Archivo de la categoría: Opinión

BAENA ESTÁ DE MODA

De Yeso se reviste una gruta inmensa
para que desde Baena
la primavera entre a llenar esa calma
que parece eterna.

A Baena la van a iluminar
para ver mis emociones
en su cielo azul exuberante
y en el cielo rosa vespertino
mis añoranzas de niño
y si es verdad o mentira
que los olivos bailan
de noche en el horizonte.

José Javier Rodríguez Alcaide
9 de enero de 2015
Dedicado a María Jesús Serrano

LITERATURA Y ENSAYO. WADI-AS INFORMACIÓN

por Fernando de Villena
(Artículo publicado por Fernando de Villena en la revista digital de literatura «Cuadernos de Caridemo», en el que analiza el último libro de José Antonio Santano, «Tiempo gris de cosmos». Os incluimos el inicio y el enlace para poder leerlo completo)

«Sacudido por una gran emoción, he finalizado ahora mismo la lectura del libro “Tiempo gris de cosmos”, de José Antonio Santano. Yo conocía toda su obra anterior y había escrito sobre algunos de sus títulos.

“La piedra escrita” me pareció un libro estremecedor presidido por el tema de la muerte; “Suerte de alquimia” fue un buen poemario de amor y pasión… Por aquellos días ya señalé que en la poesía de José Antonio Santano venían a confluir la mediterraneidad del litoral almeriense donde vive desde hace bastantes años con el telurismo y la estirpe senequista de los autores cordobeses, desde Cántico hasta Vicente Núñez. Y también afirmé que José Antonio era un poeta vitalista y que su mismo tono elegíaco empleado a veces nacía de ese fuertísimo amor a la vida y a sus dones.
“Tiempo gris de cosmos”, su poemario recién publicado en la granadina editorial “Nazarí”, es un libro marcado por el dolor, un gran lamento, pero, de igual modo que sus anteriores títulos, nacido del gran amor a la vida que siente el poeta y de su rabia y angustia ante este tiempo gris en el que la existencia de los seres humanos no merece ningún respeto y es mancillada cada día de muchas maneras (…)».

http://cuadernosdecaridemo.blogspot.com.es/…/tiempo-gris-de…

CARTA AL DIRECTOR PUBLICADA POR MANUEL PIEDRAHITA EN EL DIARIO ‘EL MUNDO’: “EL BELEN DEL REY”

Habló el Rey con fluidez de palabra muy seguro de si mismo en su alocución navideña. Fue muy expresivo en sus gestos y en su mirada, al resaltar algunas frases. Me gustó el contenido pero no pretendo diseccionarlo. Voy a la puesta en escena. Eché en falta el artístico Portal de Belén del Patrimonio Nacional que hemos visto otros años. Me acordé del reciente artículo en estas páginas de José Maria Vaz de Soto donde decía “que cabe mantener, si no la creencia, al menos la tradición de la fiesta cristiana del nacimiento”. A los técnicos televisivos parece que les molesta la imagen de quien habla en solitario más de medio minuto. Lo vemos todos los días pues enseguida acuden a imágenes que se mueven para no aburrirnos, para distraernos ¿y que no nos centremos en las palabras de quien habla?

En la alocución del Rey ocurre todos los años. Pasan de una cámara a otra para huir de lo que consideran un recital monótono, aburrido. Si pudieran intercalarían imágenes minimizando en una esquina la del Rey, como hacen a diario con los redactores. o corresponsales El foco de atención, lo importante, estaba en la alocución del Rey; en sus palabras y en sus gestos. Lo demás son florituras visuales a base de cambios de cámaras con enfoques diferentes. La alocución del presidente alemán, Joachim Gauck, que vi. gracias a mi parabólica, sólo tuvo un enfoque, un mismo plano. Eso sí, la bandera alemana se veía bien y el tradicional abeto.

