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NITAI SHINAN: “AMADOR DE LOS RÍOS FUE PIONERO AL REVISAR LA HISTORIA DEL PUEBLO JUDÍO”

F. EXPÓSITO
En 2013, la editorial Urgoiti publicó el libro “Los judíos de España: estudios históricos, políticos y literarios”. A raíz de esta edición, entrevistamos a Nitai Shinan, autor del prólogo y socio de honor del Grupo Amador de los Ríos. Reproducimos ahora esta entrevista, que se publicó en diario Córdoba, a propósito de la celebración del bicentenario del nacimiento de José Amador de los Ríos. El Grupo Amador ha editado un nuevo boletín para recuperar esta entrevista.

–¿Qué importancia se le concede en el pueblo judío a las obras revisionistas que publicó Amador de los Ríos en el siglo XIX sobre los judíos?
–Los investigadores judíos alemanes y franceses del siglo XIX reconocieron la gran contribución de José Amador de los Ríos al conocimiento de la historia de los judíos en la España medieval. No obstante, ellos criticaron, a veces, sus opiniones cuando les parecía que carecían de justicia con el pueblo hebreo; otros le criticaron por ignorar las fuentes hebreas en su discusión de la contribución judía al desenvolvimiento de la cultura castellana.

–¿Se ha reconocido su trayectoria en Israel?
–Los escritos de Amador de los Ríos fueron bastante conocidos para los pioneros de la investigación israelí sobre la historia de los judíos de España. Él fue citado por destacados historiadores como Yizhak Baer o Haim Beinart. Pero lo que le hizo más conocido fue la discusión sobre su obra del historiador judío israelí/estadounidense Ben Zion Netanyahu, el padre del actual primer ministro de Israel.

–¿Se puede considerar a Amador de los Ríos un pionero en la revisión de los judíos?
–Ciertamente. La obra de la revisión del pasado judío de España comenzó en el siglo XVIII. En esta centuria algunos ilustrados ya destacaron la importancia de conocer la historia de los judíos en España para comprender la historia de la economía o de la cultura española medieval. El más destacado, tal vez, entre ellos fue José Rodríguez de Castro, que elaboró una bio-bibliografía de los autores judíos españoles (1781). Sin duda, fue Amador el primero en elaborar en la España contemporánea una historia científica y completa de su antes ignorada minoría judía, descubriendo y utilizando fuentes nunca mencionadas antes por otros historiadores, y ofreciendo a la España isabelina una explicación e interpretación casi completa de su herencia judía y conversa.

–¿Qué le impresionó más de Amador de los Ríos?
–Lo que me impresionó profundamente en la figura de Amador como historiador es su gran deseo, a veces casi obsesivo, de ganar el galardón de la imparcialidad y de esquivar las grandes polémicas que rodeaban la historia de los judíos de España, especialmente en la interpretación de la Inquisición y de la expulsión. Pero sus profundas convicciones humanitarias no le permitieron pasar en silencio por los sufrimientos y la tragedia final que puso fin a la residencia judía en España en 1492, reflexiones que le llevaron a criticar muy duramente en su último libro (Historia social, política y religiosa de los judíos de España y Portugal) a los Reyes Católicos, responsabilizándolos por todos los sufrimientos acontecidos en la expulsión de 1492.

–¿Qué destacaría de esta nueva edición publicada en 2013?
–La edición fue supervisada por el doctor Juan Martínez Tábar, al que ayudé en la corrección del hebreo. En la nueva edición se destacan principalmente dos innovaciones. La primera es la incorporación de las notas bibliográficas preparadas por Juan Martínez. Las notas aluden a las fuentes utilizadas por Amador de los Ríos y a veces incluyen pequeñas reseñas biográficas sobre sus autores. La segunda innovación es la corrección de múltiples erratas y errores gramaticales puestos en la edición original por los tipógrafos, que no conocían la lengua hebrea. Pero sabiendo que el texto original, a pesar de sus graves errores, es un testimonio del insuficiente conocimiento de hebreo en el siglo XIX.

–¿Por qué recomendaría ahora su lectura?
–La obra reeditada es indispensable para comprender la historiografía de la España isabelina y sus primeros intentos de comentar y vislumbrar el pasado judío medieval de España. La versión histórica que ofreció Amador en el libro fue muy popular a mediados del siglo XIX y, en cierta manera, autorizada por el Gobierno, que le nominó gracias a los méritos de la obra a la cátedra de Literatura Española en la Universidad Central de Madrid. Las obras de historias generales de mediados de siglo citaron la obra con frecuencia, lo que popularizó su versión. Esta reedición trata de llenar estos huecos que existían.

