice que se escenifican el sorteo de la túnica de Jesús, se realiza el prendimiento, los paseos a las casas de los pontífices, la coronación de espinas, la caída de Adán y Eva, el sacrificio de Abraham y se narra la pasión de Cristo.

La Semana Santa de Baena es una de las que han conservado más elementos escenográficos de siglos pasados durante los recorridos procesionales. Todo ello a pesar de las distintas prohibiciones que se produjeron por parte del rey Carlos III, que dictó reales cédulas sobre prohibición de empalados, disciplinantes, bailes y pasos en la Semana Santa, a lo que se unió también la oposición eclesial, sobre todo a raíz de las prohibiciones del obispo de Córdoba, Pedro Antonio de Trevilla, en 1820. Los pasos, al ser elementos visuales y orales transmitidos a lo largo de las décadas, se han conservado de manera muy erosionada en nuestros días, por lo que su recopilación originaria es muy difícil y se ha de recurrir en muchas ocasiones a los recuerdos orales de personas mayores. El único texto escrito corresponde al Sermón de la Pasión, gracias a la copia realizada por José María López y Arriero en 1857.

¿Pero qué son los pasos? Juan Torrico Lomeña los define como “escenificaciones bíblicas hechas por los cofrades en el transcurso de las procesiones o en intermedio de éstas, y que como toda tradición sin una reglamentación escrita, han sufrido la erosión del paso del tiempo”. En un intento de recuperar y conservar los pasos de la Semana Santa de Baena, Juan Torrico recopiló en 1990 las escenificaciones en un libro que dividió en tres capítulos: el relato bíblico y evangélico, el detalle de los pasos y su ceremonial y las escenas de la creación y de la pasión de Jesús.

Los pasos más populares son el de los Evangelistas, que representa la persecución de los discípulos de Jesús por los judíos, el Prendimiento, el lavatorio de los Apóstoles, el abrazo de Jesús, la ofrenda de los atributos y martirios de los Profetas y los Apóstoles, el sermón del paraíso o el sorteo de la túnica por los sayones. A estos habría que añadir otros pasos destacados que ya no se escenifican en la actualidad, como sucedía con el Descendimiento de Jesús o la bendición de Jesús a los presos.

NOTA: La imagen recoge la representación del Sermón del Paraíso, que tiene lugar el Viernes Santo por la mañana.

Paseo

¿POR QUÉ ES DIFERENTE LA SEMANA SANTA DE BAENA? (II)

Texto y Foto: FRANCISCO EXPÓSITO

LA RIQUEZA PATRIMONIAL
La importancia histórica de la villa de Baena, con destacados mecenas del arte religioso, ha quedado reflejada en la Semana Santa. Durante los recorridos procesionales desfilan valiosas imágenes pertenecientes a la escuela granadina de los siglos XVII y XVIII. Todo ello a pesar de que durante la Guerra Civil, Baena fue una de las localidades cordobesas en las que más arte religioso se destruyó, tal y como demuestra el hecho de que una cofradía, la de la Vera Cruz, Nuestro Padre Jesús del Prendimiento y María Santísima de la Esperanza de San Juan, vio cómo todas sus imágenes, algunas de gran valor artístico, desaparecían en los años treinta.

La presencia del arte de Juan de Mena, Pedro de Mena, José de Mora o Pablo de Rojas se identifica en algunas de las tallas procesionales, aunque, como sucede en otros municipios, uno de los grandes problemas o carencias del arte cofrade se encuentra en la certificación de las atribuciones, cuestión difícil de solventar, por lo que en la mayoría de las ocasiones sólo es posible acercar su procedencia a determinada escuela o taller.

Así sucede por ejemplo con las imágenes de Jesús de los Azotes y Jesús de la Ventana, que se han atribuido al taller de Pedro de Mena, José Risueño o José de Mora, integrantes de la escuela granadina de imaginería. En el mismo caso se encuentra la talla del Cristo de la Sangre, declarado bien de interés cultural, y que se cree que es obra de Pablo de Rojas, o el San Juan que desfila también el Viernes Santo por la noche, que se considera obra de Pedro de Mena.

En otras ocasiones, la imposibilidad para distinguir el estilo de la talla manifiesta la ignorancia sobre su procedencia. Esto ocurre en el caso de la talla del Santísimo Cristo del Perdón, perteneciente a la cofradía del Jueves Santo noche, que es la escultura más antigua que desfila y que se vincula con el gótico de finales del siglo XV.

