Archivo de la categoría: Opinión

Artículo de José Javier Rodríguez Alcaide

DE MI PUEBLO SUS HUERTAS

Había llegado el mes de marzo y empezaban a alargarse los días; los cortados de la carretera empezaban a verdear en sus alcaparras. Cuando se acercaba el crepúsculo el barrio de San Francisco empezaba a animarse pues subían los hortelanos hacia el pueblo y su plaza vieja; se animaba la puerta Córdoba con un poco de movimiento y de vida; las cabras venían ahítas de comer las primeras verderas y en las casa se quemaba en sus cocinas parte de la poda de ramones secos. Todavía quedaba algo de claridad en el azud del río Marbella.

La primavera volvía a mi infancia gélida, vacilante y casi furtiva, todavía sin mucho color pero llena de júbilo; cada día que pasaba riadas de luz se desplomaban del cielo sobre la cortada del Tinte y ya en Abril mantos floridos de deslumbrantes colores de manzanillones blancos y amarillos revoloteaban sobre la languidez de la cuesta pina que iba de la iglesia de San Francisco al comienzo dela Calle Córdoba.

Me alegraba que se acabara el melancólico encanto del invierno cuando en el horizonte acechaban hermosos destellos y crepúsculos vespertinos que todavía no se atrevían a iluminar con su rotundidad mi blanco pueblo. Yo contaba las estaciones como se hacía en el pueblo. Tiempo de matanza, tiempo de lechugas, tiempo de espigadero y era; tiempo de golondrinas, tiempo de tambores, tiempo de holganza; tiempo de candelas, de pajares y de berenjenas en las huertas.

Y en marzo, Semana Santa, en que la tristeza descendía sobre mi tierra pues Dios moría cada año de veras; se velaban los altares de color morado y la amarga pena se mezclaba con la extinción de cirios de olor a cera. Yo me llenaba de infinita tristeza la noche del Viernes Santo y en el Jueves de antes una procesión de mantillas negras llevaban el luto a mi acera.

Se callaban de San Bartolomé las campanas y yo bajaba el Viernes santo a San Francisco con mis zapatos nuevos. Sin embargo, el lunes de Resurrección, cuando la primavera irrumpía en las huertas, la fiesta de la lechuga me alegraba en la mañana abrileña. Veía, cuando bajaba al Marbella, que el murmullo renacía pues volvía la vida a la huerta; salían hormigas aladas y abejas desplegando en sus arrugadas alas la alegría de la primavera en Baena. Repicaban las campanas de Pascua en San Francisco y le contestaban los de San Bartolomé tan cerca; las de mi parroquia sonaban como si tuvieran grietas. Y ya al final de abril la estación anunciaba su tibieza con la danza de mosquitos que ascendían de las huertas. No hay nada tan delicioso como la luz de Abril posándose en sus riberas.

José Javier Rodríguez Alcaide

Catedrático Emérito

Universidad de Córdoba

Artículo de Francisco Expósito

Francisco Expósito publica hoy una columna de opinión en Diario Córdoba  en la que resalta la importancia de Núñez de Prado

(http://www.enresa.es/files/multimedios/SA123_web.pdf)

para el aceite cordobés y andaluz tras el homenaje que recibió ayer en Baena (http://www.diariocordoba.com/noticias/cordobaprovincia/el-sector-del-olivar-reconoce-labor-pionera-de-francisco-nunez-de-prado_763453.html).