–¿Cómo valora la imagen del pueblo judío en España?
–En España la imagen de los judíos, hasta bien entrado el siglo XX, fue muy negativa. Los judíos fueron presentados como enemigos ocultos de los españoles cristianos, cuando sus descendientes los conversos, a pesar de ser buenos cristianos, fueron estigmatizados y discriminados. Este odio y aversión a los conversos fue destacado en las leyes de la limpieza de sangre en vigor hasta 1837, que prohibieron a los “contaminados de sangre” ser empleados por el Gobierno central o los ayuntamientos en cargos honoríficos y ser miembros de las órdenes religiosas o de las cofradías. Esta imagen comenzó a ser cambiada en el siglo XVIII, cuando algunos eruditos reconocieron los atributos culturales de los judíos medievales. Este empeño fue continuado por José Amador de los Ríos y los primeros historiadores liberales, que criticaron la actitud de la sociedad cristiana hacia los judíos. Hoy, la mayoría de sus ciudadanos acepta la historia judía peninsular como parte integral de la historia de España.

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EN TIEMPO DE COSECHA

Dedicado a Juan Fernández Pastor

A ti, que te sientes perdido
en tu bosque de olivos
San Bartolomé te ofrece
su sagrado respiro.

Más que temer la soledad divina
se debe amar el silencio de Cristo
bajo el disfraz de aceituna
de tu alma escindida.

Deambulas por multitud de olivos.
Deberías dejar de estar entristecido
pues en San Bartolomé se reconstruye
lo que el sol de mayo había destruido.

En ese templo los ocres campos de trigo
sé hermanan con el cielo generoso
que alimenta de lluvia a Baena
como maná donado por la gracia
en otoño.

En San Bartolomé no tendrás
horizonte perdido,
hallarás explicación al camino,
encontrarás la luz que oriente
tu sentido.

La gracia mueve como el viento
la trama del olivo
y tus ejércitos de trigo
para alegrar tu temeroso espíritu.

José Javier Rodríguez Alcaide

En tiempo de cosecha

CRÓNICA BREVE DE UNA CONFERENCIA

Por José Javier Rodríguez Alcaide

Anoche ante las sombras de Juan Alfonso y del santo de Henares se enlazaron de mi niñez la aceituna y la espiga bajo las tenues luces que desde el Coso imploraban al cielo,como ambarinas lenguas,mi deseo de retornar a mi infancia en Baena.
Ansiaba que los arqueros que en las almenas de la torre custodiaban a Gonzalo dejaran descuidadas sus aljabas para poder liberarlo de la jaula donde lo tenía apresado el de Baena, Cabra y Sessa.

Acababa de rociar de agua la plaza el firmamento y nosotros hicimos cauce cumplido a don Manuel Nieto para que nos contara sin cuentos la razón del apresamiento de don Gonzalo Fernández durante aquel cuatrienio y al fuero de Cabra su sometimiento.

La sala del Amador de los Ríos repleta de oídos estaba cuando se hizo el silencio y don Manuel relató las rencillas de los de Aguilar por unas lindes y unas rentas,por unas alcuzas de aceite y unos azumbres de anís, que llevaron al hijo del Señor de Baena aherrojado a la torre de Belén y luego, como revancha, a don Gonzalo, joven enjaulado, mayor pero sin voz, a la torre del castillo de Baena, ese capitán que solo era guerrera y joven promesa para la Reina.

Me imaginé a Gonzalo entre espadas y linternas,junto a la del Carpio, guardado por escudos y adargas desde Santaella a Baena marcando los del señor de Cabra vientos de guerra. Cuántas trompetas de triunfo sonaron cuando la jaula estuvo llena. No me lo supo decir el conferenciante pero seguro estoy que en la torre guardaba el Gran Capitán su oscura belleza.