Me sorprendió de pronto ver al Rey alejado. El plano desde el fondo de la salita de estar donde aparecía un gran sofá de color rojo atrajo la atención del espectador. (Y las bromas posteriores de los tuiteros) Menos mal que fue breve pero lo suficiente para que se viese, ¡oh sorpresa ¡ un Nacimiento muy pequeñito. Como ha dicho en estas páginas Luís Arroyo: “Un belencito portátil, supongo que para contentar a los puristas”. ¿Somos “puristas”, amigo Vaz de Soto, los que aun creemos en las tradiciones al margen de nuestras creencias? ¿Y quienes son los “antipuristas? Quizá Ferrer Molina, también en ‘El Mundo’, tenga la respuesta: “A la izquierda no le gustan los belenes”. Yo creía que esa animadversión, extremada hace unos años, ya había pasado Los belenes no deben tener ideología sobre todo “si hay niños que disfrutan con ello”. Vimos una salita de estar que intentaba trasmitir la sencillez de la casa real, igual o parecida a la de tantos españoles. Pero minimizaron con el casi escondido “belencito” lo que si es habitual en muchas casas españolas: el nacimiento.

 Rey

NOCHE VIEJA: MODOS DE MIRARLA

Debería permanecer encajada
para que no nos sea obligado
esperarla.
¿Es amenaza que un enemigo
podría mandar?
Sería grave que no se presentara
más.

********************************

La Noche Vieja barre la calle del Año
con sus escobas de frío y viento.
Si no hubiera sido esa Noche
o pudiera haber dejado de ser
el silencio nos rodearía hasta
la Infinidad.

**********************************

La Noche en que el Año se va
o el Día en que el Año llega
¿son iguales en verdad?:
solo para el que aquí se queda.

José Javier Rodríguez Alcaide
Día 27 de diciembre de 2014.
Dedicado a Juan Manuel Fernández Pastor1908488_691747144276354_1418356970614804546_n

PROFUNDO HUNDIMIENTO (*)

La Cueva del Yeso sobrevivió a la Noche.
Por los espeleólogos entró en el Día.
Oportunidad es del Mañana de los vivos
pues jamás ya será de los muertos.

Tendrá la Cueva que justificar su Fama
para dejar de ser Abismo negro.

Oye allí dentro los silencios
como si carecieras de oído.
Ve los yesos con el ojo de otro
para entender que la luz vino.

Dentro, inmortal está la Paz
sin ortografía de antepasados
en espera de tu sobrecogimiento
ante el misterio que impregna
tan sinuoso y profundo hundimiento.

José Javier Rodríguez Alcaide
(*) Dedicado a Maria Jesús Serrano y a Jesús Rojano.

Fotografía: El espeleólogo José Antonio Mora y la concejala Manuela López, en la visita de ayer.

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CUENTO: LA NOCHEBUENA DE LOS VIEJOS

Por Antonio José Bujalance
Los tres hombres estaban sentados alrededor de la mesa, en un rincón de la taberna. Sobre el mármol, tenuemente calentado por el brasero, había dos vasos de agua, un cacharrito con bicarbonato, una copa de vino y dos tazas de café. Los tres hombres eran viejos, el más viejo tenía entre las manos una mugrienta baraja de cartas que nunca terminaba de barajar.

Estaban los tres callados.

El de las cartas se arrellanó en la silla, suspiró, bebió un buche de agua, y siguió barajando las cartas.

Siguieron callados.

El tabernero, sentado en otra mesa, ojeaba las estampas del «Abc» y deletreaba a media voz los titulares de los artículos. Se mojaba con saliva un dedo cada vez que pasaba una hoja.

—Me parece que esta noche no habrá tute- dijo uno de los viejos.
Los otros no le contestaron, ni siquiera le miraron, como si no hubieran oído sus palabras.

Estaban sentados junto a la ventana, a través de los cristales se veía la plaza.