La presencia del Barroco granadino
A pesar de que durante la Guerra Civil se perdieron algunas de las imágenes más valiosas de la Semana Santa de Baena, sobre todo las pertenecientes a la cofradía del Jueves Santo (entre ellas se encontraba como una de las imágenes más valiosas un San Pedro atribuido a Juan de Mena), durante el recorrido procesional se pueden observar algunas valiosas tallas pertenecientes sobre todo a la escuela granadina barroca, aunque también de la escuela sevillana.

El Miércoles Santo desfilan tres de las imágenes más destacadas de la imaginería baenense: Jesús de los Azotes, Jesús de la Ventana y la Virgen de los Dolores. La imagen de Jesús de los Azotes, que es llevada a hombros por la hermandad de tambor ronco del mismo nombre, es una talla de cuerpo entero realizada en madera policromada. Hasta ahora se había considerado perteneciente al taller de Martínez Montañés, concretamente al cordobés Juan de Mesa. Recientemente, otros historiadores la han vinculado al taller de José Risueño, integrante de la escuela granadina.
El Ecce Homo es procesionado por hermanos de vela que llevan a
hombros la imagen. Aunque tradicionalmente se ha atribuido también a Juan de Mesa, recientemente se ha vinculado a la escuela granadina, concretamente a José Risueño o Pedro de Mena. Es una talla de cuerpo entero realizada en madera policromada en el siglo XVII. La Virgen de los Dolores se atribuye a Pedro de Mena.

Los desastres de la Guerra Civil dejaron a la procesión del Jueves Santo sin imágenes al arder en el año 1936, por lo que la cofradía tuvo que realizar un enorme esfuerzo económico para adquirir las nuevas tallas y completar la escenografía imaginera. Sin duda, una de las pérdidas más importantes fue la de la San Pedro en el paso del arrepentimiento, una de las mejores esculturas de la imaginería baenense que se atribuía a Juan de Mena, según algunos investigadores, y a Alonso Cano, según otros. Hasta 1940, año en el que la cofradía adquirió la talla de Jesús del Prendimiento no comenzaría la lenta adquisición de imágenes. La última de ellas, la perteneciente a San Juan, procesiona desde 1988.

La cofradía del Santísimo Cristo del Perdón cuenta con la imagen más antigua de la Semana Santa de Baena, pues se data a finales del siglo XIV o principios del XV. Aunque es de autor desconocido, se incluye dentro del estilo gótico y cercana al círculo de Diego de Siloé.
El Viernes Santo es, junto al Miércoles Santo, el día que desfilan las imágenes más valiosas, sobre todas las pertenecientes a la cofradía del Dulce Nombre de Jesús. Por la mañana, destaca el recorrido procesional de Jesús Nazareno, perteneciente a la escuela sevillana, concretamente a Miguel de Perea, y de la Virgen de los Dolores, talla del siglo XVII que se atribuye a la escuela granadina.

Es en la cofradía del Dulce Nombre de Jesús donde con mayor nitidez se observa la presencia de la escuela granadina, en las imágenes del Cristo de la Sangre (atribuido a Pablo de Rojas), San Juan (vinculado a Pedro de Mena), María Magdalena (procedente del taller de Pedro de Mena) y Nuestra Señora de la Soledad (que Julio Fernández y José Luque Requerey relacionan con el taller de José de Mora y otros autores con Pedro de Mena).

NOTA: En la imagen, Cristo del Perdón, la talla más antigua de pasión que procesiona en la Semana Santa de Baena.

(CONTINUARÁ)

SS Baena II

¿POR QUÉ ES DIFERENTE LA SEMANA SANTA DE BAENA? (I)

Texto y Foto: FRANCISCO EXPÓSITO

Partamos de sus valores reconocidos por la Administración central antes de definir sus peculiaridades. La Semana Santa de Baena fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional por una orden del 18 de octubre de 2001 publicada en el BOE el 15 de diciembre de ese año. La celebración es una de las más peculiares de Andalucía y ahora aspira a su reconocimiento internacional, para lo que une tradiciones únicas que se remontan a los inicios del movimiento cofrade cordobés posteriores al Concilio de Trento, con otras peculiaridades que sólo se pueden descubrir en Baena.