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MANUEL NIETO CUMPLIDO REIVINDICA EL NOMBRE DE BAENA EN LA BIOGRAFÍA DE EL GRAN CAPITÁN

No decepcionó el historiador Manuel Nieto Cumplido en su conferencia sobre los años en los que Gonzalo Fernández de Córdoba, más tarde conocido como El Gran Capitán, estuvo encarcelado en una jaula del castillo de Baena. Nieto Cumplido reivindicó el nombre de Baena en la biografía de El Gran Capitán, rechazó que en una novela histórica de Calvo Poyato se vinculara estos años de prisión a Cabra, y descartó que el militar montillano hubiera tenido una relación sentimental con la reina Isabel la Católica, como se hacía ver en la serie Isabel, de RTVE. El canónigo de la Mezquita-Catedral de Córdoba, gran conocedor del Cancionero de Baena, reivindicó el nombre de Ituci, Castro el Viejo o Torre de las Vírgenes para referirse al yacimiento ahora conocido como Torreparedones.

La conferencia, organizada por el Grupo Amador de los Ríos, se centró en los años que transcurren de 1474 a 1478, que coinciden con la prisión de El Gran Capitán a manos de su primo, el Conde de Cabra, Diego Fernández de Córdoba. Hasta que no intermedió la Reina Isabel, Fernández de Córdoba estuvo preso al no abonar el rescate que le solicitaba Diego Fernández de Córdoba.

Los interesados en conocer esta etapa de la vida de El Gran Capitán pueden hacerlo a través del libro “Infancia y juventud del Gran Capitán (1453-1481)”, de Manuel Nieto Cumplido, que ha sido editado por la Diputación de Córdoba en 2015.

Desde el Grupo Amador de los Ríos agradecemos la presencia de las numerosas personas que acudieron a la Casa de la Cultura y que llenaron el salón de actos.

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Conferencia Nieto 1

UN MUSEO PARA LA OBRA DE PACO ARIZA

Por José Javier Rodríguez Alcaide

A los concejales del Ayuntamiento de Baena

La obra de Paco Ariza es amor,cosmos, materia viva y no inerte.
Mayúsculas cerámicas, colofón de aceros inoxidables.

Los baenenses no debiéramos dejar que fuera hoja de otoño que el viento arrastre hasta el olvido.

Para Baena no es su vida una errata en sesión capitular del Consistorio sino luz y ocres ,azules y verde olivo,tambor diamantino.

El viento de nuestro olvido no puede borrar las huellas de su regreso a la Almedina.

No puede un pájaro agónico posarse ante el viento que haga crujir el bronce de sus olivos en el llano de Guadalupe.

No puede dejar el Ayuntamiento que su obra en Baena devenga en halo verdoso de ruina.

Museo para P Ariza

LA TERMA ROMANA DE MARCO CALPURNIO

Por José Javier Rodríguez Alcaide (*)

«A 17 kilómetros de Baena, dominando la carretera que conduce a Bujalance, se encuentran unas ruinas llamadas Piedras de Gilica, que son los restos de un fuerte avanzado de la colonia inmune de Ituci, que llegaba hasta un kilómetro más al norte y cuyo lugar se conoce hoy con el nombre de Torres de las Vírgenes».
Acoto estas líneas de la obra de Manuel Rodríguez Zamora, mi padre, titulada «Baena en la Historia», impresa en 1949 e ilustrada por Cassani, Torres, Gutiérrez y Ávila y estructurada como lecturas escolares. Estas líneas entresacadas del capítulo tercero «Roma en los confines de Baena» han sido leídas y releídas por mi desde aquella su primera lectura cuando yo estudiaba bachillerato en el colegio de los jesuitas en la calle Mesones. Siempre me impresionó la Torre de las Vírgenes. Ahora, mucho más, al dejar al descubierto unas termas bajo sus muros.

En mi niñez jamás mi imaginario me condujo a la que hoy es Torreparedones y, aún menos, a la serenidad de un baño romano circular bajo aquellos torreones, adjudicado a Marco CALPURNIO. Hoy empiezo a soñar en la obra hidráulica que pudo conducir el agua a tan elevado promontorio.

He vuelto a aquella infantil lectura en la reimpresión que de aquel texto escolar se hizo en 1997 por el Centro Ocupacional Emilia Gieb, de Baena y en Aprosub con la ayuda financiera de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de mi pueblo. Conservo un ejemplar dedicado por el autor que es un claro mandato de darlo a leer a sus nietos.

La terma se esconde fría y desnuda, arrugada, bajo lo que queda, remozado, de aquellos excelsos muros. La terma, hoy, es aderezo lapidario y oculto de aquellas caducas soberbias de sus desaparecidas almenas, que la garra colérica del tiempo ha ido, poco a poco, derrumbando.

Hermosa oculta terma, nada ruin ni turbia, recuerdo del esplendor de Ituci Virtus Julia, que ha estado cubierta por el cortinaje de olivos con sus verduras y que antes fuera arcano bosque de penumbras.