Artículo José J Rodríguez Alcaide

La piedra “magrita”

En el pueblo en que yo nací, Baena de Córdoba, había unas rocas que vigilaban el Guadajoz como si quisieran defenderse de oscuros invasores. Era un cortado cargado de leyendas por su color almagra. Cada vez que he contemplado, de pequeño y de mayor, ese bastión o trono de piedra no me he atrevido a acercarme y escalarlo. Su ascenso no es muy escarpado y jamás tenía miedo al peligro. De niño iba al cerro de los Ángeles, a cuyos pies existe una ermita excavada y bañada por el Marbella y no tenía miedo de hollarlo pero jamás osé acercarme a la piedra “magrita”. No era miedo a caerme en su escalada sino aquel sortilegio de niños que en el juego decíamos: “piedra “magrita”, lo que se da no se quita”, con un cierto temor supersticioso como si la piedra “magrita” estuviese maldita. Decían que quienes se atrevían a subir por ella terminaban ahogados en las fauces del Marbella o que quienes no cumplieran la promesa dada serían castigados por el espíritu de esas piedras. Y es que en esas rocas se ocultaba un ser que premiaba a quienes cumplían la palabra dada y castigaba a quienes no la cumplían.

No hay fotografías de ese “ser” pero si existen escritos de quienes dijeron haberlo visto y sentido y afirmaron que esas rocas eran malditas. Carmelo, el fotógrafo, se desplazó varias veces desde Baena al encuentro del Marbella con el Guadajoz para captar su figura pero no tuvo suerte de plasmarlo en su placa bañada de plata.

De niños corrían habladurías que nos tenían atemorizados en relación a la piedra “magrita”. Recuerdo mi asombro y mi indignación cuando nos contaban las maldiciones caídas sobre quienes habían osado subir hacia aquellas piedras.

José Javier Rodríguez Alcaide

Catedrático Emérito de la Universidad de Córdoba

Artículo de Jesús L. Serrano Reyes

EUROPA EN SU LABERINTO
© Jesús L. Serrano Reyes

El euro se fraguó con cierta ingenuidad y chapuceramente, sin tener un sistema de gestión económica mínimamente vertebrado y cohesionado, como lo demuestran las circunstancias actuales. ¡Mientras sopló el viento a favor, ¡qué rica era la brisa!

Desde que comenzó el reflejo mediático de la crisis, nos pretenden ocultar el abismo con “cumbres”, hasta ahora siempre fallidas, como la crónica anunciada de un ““hoy es peor que ayer, pero no mejor que mañana””. Y es que el espejismo de salir de la crisis es como pretender atrapar el mar con las manos.

El desenlace está servido, y es éste: el frágil castillo de arena se ha erosionado hasta desmoronarse. Eso sí, sin brusquedad ni derrumbes que pudieran provocar una ““primavera europea””. Nada de pánico, todo bien secuenciado: hoy un plan de rescate y mañana una cumbre.

Cuando se haya caído en el abismo, sin grandes sobresaltos, tocará salir del mismo. Ya veremos cómo. El fallido proyecto europeo podrá o no recomponerse en función de la lección aprendida. Será un bucle en el tiempo que nos va a retrotraer a condiciones paupérrimas. Algunas conllevarán los mismos efectos que se hubieran producido con una tercera guerra mundial.

Ni Grecia podrá pagar la deuda que tiene, ni los PIGs podrán afrontar la salida de la parálisis de su sistema económico, ni los países como Alemania, Finlandia, Austria, UK, estarán dispuestos a seguir transitando por este camino y con estos compañeros de viaje. Cierto que la globalización convierte a estos países en perjudicados, si el euro se hunde, porque no cobrarán las deudas. Pero, cuando se vea el fondo del túnel, se vislumbrará que es más rentable dejar que se hundan del todo los PIGs y otros países similares que seguir queriendo sujetarlos a costa de estar lastrando su economía presente y su por-venir.

Tras el desmembramiento, habrá que volver a construir Europa, despacio, entretejiendo la economía con la política, sin perder de vista el equilibrio al conjugar el “estado de bienestar” con el control y la cohesión garantizada por instituciones europeas rigurosas, fuertes, y con peso específico en un mundo globalizado que se ha convertido en el marco irreversible donde nos ha tocado vivir.

El libre mercado, “que se autorregula solo” consumó el rapto de Europa, ahora en el laberinto del Minotauro sin una Ariadna que tenga un plan que la conduzca a la salida, ni un Dédalo que se lo facilite.