Los siete días más intensos de la antigua villa son precedidos por numerosos actos protocolarios y la celebración de sus peculiares misereres desde el Miércoles de Ceniza. Todos los viernes de Cuaresma se celebran misereres en los que desfilan los judíos y a los que se irán uniendo otras hermandades a medida que se aproxima la Semana Santa. La variedad, al margen de la presencia de varios miles de judíos (colinegros y coliblancos) y el fervor hacia la imagen de Jesús Nazareno, es la otra gran característica que distingue a la Semana Santa baenense. Hermandades de vela, de capirote y de gorro de petaca, peculiaridades como los trajecillos blancos o idiosincrasias como los sayones dan el colorido a los desfiles procesionales. Las escenificaciones de diversos fragmentos bíblicos añaden personalidad a las procesiones.

La importancia histórica de Baena, con destacados mecenas del arte religioso, ha quedado también reflejada en la Semana Santa. Durante los recorridos procesionales desfilan valiosas imágenes pertenecientes a la escuela granadina y sevillana de los siglos XVII y XVIII. La presencia del arte de Pablo de Rojas, Pedro de Mena o José de Mora se identifica en algunas de las tallas procesionales, aunque, como sucede en otras ciudades, uno de los grandes problemas o carencias del arte cofrade se encuentra en la certificación de las atribuciones, cuestión difícil de solventar, por lo que en la mayoría de las ocasiones sólo es posible acercar su procedencia a determinada escuela o taller. Junto a las imágenes del Cristo de los Azotes y el Ecce Homo, atribuidos a José de Mora, una de las imágenes más valiosas es la del Cristo de la Sangre, declarado bien de interés cultural por la Junta de Andalucía, y que se vincula a Pablo de Rojas. La imagen más antigua es la del Santísimo Cristo del Perdón, de finales del siglo XV. Una treintena de imágenes, a hombros de sus hermanos, procesionan por las calles de Baena.

EL JUDÍO, FIGURA PECULIAR
El paso de las décadas ha convertido al judío en la exaltación del pueblo que representa, el israelita, en la Semana Santa de Baena. A pesar de que en su origen, como en el resto de los pueblos semanasanteros de España, este personaje surgido con la nueva Semana Santa propugnada por el Concilio de Trento llegaba a convertirse en una burla de los judíos que habían propiciado la muerte de Jesucristo, en Baena, municipio donde convivieron en equilibrio las tres culturas hasta el siglo XV y en el que residían muchos representantes de este pueblo hasta la expulsión dictada por los Reyes Católicos, la huella de su influencia ha quedado reflejada en ilustres como Juan Alfonso de Baena, primer autor de una antología de la poesía española hace ya cinco siglos, o Amador de los Ríos, uno de los primeros cristianos que revisaron en el siglo XIX el pasado judío de España.

En la Semana Santa se ha transformado el judío en la exaltación de un pueblo que abandera este personaje como el principal de la representación de la Cuaresma en los desfiles por las calles de Baena. Los varios miles de judíos que rompen el silencio del día y la noche durante la Semana Santa configuran esta celebración religioso-cultural como una de las más peculiares de España. Los tambores de Baena, como los de Hellín, Calanda, Moratalla o Alcora, irradian sus sonidos desde hace décadas, pero si a esto se une el singular vestuario del judío, con bellos crines de caballo que se desploman desde cascos militares coronados por multicolores plumas, la constitución del judío hay que considerarla como una figura fundamental de la historia de la tradición y las costumbres españolas.

El arraigo y la difusión alcanzada por el judío como elemento fundamental define el periodo cuaresmal. Su historia primitiva se remonta al siglo XVII-XVIII cuando se convertía en una sátira del pueblo judío y vestía coloridas túnicas y carátula de cartón. Sin embargo, el judío actual apareció en el siglo XIX, cuando comenzó a desfilar con lanzas, rosarios e incluso paraguas. Hasta el siglo XX no se generalizó el tambor entre los baenenses. La división de las colas, negra y blanca, eterno misterio, se estima que se pudo producir definitivamente en los años veinte de esta centuria, cuando se consolidó la figura del judío en la Semana Santa.

Pero si algo distingue al judío, además de su indumentaria, es el paradójico contraste que de manera simbiótica confluye en este personaje, desde la disciplina y el respeto estricto al protocolo, a la anarquía y el desorden. Todo es uno en el judío, y sin la rigidez de su actuación no se podría comprender la flexibilidad de sus formas.