¡Oh Terma! ¿De qué fuente y de qué nieve te llegaba el agua que invitaba al goce en la tórrida noche del verano de Baena?

La terma de Marco Calpurnio ya no es concavidad tenebrosa, ni cueva o gruta, ni espelunca.

(*) Hijo predilecto de Baena

Terna romana

MI VIDA DE NIÑO EN BAENA

Por José Javier Rodríguez Alcaide (*)

Espero disfrutar en breve plazo de la historia de Baena,mi pueblo, escrita por Francisco Expósito. Es un relato de hechos y personajes que singulariza la primera mitad del siglo pasado baenense. Me interesa porque justamente salí definitivamente de Baena en julio de 1950 tras ver su primera luz en marzo de 1938 y también porque mis padres, maestros nacionales,llegaron a Baena en 1932,allí se conocieron,se casaron en enero de 1937 y me concibieron en plena guerra civil.

Recuerdo mi casa en calle Puerta de Córdoba número 2, su cocina de hierro y de carbón, su alacena en la que rompían filas ventrudas damajuanas para aceite de oliva, botellones marrones de droguerías para lacradas, embotellar conservas de tomates de las huertas del arroyo Marbella, bombonas de cristal recubiertas de pajas protectoras y la desagradable botella de agua de Carabaña cuyo contenido me daba a beber mi madre para purgar mis atascos intestinales. Aquella alacena siempre estaba arreglada, limpia y ordenada; se notaba la mano de la sirvienta pulcra. Recordaré siempre sobre el fogón de carbón un puchero de barro hirviendo con su glu glu al salir de la escuela, que estaba en mi casa y yo pasaba al comedor al salir del aula.

En esa casa no había perros sino gatos para cazar los ratones que accedían desde el patio posterior donde mis padres criaban gallinas y cerdos. Yo esperaba con satisfacción el regreso de los cerdos desde el Concejo, el picoteo de las gallinas, incesante, sobre la tierra del corral, los cerdos que hozaban para comer el afrecho en las artesas y gruñían desesperados de un lado a otro en espera del alimento. No había burros en mi casa pero sí mulos en la de Santos que vivía frente a la mía y junto a la de Rosario Trillo. El patio de aquella casa sería hoy granja familiar ecológica de pollos y puercos. Desde allí se podían contemplar campos de vides y olivos pero jamás verdes praderas, bosques frondosos, macizos de flores porque las tierras de Baena son ocres, calizas y ásperas.
Ahora que finaliza noviembre recuerdo la matanza de los dos cerdos sobre el suelo emporlado del patio de mi casa, la romana para pesarlos, el degüello doloroso, la sangre roja a borbotones sobre el lebrillo, la mano batiente para que la sangre no fibrilara, el agua hirviendo en el caldero, la chamusquina de los pelos del pobre marrano y el húmedo vapor que surgía de las tripas tras abrirle en canal y como conjunto coral el gorgojeo de las gallinas en espera de algo nuevo y suculento que no iba a ser solo desperdicios de pan, resto de coles no arrojadas al pudridero.

Y el gato romano con su rabo levantado, que daba vueltas alrededor de la artesa en espera del pitraco, corría de un lado para otro perseguido por mi hermana que lo zapeaba con fingida furia.

Esa era parte de la vida de mi familia en las postrimerías de la década de los años cuarenta del siglo pasado, humilde. Rodeado vivía de libros en la biblioteca de mi padre y de gallinas y puercos en los toscos patios traseros de aquella casa larga y estrecha. Los cerdos y gallinas no sólo completaban el sueldo de los dos maestros de escuela y añadían proteínas a nuestro juvenil sustento sino que dignificaban y purificaban mi niñez al entrar en cercano contacto con sus vivas naturalezas.
Cuando dejé Baena me despedí tristemente de la viveza que aquellos animales daban a mi existencia. Allí fui niño feliz de pantalón corto, sabañones durante la matanza y cabrillas en mis piernas.
Yo espero leer qué me cuenta Paco Expósito en su libro. ¿Qué sucedió al final de los años cuarenta en Baena?

(*) Hijo predilecto de Baena.