Al fondo de la plaza se veía el cuadro iluminado de la puerta de la Iglesia, en el quicio había una sombra, un mendigo parecía, una persona. Y por la plaza, veían pasar de vez en cuando grupos de hombres y mujeres y chiquillos que cantaban. A través de los cristales veían un paréntesis de alegría que aquella noche se había abierto sobre la plaza. Aquella era una noche sin ayer y sin mañana. Los hombres, las mujeres y los niños estaban alegres, cantaban y bebían.

La sombra del mendigo en la puerta de la Iglesia era un borrón en la noche alegre.

—Sí- dijo un viejo- parece que esta noche ya no viene don Mauricio.
Y se llevó la copa a los labios. El vino sonó al atravesar su boca babosa y desdentada.

—Hoy cena en casa de su nieta- respondió otro viejo.

—Seguramente será eso.

Y se quedaron de nuevo callados.

El más viejo de los tres, con torpes movimientos, barajaba y barajaba incansable las cartas.

El viento, saturado de copos diminutos, azotaba los árboles desnudos de la plaza y hacía sonar los cristales. Los viejos veían moverse los árboles, oían los cristales y sentían el frío dentro de sus pechos.

—El año pasado tampoco vino don Mauricio por esta noche- dijo uno.

—El año pasado sí vino, fue hace dos años.

—Quizá.

Al más viejo de los tres -ochenta y dos, setenta y nueve, setenta y seis años- le salían las palabras sibilantes entre los dos únicos dientes, negros, carcomidos. El que bebía vino, el único de los tres que aún podía beber vino, tenía la voz gangosa. El tercero acompañaba cada palabra con un ronquido.

—La nieta de don Mauricio dirige este año le Campaña de Navidad, según creo.

—Yo este año he dado veinte duros más que el año pasado.

—Yo he dado lo mismo, yo no tengo los ingresos de usted, y además creo que Dios no olvida lo pasado por lo que se haga a última hora.

—Quizá, de todas formas yo los he dado.

Y volvieron de nuevo a quedarse callados. Se abrió estrepitosamente la puerta y entró una caterva de chiquillos cantando a voz en grito. El tabernero se levantó presuroso y les echó a la calle con cajas destempladas. El mayorcillo de ellos se resistió a salir.

—Un aguinaldo, por favor- pedía.

Pero el tabernero, de un empellón, le lanzó de bruces sobre el suelo embarrado de la calle.

Los tres viejos se removieron en sus sillas. Suspiraron. Y siguieron callados.

Pasaron los chiquillos— sucios, zarrapastrosos, medio desnudos— por detrás de la ventana. Ya no cantaban. Llevaban las manos metidas en los bolsillos. Se les veía el frío en las caras.

Los viejos volvieron a suspirar.

—El año que tampoco vino don Mauricio completó la partida Tomás.

—Pobre Tomás!- se lamentó el del vino.

—¡Ay! -suspiró el más viejo.

—El año que viene quizá se la completemos nosotros a él, allá donde ahora está.

—¡Quizá!

En la silla que quedaba vacía, la que debió ocupar don Mauricio, vino entonces a sentarse el espíritu de Tomás. Los tres le vieron. A cada uno le dijo una palabra sin letras, y después se fue.

Se abrió de nuevo la puerta de la calle y entró una pareja de novios, atravesaron el salón y desaparecieron por la puerta de los reservados. El le iba diciendo a ella.

—No te preocupes, esta noche no te dirán nada, y si te preguntan puedes decir que has estado en la Misa del Gallo.

Los viejos miraron a la novia. Y suspiraron los tres.

—¡Si se viviera dos veces…!—dijo uno.

—Cuando yo tenía esa edad…—empezó a decir otro. Pero tampoco siguió. Apareció en su rostro una sonrisa preñada de amargura. Resignación.

—En fin—dijo uno levantándose pesadamente. Le siguieron los otros dos. Se embutieron en los abrigos, se liaron las bufandas al cuello y se calaron los sombreros hasta las orejas.

Al salir a la calle, empezaron a tocar las campanas. Cada tañido abría una grieta en la atmósfera congelada. Y su eco se dejaba caer sobre la plaza como si quisiera cerrar el paréntesis de alegría que los hombres habían abierto aquella noche.