 

Hijo Predilecto

Artículo de José Javier Rodríguez Alcaide
Catedrático Emérito de la Universidad de Córdoba
 
Pueblo de labradores de mieses y de laboriosos aceituneros sabe lo duro que es el trabajo en el campo. No quieren dejar un trozo de terreno perdido y lo han plantado de olivos y entre peñas y ribazos siguen enraizando cepas de vid. Pueblo que cava, labra y siembra con obstinación y fina habilidad. Entonces sabían construir almiares para resguardarlos de la lluvia y el fuego.

Si vas a ese pueblo verás los meandros del arroyo, las tablas de limo tiradas a cordel para sembrar hortalizas, las viñas en los ruedos y los olivos adornando la carretera. El paisaje del pueblo lo agranda todo; agranda el sentimiento de pueblo, de país y de lo que representa el esfuerzo. Las líneas de sus montes son los rasgos de su rostro. Cuando yo vivía allí su geografía me enseñaba más que su maravillosa historia. En ese pueblo, mi pueblo, sentía a sus hombres y mujeres del barrio, los trabajos del campo, el placer de vivir. Había cosas que reconfortaban mi corazón y cosas que le hacían encogerse, que ahora no es momento de contar.

Con frecuencia he vuelto al lugar donde nací, he subido a su Almedina, paseado por ella. Entré una vez en la casa de un artista y en su casa he vuelto a vivir al contemplar de nuevo su modo de vivir en las imágenes proyectadas en la Filmoteca de Andalucía, sita junto a la Catedral de Córdoba. En esa casa vive Paco Ariza, maestro pintor, laureado escultor, reconocido como hijo predilecto de Baena.

No he visto nunca una casa semejante, que a la par de ser pulcro taller es tienda de anticuario. Una tela por allá, pinceles y tubos desparramados por acá y un caballete para pintar. Hay lámparas, quinqués, vitrinas y sobre todo una ventana por la que penetra la luminosidad que vivifica al artista. Santuario de mil objetos de trabajo sorprendente y admirable, la casa fue comprada para transformarse en mansión, taller, convento, cielo.

Ha hecho a su gusto su rincón para vivir; lo ha hecho economizando sacos de cemento y se ha transformado en arquitecto-albañil; escultor y cerrajero carpintero. La casa de Paco Ariza me parece capilla, museo, palacio almenado; una imagen que puede guiar una vida. Tocado sobre sus cabellos de plata con una curiosa gorra de aceitunero el artista tiene los ojos pequeños de tanto pintar, la tez de hombre bueno cubierta de una barba blanca y la alegría de ser abuelo cuando enseña a pintar a una niña pequeña a la que contempla embobado. Pasea por su casa con placidez y aire de melancolía. De pequeño jugaba con el barro y de mayor lo amasó para al barro darle vida.

Mucha modestia, buena voluntad y ardiente pasión ofrece Paco Ariza al dejarnos penetrar en su casa de la Almedina y en su rincón, cerca del Guadajoz. Lugares, ambos, maravillosos, como frutos del azar o de obsesiones fortuitas. Siguen sus ojillos vibrantes de visionario, que persiguen sus propias imágenes. En las paredes de su molino maduran artísticamente colgados los capachos de la molienda de aceitunas que se hacen obra de arte por la bondad cuidadosa y las exigencias del artista.

Para Paco Ariza tiempo y fatiga no cuentan ya; hay una especie de heroísmo en querer hacerlo todo para sí y guardarlo en su casa de la Almedina, en la plaza del Ayuntamiento o en la explanada de Guadalupe. Me maravilla cómo es posible que sus manos y su vista sigan rindiendo a sus setenta y cinco años. Se ha esforzado tanto que ha sido capaz de hacer lo difícil bello.

Él se ha impuesto la más ardua tarea. Su pueblo no lo ha hecho alcalde; lo ha dignificado muchos mas dándole el honor de hijo predilecto.