Mi vida de niño

EL ANTIGUO HORNO DE PAN DE LA CALLE LLANA

Por José Javier Rodríguez Alcaide (*)

En sábados y domingos mi madre, a mis nueve años de edad, me ordenaba ir a comprar pan a un horno que había en calle Llana, algo más allá de la calle Pedro Gálvez saliendo desde Puerta Córdoba en cuyo número dos mi familia vivía. Temprano en las mañanas yo seguía el señuelo del olor a horno de pan caliente. Estaba interesado en ir a la tahona no tanto para darle un pellizco a la hogaza cuanto por ver al maestro de pala meter las piezas crudas en horno y sacar las cocidas y al fin extraer las brasas que aún quedaban dentro mediante un artefacto de hierro.

Aquella tahona de mi niñez parecía muy grande pues en su patio se apilaban podas y troncos de seco olivo que se utilizaban para poner en marcha la cocción tras quemar previamente las retamas. Mi mayor interés se enfocaba a los cestos de pan recién horneado ,a las palas que se colgaban en la pared, sostenidas por pernos de hierro, a las blusas del maestro panadero y a los sacos de harina candeal apilados en el espacio más seco del horno. Jamás llegué a ver las artesas del amasedero que de lejos se veían blanquecinas recubiertas de polvo de harina.

Iba alegre a la tahona aunque luego, de mayor, pensé que la vida en el horno debía ser dura, molesta y antipática por tener que entrar a trabajar a eso de la medianoche. Me encantaba, cuando por ser hijo de la maestra escuela me dejaban entrar, el calor que desprendía el horno en invierno y el aroma del pan recién cocido. Retengo la imagen de la «maestra» señora del horno, siempre vestida de negro, quizás porque estuviera de luto o porque fuera la máxima jerarquía de la empresa.

En otro lugar he escrito que yo disfrutaba de aquel pan candeal que allí se horneaba, blanco y de dura corteza, excelente para tostar, inundar de aceite de oliva de molino y con azúcar del que mis padres conseguían al enseñar el cupón de la cartilla de racionamiento.
Esto sucedía allá por los años 1945 y 1946 en Baena. Recordé esta vivencia tras visitar en su casa a nuestra querida Laurita, la churrera, porque aquel horno estaba aledaño a su última vivienda.

(*) Hijo Predilecto de Baena.

Vista Baena 2

NOS DEJÓ LAURITA, LA CHURRERA

Por José Javier Rodríguez Alcaide

¿ Qué le quedaba ?
Esa costumbre de seguir viviendo.

¿ A quién tenía que temer ?
Laurita era quien podía ser,
sin engañar a nadie ni a ella.

Su abrazo y su sonrisa ,
imperante en sus días penúltimos,
me resultaron satisfactoria ofrenda,
fulgurante hallazgo,sentada a mi lado
en el Liceo de Baena.

No hubo murmullos que alterar consiguieran
su plácido vivir diario. No hubo voraz desasosiego
en su hogar de la calle Llana que naciera de su corazón,
ni vértigo.

Exhausta de paz se ha marchado ,
sin ánimo para otra empresa.
Su vida fluyó en un remanso de aceite hirviendo
en mínimos murmullos de dorados churros
mientras su hermano Miguel me distraía
con sus cabras en el ordeño.

Fue culmen de hermosura.
Siempre en sus brazos fui
niñez de paz , y cuando me dejaba,
desventura.

Elogio de Andalucía

Incluimos, a continuación, las palabras que pronunció Marivi Ruiz de Prado, secretaria del Grupo Amador, durante la presentación del cuaderno «Elogio de Andalucía». Tras el texto situamos el enlace para la descarga del cuaderno editado por el Grupo Amador de los Ríos.

PALABRAS DE MARIVÍ RUÍZ DE PRADO

Tras esta disertación de Francisco Expósito, que nos ha situado a Vázquez Ocaña en el contexto de sus primeros años en el exilio, voy a comentar brevemente esta publicación editada por el Grupo Cultural dentro de su colección de cuadernos de arte, literatura e historia local y con el que inicia la conmemoración del 50 aniversario de su fallecimiento. Se trata de una conferencia que pronunció el periodista baenense en el Centro Andaluz de México para inaugurar un ciclo de conferencias que el propio autor define como una «evocación sentimental e histórica de Andalucía». La conferencia fue impartida el 6 de mayo de 1943, y como Expósito comenta en el prólogo, ha sido parte de la documentación presentada en su tesis doctoral. Ahora se edita por primera vez en España.