Caminaban los viejos por la acera, se detuvieron ante la confitería.

—Le compraremos algo a los nietos.

Salieron de la tienda—embutidos en los abrigos, calados los sombreros, liados en las bufandas—.

Y siguieron su camino, siempre torpes, lentos, cansados. Detrás de ellos salió un chiquillo con los paquetes y, corriendo, desapareció por la esquina de la Iglesia.

Pasaron—los sombreros calados—por delante de la Iglesia. Miraron al mendigo que, arrebujado tras el quicio, se resguardaba del viento helado. Era un viejo, tan viejo por lo menos como el más viejo de ellos.

—jPobre hombre!

—¡Con el frío que hace!
—-¡Qué Nochebuena para él !—.

Y los tres – ochenta y. dos, setenta y nueve, setenta y seis años – siguieron caminando, torpes, lentos, cansados.

La última campanada de la Misa del Gallo sonó entonces, fue una campanada fuerte y vibrante que rasgó las almas de los hombres como si cada una fuera un velo en el templo de Jerusalén.

El viento, como enfurecido por aquella campanada, empezó a soplar con fuerza, silbaba al doblar las esquinas de los callejones, Los viejos tuvieron que agarrarse del brazo.

—Este aire no dejará una aceituna en un olivo—dijo uno de ellos.

Los otros no le contestaron. Los otros no tenían olivos. Y no le escucharon.

El viento, huracanado, se arremolinó en la plaza y, abriendo las puertas de par en par, entró en la Iglesia arrastrando al mendigo hasta el altar mayor.

Los tres viejos seguían andando. Se cruzaron con el chiquillo que volvía de llevar los paquetes. Le llamaron y le dieron las gracias. Corrió él hacia la confitería y ellos siguieron caminando—por la calle, por la tierra, por el barro — siempre cansados… torpes… lentos…

NOTA: Cuento publicado en 1959 en la Revista ‘Adela’, antecedente de ‘Tambor’

ILUSTRACIÓN: Bailén

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BAENA EN NOCHEBUENA

Pueblo blanco, sosegado, al que desde el Marbella se le ve su alma, sube con dificultad hacia sus Almenas.
Se adivinan juncos y caracoles en las aguas del Marbella, que arañan las raíces de olivares, verdes, contra los ocres de sus peñas.
Paseando por sus riberas murmullan los olivos junto a sus huertas, mientras un viento suave sus copas refresca. Luces verdes, blancas, moradas como diademas.
Nada perturba el romanticismo que emana de un atardecer puro en Baena.
Yo disfruté de niño por los caminos terrizos que acompañan a los sinuosos caprichos del río Marbella.
Siempre recordaré la brisa, grata como una crema, en el atardecer de aquella Nochebuena.

José Javier Rodríguez Alcaide
Nochebuena de 2014.

Fotografía: Una escena del portal de Belén de José Antonio Esquinas, montado en 2013 en el colegio La Milagrosa, de Córdoba.

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CUENTO DE NAVIDAD Y CONCORDIA. EL RECUERDO DE ANTONIO DE LOS RÍOS

NUEVO BOLETIN DEL GRUPO AMADOR DE LOS RIOS

Por Carmen Menchero de los Ríos (*)

Quienes hemos superado la primera mitad de nuestra existencia asistimos a la inauguración de las luces navideñas sobrecogidos por el recuerdo de quienes ya nos dejaron y el inevitable balance del año que se nos va. El azar es caprichoso, pero hay ocasiones en las que parece orquestar un sutil entramado de casualidades que nos empujan a descubrir hechos de nuestra biografía que nosotros mismos ignoramos.

Con la referencia de gentes y sucesos recogidos en la novela de Paulina Trujillo “Los latidos del tambor” y algunos textos manuscritos firmados por mi abuelo, Antonio de los Ríos Urbano, este verano pude por fin conocer aquellos interminables olivares de Baena que él añoró hasta su muerte y tuve ocasión de perderme por las calles que tantas veces transitó, en busca de una familia con quien esta Asociación tuvo la amabilidad de ponerme en contacto.