(CONTINUARÁ)

SS de Baena

ANDRÉS NÚÑEZ DE PRADO. UN VANGUARDISTA DEL ACEITE DE BAENA

Hace ahora 15 años fallecía en Baena, tras una larga enfermedad, el empresario Andrés Núñez de Prado, uno de los cuatro hermanos que emprendieron el proyecto de impulsar la almazara familiar y llevar el aceite virgen extra de Baena a los cinco continentes. Ingeniero técnico agrícola, Andrés era el director técnico de las fincas de olivos y de la almazara. El funeral, que tuvo lugar tal día como hoy de hace 15 años, se celebró en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Un millar de personas tributaron el último homenaje a uno de los grandes impulsores del aceite de Baena. En aquellos años, la almazara Núñez de Prado se convirtió en una de las más conocidas en el mundo. Unas 20.000 personas visitaban cada año sus instalaciones y por sus históricas paredes pasaron la ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, y el comisario de agricultura de la Unión Europea, Franz Fischler, además de gran número de diplomáticos europeos.

COMENTARIO: F. EXPÓSITO

Andres Nuñez de Prado

RELATO. EL VIEJO DE LA CALLE CÓRDOBA, de Rodríguez Alcaide (*)

La alegría se insinuaba en mí e iba extendiéndose de modo imperceptible. De repente la aparición de mi pueblo entre el mar de olivos, aún distante en la densa calima del mediodía, violando sin preaviso la paz de los olivares, solo alterada por el vuelo de algunos gorriones que surgían del arroyo. Dejar las curvas de los meandros del Marbella y ver la blancura de sus casas era como interludio de una verde realidad. Casas blancas, unas encima de otras, sin ahogarlas, varadas en seco en la ensenada de olivos. Dejar el olivar y entrar en el pueblo por el puentecillo era romper la costra del tiempo; del tiempo de verano en Obejo, a cuyo lugar yo había ido a pasar parte del estío con mi abuela materna.

Había un viejo, sentado en la puerta de su casa, calada su gorrilla, como escudo de sus pensamientos. Más viejo, mucho más que mi abuela, me atrajo el espectro de las generaciones que había entre el viejo, mi abuela, mi padre y yo, rechazando el esquema de los muertos. Yo presentí, al ver al viejo sentado, una esencia que fue muy viril y una gracia redentora que había dejado en Obejo, junto a mi abuela.

Baena, al volver de Obejo, era un lugar de vida; era como un sueño sin ancestral amenaza, de generosa vitalidad. Había como una omnisciencia mítica en San Francisco o una alianza con los dioses en la Almedina y me preguntaba: ¿dónde está el secreto de su prosperidad?

Volvía de Obejo para reclamar mi lugar en calle Llana y plaza vieja y al subir por la empinada calle desde el puentecillo ves sentado al viejo glorificado y esclavo de su vejez. Me había dejado golpear por los brazos de los olivos desde Espejo y ahora me atraía la serenidad del viejo apostado y somnoliento en el umbral de su blanca casa. No había sombra de ira en su rostro, ni resentimiento por un pasado fracaso; en su faz solo había paz.

En silencio le observé con lentitud reposar su mentón sobre su pecho y vi que se me agrandaba su personalidad. Estaba sereno y acostumbrado al seco calor de agosto; no tenía la vacía mirada del aburrimiento sino hipnotizado por el sol que destelleaba en el empedrado de la calle. Hablaba consigo mismo, como en susurros, con la esperanza de que Dios le reclamará su propia existencia. No me pareció que ese viejo estuviera vacío sino repleto de experiencia. Había sido jornalero, segador, albañil y hasta carpintero. Llegó a heredar una huerta en la madurez de su vida y a ella dedicó su fortaleza. Ahora, sentado a la puerta de su casa, no sabe qué hacer como no sabría que hacer en su silla un inválido. Era como mensajero de una vieja corriente. Al pasarlo, le dije: ¡buenos días José! Su felicidad era evidente, pues me contestó: ¡Ve con Dios, Pepito Javier!

(*) José Javier Rodríguez Alcaide es catedrático emérito de la Universidad de Córdoba e Hijo Predilecto de Baena.

La imagen corresponde a una vista posterior de la iglesia de San Francisco de Baena.