Su título «Elogio de Andalucía» no deja lugar a dudas y como tal está planteado en tono de alabanza. Pero no nos equivoquemos pues no estamos, como podríamos pensar tras la deriva de lo que hoy es un elogio, ante un texto lleno de epítetos grandilocuentes, sensibleros ni mucho menos plagado de estériles tópicos y lugares comunes. Estamos ante un texto que desgrana fina, ponderada y sensiblemente el discurrir de Andalucía y, sobre todo, que huye del estereotipo de lo andaluz, tan dañino, al que hoy empezamos ya a acostumbrarnos y para el que, textos como este, de hace más de 70 años, son el mejor y necesario antídoto.

En «Elogio de Andalucía» Vázquez Ocaña hace un recorrido por su historia apoyado en los principales hitos de nuestra cultura. En los párrafos iniciales, que hoy más que nunca nos suenan a rabiosa actualidad, contrapone el espíritu de lo andaluz frente a los intereses separatistas de otras comunidades de España. Se refiere a Andalucía –«la de las noches perfumadas»–, como una tierra que «rebasa el angosto concepto nacionalista». A lo largo de todo el texto intuimos la sensibilidad del autor y su aprecio por la poesía así como nos distrae con anécdotas que nos arrancan alguna sonrisa cómplice. Y se atreve a definir lo que es el «ángel» con bastante acierto, por cierto. También con gran elocuencia se queja de que «el exceso de fama en el orden de lo pintoresco, del costumbrismo, nos ha dañado mucho a los andaluces». En contraposición al estereotipo del andaluz chistoso e indolente destaca al laborioso, duro en el trabajo y, sobre todo, de espíritu despierto y fino fundamentando este ‘saber estar’ en el sedimento de las muchas culturas que nos han poblado.

Así, comienza su discurrir en el genio de Roma y la huella que Andalucía dejó en el Imperio, luego detalla la adopción sin vacilaciones del Catolicismo y la irrupción del mundo árabe donde los andaluces siguen siendo singulares y universales y donde «el cambio de cultura se producirá por ósmosis recíproca» Es crítico con los historiadores en el uso del término Reconquista y se admira ante una cualidad de la que, desde luego, nos hemos de sentir orgullosos: la Tolerancia de la que, concretamente Córdoba ha hecho gala a lo largo de su historia. Razona con gran manejo las aportaciones literarias y artísticas de árabes, mozárabes, moriscos y judíos deteniéndose en los principales hitos marcados por los autores y las obras que dejaron para la Literatura universal. También imagina el encanto de la vida de Córdoba, Sevilla o Granada bajo el Emirato y lo mucho de caballeresco y romántico que expresan los romances de frontera. Destaca asimismo el respeto de Fernando el Santo al conquistar Córdoba ante el edificio capital de su cultura, la Mezquita, «poniendo en el haber del catolicismo la conservación del maravilloso Bosque de Columnas» y a Alfonso X el Sabio como el monarca que supo «percibir el espiritual fermento del Islam».

Y continua desgranando la huella en –y de– América no sin antes preguntarse «qué substrato espiritual nos ha quedado de tanto sedimento». La respuesta, eso sí de 1943, les animo a que la descubran con la lectura de este Elogio. Quizás nos animemos, 70 años después, a explorar de nuevo y tal vez a cuidar esa senda de cultura, sabiduría y tolerancia que tantos frutos nos ha dado.

Marivi Ruiz de Prado

CUADERNILLO VÁZQUEZ OCAÑA WEB

EL GRUPO AMADOR DE LOS RÍOS Y EL MUSEO DE PACO ARIZA. UN ARTÍCULO DE JOSÉ JAVIER RODRÍGUEZ ALCAIDE

Desde el Grupo Cultural Amador de los Ríos venimos remarcando la importancia de la obra pictórica y escultórica de Paco Ariza, el mayor artista baenense del siglo XX y de nuestros días. Ante esta realidad, hemos planteado en varias ocasiones la oportunidad histórica que supondría la creación de un museo o un espacio expositivo en Baena, ya sea en el restaurado Castillo de Baena o en otro lugar adecuado. Nuestro compañero, el hijo predilecto de Baena José Javier Rodríguez Alcaide, demanda la puesta en marcha de un museo en el siguiente artículo.

UN MUSEO PARA PACO ARIZA
Por José Javier Rodríguez Alcaide

En relación a la pintura y a la escultura la historia no es acumulativa. No se puede decir que Velázquez sea superior a Goya, que Picasso supere a Miró. La pintura del uno no anula la creatividad y belleza del otro ni la reemplaza. No existe un criterio para determinar el valor del arte. El único criterio quizás pueda ser la aprobación ajena aunque no generalizada.