Arropada por su afecto, pese a que nos separan varias generaciones, recorrí el pueblo a la sombra de casas encaladas y monumentos que habían sido mudos testigos de hechos que nunca deben repetirse. Buscaba el recuerdo de D. Antonio, aquel periodista tan elogiado por la prensa de la época, que tras engrosar las filas del partido socialista ocupó el puesto de primer y último alcalde republicano de Baena, terminando por abandonar la localidad tras dimitir de su cargo en los primeros días de julio de 1936.

De su puño y letra había palpado el fracaso de un sueño ahogado en la sinrazón de la violencia y su decepción plasmada en textos inéditos, como no podía ser de otra forma, escritos durante un largo destierro en los años grises de la dictadura, apartado para siempre de su profesión de periodista. Palabras amargas que no parecen escritas por el hombre que años antes declaraba con firmeza “hemos venido al Ayuntamiento a administrar, no a hacer política”, al tiempo que sus coetáneos celebraban su regreso al consistorio en 1936 describiéndolo como “periodista prestigioso por el estilo de su pluma, inteligente y comprensivo con una atención férvida para los humildes y un gran respeto para todos, su silueta es popularísima en Baena y la comarca”.

También por aquella época los medios se hacían eco de noticias de actualidad en estos días, relacionadas con corruptelas y escándalos que le llevaron a desenvainar su prosa para defender en la prensa su gestión al frente del Ayuntamiento, de cuyo balance formaron parte en aquel primer mandato el arreglo de calles y caminos vecinales, amén de los esfuerzos por paliar la lacra del paro y el analfabetismo e impulsar la acción de la Beneficencia municipal y la Casa de Socorro. Junto a ello, no olvidó mencionar logros de los que se sentía especialmente orgulloso como fueron la creación de la Gota de Leche (de la que recuerdo que me habló mi madre en alguna ocasión), además de la biblioteca municipal y la institución de becas para estudiantes.

En aquella visita a Baena, sentada frente al nuevo Ayuntamiento, pude imaginarle cruzando la plaza pausadamente, preocupado por esos proyectos cuya viabilidad dependía de un escueto presupuesto municipal, pero vitales para articular las bases de un futuro más halagüeño para sus convecinos. Sin embargo, en menos de un lustro, aquel escenario se vio cubierto por una orgía de sangre inocente que confluyó en un reguero macabro con la derramada en el Convento de San Francisco. Ideales truncados y vidas rotas, un saldo de silencio que cubrió con el manto del olvido todo avance, todo progreso, reducido a partir de entonces a un burdo esperpento, desfigurado durante generaciones por el espejismo de un orden impuesto por la autoridad y la paz helada de los cementerios.

Lamento no haber heredado la pluma de Antonio de los Ríos para reivindicar, al filo de los 80 años de aquella catástrofe, el tesón de tantos que, como él, se vieron desbordados por el odio y la violencia, biografías atrapadas en un entramado de afectos y convicciones, donde la esfera pública y privada se confundió en la niebla de la sinrazón. Amordazada la palabra, aún esperan turno para hacer oír su voz, al compás de una recuperación de la memoria histórica que no será completa sin su testimonio:

“Persecuciones, vejámenes, incomprensiones, desengaños son frutos mortificantes que suelen cosechar los hombres de ideales”.

Para el año que entra, el esfuerzo por comprender ideas “blancas o negras” que “acertada o equivocadamente propugnan todas por la consecución de algo que cada cual presupone como panacea sublime” parece un propósito, aún hoy, necesario y de plena actualidad.

(*) Carmen Menchero de los Ríos es nieta de Antonio de los Ríos Urbano.