 

José Javier Rodríguez Alcaide

Catedrático Emérito de la Universidad de Córdoba

Hoy peor que ayer, pero mejor que mañana

Mientras más medidas se toman, peor estamos. ¿Por qué? Lo que se supone remedio no es sino aumento de la enfermedad. Sí, es una frase que evoca el famoso dicho. Y, desafortunadamente también sería apropiado parodiar aquel otro con un “hoy peor que ayer, pero mejor que mañana”. Esta es la trayectoria de la crisis ¿económica? y de los resultados de una pésima gestión por parte de políticos y banqueros, de todos, sin excepción alguna. No hace falta ser un experto para asentir ante lo que se afirma en este primer párrafo.

Mucho barniz  y recetas de unos gobernantes estupendos

La radiografía más real y verdadera para un diagnóstico más certero parece hacerse mejor desde fuera (auditorías externas) que desde dentro. Y no es una cuestión de perspectiva, es una cuestión de confianza. Para muestra, las últimas críticas de altos cargos de la UE –durísimas— contra bastantes medidas adoptadas por Rajoy y su gobierno, esas siempre aderezadas con mucha “herencia recibida”, poca iniciativa propia por imposición merkeliana; esas siempre precedidas de un “no nos temblará el pulso” de olor y sabor añejo. Quien lee el Financial Times y la prensa extranjera comprobará que a veces lo que se nos cuenta en los medios españoles parece referirse a otro país.

La mala sangre

España lleva desde la inopia de la etapa de Zapatero acrecentando el drama de miles de familias que sufren el día a día del paro, de no tener un euro y tener que pedir lo más básico, de familias desahuciadas ante la impiedad de los banqueros. Esa es la vida cotidiana de la herida sangrante de España. ¿Y a quién le duele España?  ¿A los que les duele sólo su bolsillo y nos han llevado durante más de una década a un consumismo exacerbado desde su voracidad sin límites? En defensa propia algún día el dolor que se está tragando sin digerir, la indolencia ante el sufrimiento de familias sin casa y teniendo que seguir pagándola a los bancos, la anestesia adulterada que se pretende inocular con las cifras de paro que esconden lágrimas y sufrimientos,  para que nos acostumbremos a todo…, todo ese bolo alimenticio atroz se convertirá en una indigestión social total de repercusiones imprevisibles.

Crisis ¿económica? ¿Cómo y por qué?

Cuando se trata de explicar cómo y por qué hemos llegado a esto, toda una retahíla de causas y efectos hilvanada con argumentos y culpas tienen como fundamento principal la política económica. Sin embargo, esta crisis es mucho más que económica. En el caso de España —que no quiero extrapolar a otros países— otro gallo nos cantaría si nos hubiera visitado Lutero hace siglos, aunque hubiera sido de vacaciones —esto por aludir a una causa más remota—,  o si todos los gobiernos desde 1975 hubieran invertido en sembrar en la sociedad española la cultura del esfuerzo, de la rigurosidad, de emprender, de crear, de hacer las cosas bien hechas, etc., dando ejemplo y no con la “cultura del pelotazo” ¿Nos acordamos? ¿Quiero esto decir que avalo el topicazo de que los españoles trabajan poco o mucho y mal? En absoluto. Pero hay miles de ejemplos donde se comprueba un sistema social viciado de “con IVA o sin IVA”, “bueno, da igual así está bien”, etc. La exigencia ha estado siempre mal considerada. Un poco de autocrítica, por favor.