Museo Paco Ariza

NUEVO BOLETÍN DEL GRUPO AMADOR DEDICADO A LA INCORPORACIÓN DE TRES ESCULTURAS ROMANAS AL MUSEO HISTÓRICO DE BAENA

Hemos preparado un nuevo boletín del Grupo Amador de los Ríos (número 61), en el que analizamos la incorporación de tres esculturas romanas cedidas en depósito por el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. José Antonio Morena, arqueólogo municipal, analiza la importancia de estas tres piezas romanas que fueron encontradas por Valverde y Perales en el cerro Minguillar.

EL MUSEO HISTÓRICO Y ARQUEOLÓGICO DE BAENA ENTRE LOS MÁS IMPORTANTES DE ESPAÑA POR SU COLECCIÓN DE ESTATUARIA ROMANA

Por JOSÉ ANTONIO MORENA

Con la reciente cesión por depósito de tres nuevas esculturas romanas, por parte del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el Museo Histórico Municipal de Baena se convierte en una de las instituciones museísticas nacionales más completas de escultura romana. En efecto, se puede afirmar que tras el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, los dos Museos Nacionales de Arte Romano (Tarragona y Mérida) y los Museos Arqueológicos de Córdoba y Sevilla, el Museo de Baena posee una de las mejores colecciones de escultura romana del país. La sala II que lleva el nombre del ilustre baenense Francisco Valverde y Perales expone piezas escultóricas procedentes de diversas ciudades romanas ubicadas en el término municipal de Baena. La mayoría de ellas halladas en Torreparedones, asiento de la colonia inmune Ituci Virtus Iulia, sobre todo, en la zona del foro; a estas hay que añadir dos pedestales de estatua que se encontraron en la ciudad de Ipsca y, finalmente, tres estatuas descubiertas por Valverde y Perales a comienzos del siglo XX en el Cerro del Minguillar, municipio flavio de Iponuba.

Estas tres esculturas y cuatro más, amén de un sinfín de objetos diversos, los extrajo Valverde y Perales en varias campañas que generaron una abundante documentación que se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF) y en la Real Academia de Historia (RAH), publicándose diversos extractos en el Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH) y en el capítulo II de su libro Historia de la Villa de Baena.
A comienzos del mes de enero de 1902 visitó el cerro en compañía de un labriego que conocía perfectamente la zona que le informaba de hallazgos, detalles extraños de la topografía, etc. Entonces encontró tres esculturas acéfalas, una femenina sedente, una masculina de gran tamaño y otra perteneciente a un niño. Las referidas esculturas fueron trasladadas a Baena así como una mano de mármol que empuñaba restos de un cetro y con un anillo en el dedo anular, lo que llevó a Valverde a interpretar el grupo escultórico como representación de la pareja imperial formada por Livia y Augusto y del sucesor al imperio. Explica como tuvo que suspender la excavación porque cuando se difundió la noticia de estos descubrimientos acudieron muchas personas a pie y a caballo ocasionando daños en los sembrados. Aunque programó la reanudación de la excavación para el mes de septiembre, una vez estuviera recogida la cosecha, con el objeto de recuperar las partes que les faltaban a las estatuas y los pedestales sobre los que debieron estar colocadas, no sería hasta después de un año cuando se retomasen los trabajos.

En efecto, iniciadas de nuevo las excavaciones en el Cerro del Minguillar, en septiembre de 1903, tuvo la fortuna de descubrir, nada más y nada menos, que otras cuatro esculturas romanas de mármol. El día 15 desenterró una estatua sedente femenina, provista de una cornucopia y con la cabeza de la emperatriz Livia; al día siguiente y cerca del mismo lugar, apareció la escultura acéfala de un joven provisto de la bulla y de un togado, también acéfalo; después, los días 16 y 20 de octubre descubrieron nuevas piezas muy cerca de las anteriores.
Además de estos notables hallazgos escultóricos halló otros de menor entidad pero igualmente interesantes: dentro de una habitación pavimentada de hormigón fino pintado de color rojo había un pequeño busto de mármol de una matrona del municipio romano “primorosamente labrado”, un jarroncito de cobre y un acetre del mismo material, así como un gran capitel de piedra.