Iglesia de S Francisco

EL TREN DE BAENA, RECUERDOS DE JUAN TORRICO LOMEÑA

Juan Torrico Lomeña escribirá en el número de abril de 1985 de la revista ‘Nueva era’ un artículo titulado ‘El trenillo de Baena’, en el que el cofrade ejemplar recordará sus vivencias y a las personas que formaban parte de la historia del ferrocarril de la localidad. Torrico Lomeña habla de que los factores económicos y de un corrimiento de tierras para declarar su clausura definitiva. El artículo se inicia con la justificación del nombre, ‘el trenillo de Baena’: “El trenillo, así era familiarmente llamado el tren que hacía el servicio de la Estación de Luque a la de Baena, por el reducido número de sus unidades, la siempre reluciente máquina de vapor, uno o dos vagones de jardinera para viajeros, y el furgón. Era un tren de película propia del Oeste, o de ambiente romántico, en el que los chiquillos vivíamos verdaderas aventuras entre los olivares de las Nieves y las Mercedes, y de jóvenes, soñadores de viajes”. 

Torrico cuenta que cuando llegaba la feria eran los momentos de mayor actividad del trenillo: “Los días próximos a la Feria, era un especial atractivo ir a la Estación, para ver la llegada de los carromatos del circo y de los diferentes cacharros, coches locos, norias, caballitos, carrusel y columpios. Ir a la Estación siempre era algo de aventura, y se procuraba llevar merendilla, para tomársela furtivamente, metidos en un coche de mercancías, o sentados en el andén, viendo como cargaban la máquina de agua, o limpiaban sus metales relucientes, o la faena de maniobra, para enganchar vagones cargados de Harina de la Fábrica de José Mª Onieva Ruiz, aceite de Prado y Núñez, paja de mi abuelo Juan Lomeña Guzmán, o de abonos, garbanzos y cebada de Manuel Pérez Muñoz”.

El cofrade ejemplar recuerda también que fue utilizado para rodar una escena de una película: “En los años cuarenta, fue utilizado para realizar una escena de la película ‘La boda de Quinita Flores’, interpretada por la bella Lina Yegros y el apuesto galán Rafael Durán. Los intérpretes bajaban por la ventanilla, la maleta, el maletín y la sombrera, y se marchaban en coche de caballos al Hotel los Rosales de Priego, donde se desarrollaba la película”.
Asimismo, recuerda el día que se estrelló la máquina contra los topes al final de la vía, “quedando empotrada en la falda del cerro de la carbonilla, no quedando chiquillo sin verla”.

Juan Torrico describirá cómo era la Estación de Baena: “La Estación tenía un bonito trazado, con la tradicional campana en la pared, y los aparatos transmisores propios de la época, que nos llamaba mucho la atención, como el aparato expendedor de billetes; la Estación y su vida, tenía algo de misterioso para la fantasía de los niños, y mucho de positivo para la vida comercial del pueblo. El hecho de haber sido un ramal, de la línea Linares-Puente Genil, y un corrimiento de tierras, hicieron que fuese clausurada, y después desmantelada”.

Torrico Lomeña se acordará de las personas vinculadas con el trenillo: “Los empleados de Renfe de servicio en la Estación, eran personas muy conocidas y respetadas, recuerdo el aire bonachón de D. Reinaldo Bolaños, que fue Jefe de Estación muchos años, D. Ángel Cabrera, el Jefe de tren, todo amabilidad y corrección, a Bustos, el sonriente Factor, y a Manuel Domínguez, el paciente y laborioso guarda abujas, que dio su vida de trabajo en la Estación de Baena, y una familia plena al servicio de la Renfe, habiendo sido su hijo Bernardo el último Jefe de Estación. Recuerdo igualmente a tres baenenses que también fueron parte integrante de la vida de la Estación Rafael Algazara, con su carro de mulos, que para sacar las ruedas de aquellos profundos baches tenía que usar tanto del látigo que fustigaba los lomos e ijares de los mulos, como de su especial vocabulario revuelto de fuertes jipios y lamentos, y cariñosas palmadas en las nalgas, para poder salir de aquellos barrizales, que hacían sudar a las caballerías. Rafael Santiago, el consignatario, también fue otro luchador con méritos para figurar en la lista de honor, y no podemos olvidarnos de Fernando Leva, el encargado de Prado y Núñez, que facturó miles de vagones del mejor aceite de oliva, y los recibía de azúcar morena y arroz, siendo conocedor de los artilugios del oficio y de las ordenanzas y reglamentos de la Renfe. Para ellos nuestro respetuoso recuerdo y amistad, como para la familia del Castillo, igualmente vinculada a la vida de la Estación. Y Gabino Rubia, con su diligencia de viajeros a la Estación de Luque”.