Europa en su laberinto

La Unión Europea —antes Comunidad Económica Europea— se fraguó mal. Se entró en un club, con una disparidad económica, política y social, que convierte tal denominación en un eufemismo. Un euro alemán, francés, español, griego, eslovaco o estonio no tiene el mismo fundamento, no responden a la misma riqueza, a la misma productividad, etc. Se ha hecho mal el proceso de la “Unión”, muy mal. Cuando la globalización ha tocado los puntos flacos de la economía europea ante un resfriado, con el protagonismo emergente de China y otros países denominados “en vías de desarrollo”, resulta que las defensas han sucumbido y de gripe se ha pasado a pulmonía, y en algunos casos a cáncer, y de cáncer a metástasis….  Para que la Unión Europea  sea realmente “unión” (no es necesario unos “Estados Unidos de Europa”), hace falta que todos los países cedan más soberanía a Europa y una mayor y mejor vertebración de la misma. Ahora toca hilvanar este objetivo con mucha presión y deprisa.

Magníficos gobernantes todos, y listos, muy listos, y casi todos “listillos”, eso sí.

Las próximas semanas y hasta septiembre.

Nos rescatarán, a mí, a ti, a todos. ¿De qué? De nosotros mismos.

El enfermo está muerto, y se va a certificar la defunción con las auditorías externas. Pero saberse se sabe. Bankia no es sino el ejemplo más grueso de la situación del sistema bancario español. Seguro. ¿Problema? Si se pusieran todos los bancos y cajas que tienen problemas a la vez, España, por sí sola, no lo podría digerir. A los ciudadanos se les van suministrando falacias que se van dosificando barnizadas de “información”, porque el enfermo está muerto, y pasará al depósito de cadáveres en breve, donde están Grecia, Portugal e Irlanda, aunque no quepa. ¿Alemania y no sólo ella pueden salvarnos con el dinero del BCE? La pregunta es no sólo si quieren, sino ¿hasta cuándo? ¿Otra vez a ganar tiempo; es decir, a paliar síntomas? Como en los videojuegos, parece que se nos acabaron las vidas. Hay que reiniciar y configurar unos personajes con otras características para luchar en este hábitat. Doloroso, y será más que doloroso para la ciudadanía que no ha tenido culpa de las actuaciones de políticos y banqueros.

¿Saldrá España del euro? Si Grecia nos abre la puerta tras sus elecciones, como ya estaremos más delgados, cabremos por la puerta. España no sólo ha adelgazado sino que tiene el metabolismo bien alterado con la imposición merkeliana que propicia la anorexia.

¿Qué hacer?

O los cambios profundos serios y dolorosos se hacen ahora que hay dolor a raudales o luego no será posible, porque sería inaguantable. Eso sí: háganse con sensatez, bien hechos de una p. vez y con sensibilidad social, nada de pagar millones de euros a los que han hundido los bancos y empresas y desahucian “sin temblarles el pulso” también; nada de que los políticos sigan dando ejemplo poniéndose ellos mismos el sueldo, más dietas, más asistencias, más móviles, más transporte, más… ¡Ya vale! Y de la monarquía, ya hablaremos otro día.

O los ciudadanos reaccionan con rebeldía con actuaciones nuevas, creativas y eficientes o seguimos en el mismo redil. ¿Hacen falta salvadores, guías gurús? Parece que la historia de la humanidad así lo dice, pero no veo yo liderazgo social lo suficientemente fuerte y nítido para que aglutine y canalice el enorme descontento, la impotente rabia y el dolor social.

Con cuatro ideas precisas y que sean compartidas por muchos ciudadanos para actuar en pro de su consecución bastaría. Insisto: no valen las medidas tradicionales como las huelgas, las manifestaciones, etc. porque el sistema político y sus políticos ya están inmunizados contra estas reacciones desde hace tiempo.

En el utópico caso de conseguir dar una respuesta contundente a los políticos, banqueros, ¿qué alternativa seguir? El sistema productivo español necesita ser competente y competitivo. ¿Cómo? Esto da para otro artículo. Ahora simplemente apunto cómo no debe hacerse: reduciendo el gasto en investigación, educación y sanidad.

Y junto a esto, necesario es, por ejemplo, reestructurar la Administración en todas sus manifestaciones geográficas. Hace falta modificar la constitución y quitar y/o modificar diputaciones y otras duplicidades.

Jesús L. Serrano