Aunque al año siguiente, en 1904, se hicieron nuevas excavaciones, ya en diciembre de 1903 Valverde y Perales inició los trámites para vender las todas la piezas extraídas. El director del MAN solicitó un informe que fue realizado por Rodrigo Amador de los Ríos, baenense y amigo de Valverde, que había sido nombrado comisionado a tal efecto por el MAN para que tasara y valorara el conjunto. Amador de los Ríos confirmó el precio solicitado por el vendedor Francisco Valverde, de 40.000 pesetas. Pero unos meses después, el 24 de febrero de 1904, se falseó el informe y se redujo la cifra a 10.000 pesetas, a las que habría que añadir 1.500 pesetas más en concepto de gastos de transporte e instalación. Ese sería el precio final que pagó el MAN en 1910 por los 264 objetos arqueológicos procedentes del Cerro del Minguillar.

La escultura femenina sedente Fue concebida como pendant (pareja) de otra escultura semejante que representa a la emperatriz Livia. Ambas comparten tanto la escala como los rasgos generales de la composición y se puede afirmar que ambas fueron ejecutadas por una misma mano o, al menos, por los artífices de un mismo taller. Pero son claras las diferencias en la vestimenta de las dos figuras femeninas sedentes de Iponuba. Mientras que Livia viste una túnica con un sencillo ceñidor sobre el vientre, en la segunda obra éste queda oculto bajo el corto apotygma abrochado sobre los hombros. La configuración de la túnica de esta segunda escultura femenina, remite a modelos griegos de fines del siglo V y del siglo IV a.C. Por otro lado, la posición del torso de esta pieza se encuentra ligeramente inclinada hacia adelante. Esta inclinación sugiere la existencia de un apoyo, que habría soportado el desaparecido brazo izquierdo que habría sido tallado por separado y que habría estado proyectado hacia adelante y hacia arriba, sujetando un elemento vertical: un cetro o una lanza.

Con respecto a su identificación, sus características tipológicas buscan claramente diferenciar esta figura de la que representa a Livia, reproduciendo un modelo iconográfico propio de las divinidades femeninas sedentes. Se trataría de Dea Roma, que personificaba el Estado Romano, según el tipo Minerva, que solía representarse en posición sedente, sosteniendo una lanza y con dos atributos esenciales: el casco sobre la cabeza y el escudo apoyado en el lateral. Se ha fechado entre los años 15-20 d.C.

Uno de los togados representa a un personaje acéfalo cuya mitad inferior y superior fueron talladas por separado. Tanto la escala en que se representó al personaje como las similitudes técnicas con las dos figuras femeninas sedentes sugieren que, además de tratarse de una obra más del mismo taller, las tres esculturas pertenecieron probablemente a un mismo conjunto.

En cuanto a la tipología del togado, se encuadra en el periodo julio-claudio. Dentro de este grupo, las togas de época tardoaugustea se caracterizan por un amplio umbo, así como por una muy escasa atención al modelado anatómico, oculto bajo una superficie plana y esquemática. A este togado parece corresponder una mano izquierda con anillo y volumen que Valverde y Perales halló en el mismo contexto. Este togado pudo haber representado a Tiberio pues es habitual la representación de Livia y Tiberio como pareja en multitud de conjuntos dinásticos de la época. Incluso se ha propuesto que el grupo se completaría con una cuarta escultura que representaría al difunto Augusto, que habría subrayado la continuidad dinástica y la prolongación de un programa de gobierno en su sucesor fechado entre el 15-20 d.C.

La tercera escultura corresponde a otro togado acéfalo, sin brazos y conservado hasta la mitad inferior de las piernas. Algunas características de la talla y de la concepción de la figura indican que fue esculpido en época tiberiana temprana. Este togado formaría parte de otro grupo escultórico completado con dos togados infantiles con la bulla, que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, fechado entre los años 20-30 d.C. El abanico de personajes que podrían haber sido representados es limitado. El togado, de tamaño superior al natural pudo ser el emperador Germánico y los niños que aparecen en los conjuntos dinásticos de este periodo se reducen a sus hijos Nerón y Druso.

Estas tres piezas escultóricas y las otras cuatro que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid debieron formar parte de la decoración del foro de la ciudad de Iponuba que fue erigido en un momento en el que aún no gozaba de autonomía administrativa, pues como sabemos Iponuba se convirtió en municipio en época flavia, hacia el 74-75 d.C. cuando Vespasiano otorgó el ius latii a todas la ciudades de Hispania.

BOLETIN 61 JUNIO 2015b

Tres esculturas