Nos encontramos ante un valioso testimonio para conocer cómo era el tren que unía Baena con Luque, donde ahora se encuentra la vía verde inaugurada durante el último mandato como alcalde de Luis Moreno. Este texto describe como ninguno aquellos recuerdos de miles de baenenses durante la posguerra.

Selección y comentario: F. EXPÓSITO.
Nota: La foto corresponde a un retrato de Juan Torrico realizado por María José Iriondo y que se encuentra en la sala de investigadores del Archivo Municipal de Baena.

Juan Torrico

LA ERMITA DE LOS ÁNGELES

La ermita de los Ángeles se encuentra a unos cinco kilómetros de Baena, junto a un peñasco situado cerca del arroyo Marbella y de la antigua Iponuba. El poeta baenense Miguel Colodrero Villalobos 

(http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Colodrero_de_Villalobos)

compuso el siguiente soneto, que ilustramos con una fotografía reciente. Este poema se puede leer en el interior de la ermita. Se titula: 

“A un peñasco en cuyo costado está labrada de piedra

Nuestra Señora con su Hijo en los brazos”

Un risco, a cuyo pie besa Marbella
con diáfano humor corriente y frío
tan poco vano, tan humilde río
que besa el pie de quien sus labios huella.
¡Gigante peñascoso se descuella
y con bruto y soberbio señorío
registra cuanto incluye el valle humbrío
que un poderoso todo lo atropella!
Acia el costado de esta cumbre dura,
en brazos de su madre, está labrado
el sol, a cuyos rayos todo medra.
Atiende, o pasajero, a su estrechura
que aunque de peña bronca está formado
tiene gran propiedad, que Cristo es piedra.

En el siguiente enlace podemos acceder a su libro “Varias rimas”:

http://books.google.es/books?id=swGki3guVBoC&pg=PR4&lpg=PR4&dq=miguel+colodrero+de+villalobos&source=bl&ots=hcqim6i3Qj&sig=rsVw6OZWeJvj7yeROYlf-OQ3L8E&hl=es&sa=X&ei=6Aa3Ud2iG8XRhAeazoDgDA&ved=0CHwQ6AEwDw

También podemos conocer más de Colodrero Villalobos a través del portal del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena:

http://www.juanalfonsodebaena.org/baena/personajes/miguel-colodrero-villalobos

Ermita Los Angeles

«VENCEJOS EN SAN BARTOLOME»

RELATO de Rodríguez Alcaide (*)

Durante aquellas largas tardes-noche de verano, repleto de inanición, me acercaba a San Bartolomé a mirar la vertiginosa evolución de los vencejos en el cielo. Observaba a los vencejos perseguirse con gritos salvajes allá arriba en las alturas revoloteando alrededor de la torre de la Iglesia. En los días de tormenta seca del verano bajaban a la altura de los tejados de las casa y desfilaban en vuelo rasante de la torre a la calle para atrapar en vuelo a los mosquitos alelados y retornar a los boquetes de la pared de la torre. Siempre me pregunté la razón de aquellos chillidos; no sabía si eran gritos de guerra entre los vencejos o de alegría por la nube de mosquitos que rodeaban el campanario de San Bartolomé; quizás fuera un modo de cháchara al igual que hacían a las puertas de sus casa mis convecinas. Había tardes-noche en las que los vencejos parecían alocados; desfilaban desordenadamente cada vez más deprisa y sus chillidos eran rápidamente más penetrantes y agudos, como pinchazos en mis tímpanos. ¿Por qué parecía que se perseguían?

Me sentaba en la acera de enfrente de San Bartolomé, cerca de una tienda que vendía tabaco, casi abocado a la calle Alta, y era imposible alejarme de la fascinación que me producía aquella loca diversión de los vencejos. Allí me quedaba pasmado, absorto y sentado, hasta que, llegada la noche, los vencejos se escondían en los huecos de los andamiajes de los muros de la torre, cercanos al campanario. Algunas palomas zuritas o torcaces también tenían en el campanario su nocturna posada.

Cuando volvía hacia mi casa en Puerta Córdoba nº2, frente al paredón, me imaginaba que podría echar a volar aprovechando aquella solitaria libertad llena de fulgor y de intimidad. Ahora a mis setenta y cinco años recuerdo aquellos viajes con los vencejos por todos los países de las ensoñaciones de mi alma. Aquellas palomas torcaces de San Bartolomé y la bandada alegre y alocada de vencejos son como pájaros alojados en mi memoria infantil que la llenan del color de la emoción. Provisto de mi tirachinas jamás se me ocurrió tensar la horquilla porque estaba seguro de la imposibilidad de acertar en la pechuguilla de algún vencejo, arquitecto de rapidísimas volutas en el aire. Ante los vencejos no cabía nada más que observar y mirar; no podía pensar en una excitación que les pudiera destruir sino en una obligada y atónita contemplación. Llegada la noche el silencio rodeaba la torre de San Bartolomé y yo bajaba desde mi puesto de acecho, cerca de la angostura que enlaza con el calle Alta, para por el empedrado acercarme a la barbería de Pablo que todavía seguía abierta. Me sentaba en el escalón del umbral, adjunto a la puerta de mi casa, y empezaba a soñar que podría algún día volar en el aire más rápido y con más agilidad que los vencejos. Estos vencejos no se parecían en nada a los colorines de las huertas con sus gorgojeos sonoros y sus tonadas, su plumaje rojizo en la pechuga y su mínimo vuelo asustadizo de junquera en junquera o de allí al olivar. Torre de San Bartolomé en verano, rodeada de los vencejos, era el contrapunto de la sosegada y calurosa paz de las huertas en el Calabazar. ¡Torre de mi infancia con su corte de agilísimos y ligeros vencejos!

(*) José Javier Rodríguez Alcaide es catedrático emérito de la Universidad de Córdoba e Hijo Predilecto de Baena.

Vencejos S Bsrtolome

LAS LEYENDAS DE VALVERDE Y PERALES

Con motivo del centenario del fallecimiento del historiador Francisco Valverde y Perales, el teatro Liceo acogerá los días 14 y 15 de junio, a partir de las 21.00 horas, la representación de tres leyendas del escritor baenense. Se pondrán en escena ‘Las emparedadas’, ‘La Virgen de la Consolación’ y ‘El anillo de la duquesa’. 

El acto está organizado por la Fundación Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena y el Aula de Teatro de Baena. El precio de la entrada será de 5 euros en taquilla y 4 en venta anticipada en las papelerías Séneca, Alba y Lucena.

En la fotografía, página de la primera edición de ‘Leyendas y tradiciones. Toledo. Córdoba y Granada’

(http://www.juanalfonsodebaena.org/libros/francisco-valverde-y-perales-3/leyendas-y-tradiciones-toledo-cordoba-granada-1900#/0), publicada en 1900. Corresponde al inicio de la leyenda ‘La Virgen de la Consolación’, que será una de las tres representadas. A este libro, como al resto de la obra de Valverde y Perales, se puede acceder a través de la página web del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena

(http://www.juanalfonsodebaena.org/).

La Virgen de Consolacion

EL ORIGEN DE TORREPAREDONES, EN EL NEOLÍTICO

Las últimas investigaciones llevadas a cabo en el yacimiento arqueológico de Torreparedones ha permitido situar la primera ocupación humana en este parque en la segunda mitad del IV milenio a.C, aproximadamente entre los siglos XXXIV y XXXI a.C.

Estos nuevos avances han sido posibles gracias a los análisis realizados basándose en el método del Carbono 14 o radiocarbono que permite conseguir unas cronologías casi absolutas. Estos estudios se han llevado a cabo en los laboratorios de la empresa especializada Beta Analytic de Miami (Florida, EE.UU.), según ha indicado la alcaldesa de Baena, María Jesús Serrano, que ha explicado que los “nuevos hallazgos cronológicos son claves, ya que permiten determinar con mayor precisión la evolución histórica del sitio”.

El arqueólogo municipal, José Antonio Morena, ha explicado que la ocupación más temprana detectada en el yacimiento se ha determinado a través del análisis de fragmentos de una semilla de trigo y otra de cebada atrapadas en el interior de una misma pella de barro cocido y corresponden a los trabajos de la última campaña de excavación en el parque arqueológico de Torreparedones, que terminaron en su fase de campo hace varios meses y que continúan en la actualidad con la redacción de la preceptiva memoria científica.

Más información en la web del Ayuntamiento de Baena:
http://www.baena.es/noticias?noticia=1285&return_id=1&plantilladetalle

Origen Torreparedones