BOLETIN 52 GRUPO AMADOR DE LOS RIOS

EL CUADERNO DE BAENA Y LOS JUDÍOS. FELICITACIÓN DE NAVIDAD DE FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA

Con motivo de la Navidad, Francisco Expósito ha recopilado en un cuaderno algunas de sus investigaciones sobre la relación de Baena y los judíos. El cuaderno lo podéis descargar en el enlace que incluimos al final.

“La cultura, una de nuestras principales riquezas, solo se conserva si se transmite. Nuestra mayor contribución es llevarla a los demás.
Francisco Expósito Extremera”

El cuaderno se inicia así:
La historia de Baena no se entiende sin su especial relación con el pueblo judío en los últimos seis siglos, una vinculación poco destacada hasta ahora pero que es fácilmente reconocible en la cultura baenense. Ese cruce de influencias sitúa a la antigua villa como uno de los lugares que albergó más judíos y conversos en la provincia, sobresaliendo también destacados intelectuales como José Amador de los Ríos, que impulsó la revisión de la aportación de este pueblo en la historia de España y Portugal, y también poetas que entraron en la literatura universal como el judío converso Juan Alfonso. El siglo XX no pasará inadvertido tampoco para afianzar una relación que tiene en Ruiz Santaella a uno de los escasos españoles reconocidos como Justo entre las Naciones. Tampoco hay que olvidar las denuncias sobre el racismo judío practicado por los nazis que difundió a través del periódico El Debate el periodista Antonio Bermúdez Cañete y que provocaron finalmente su expulsión. Esta historia de vinculaciones no se ha reconocido suficientemente, por lo que su importancia podría trascender a través de futuros proyectos que podrían contribuir a convertir Baena en un foco de interés turístico por su importancia para la cultura judía y como lugar en el que terminaron integrándose gran número de conversos.

En el año 2000 el profesor Salamon Eskenazi aseguraba que se había escrito mucho sobre la expulsión del pueblo judío de España y Portugal, aunque, en opinión de este intelectual judío, “uno de los más importantes autores que ha profundizado en estos recuerdos, quizás porque no era judío, es José Amador de los Ríos”, que en el año 1848 publicó Los judíos de España. Estudios históricos políticos y literarios, y que en 1875 escribió “el monumental trabajo” de la Historia social, política y religiosa de los Judíos de España y Portugal. El texto del escritor baenense se convierte en una de las primeras historias revisionistas sobre la importancia de los hebreos en la península ibérica: “Con la expulsión de los hebreos se echaban de los dominios españoles las verdaderas fuentes del bienestar de los pueblos: el comercio y la industria sufrieron, pues, un golpe mortal, bien que menos sensible para la segunda que con la reciente conquista de Granada recibía para Castilla nuevos cultivadores. El comercio, por el contrario, cerraba las puertas a los pueblos vencidos y perdía por el momento casi toda su vida” (José Amador de los Ríos, 1848).

La reedición del libro Los judíos de España, publicado por Urgoiti Editores en 2013 con prólogo de Nitai Shinan, corrobora la importancia que el pueblo judío otorga al intelectual baenense. Así, los investigadores judíos alemanes y franceses del siglo XIX reconocieron esa contribución. “Los escritos de Amador de los Ríos fueron bastante conocidos para los pioneros de la investigación israelí sobre la historia de los judíos de España. Él fue citado por destacados historiadores como Yizhak Baer o Haim Beinart. Pero lo que le hizo más conocido fue la discusión sobre su obra del historiador judío israelí/estadounidense Ben Zion Netanyahu, el padre del actual primer ministro de Israel”, asegura Nitai Shinan en una entrevista publicada en el diario Córdoba el 28 de mayo de 2013. “Lo que me impresionó profundamente en la figura de Amador como historiador es su gran deseo, a veces casi obsesivo, de ganar el galardón de la imparcialidad y de esquivar las grandes polémicas que rodeaban la historia de los judíos de España, especialmente en la interpretación de la Inquisición y de la expulsión. Pero sus profundas convicciones humanitarias no le permitieron pasar en silencio por los sufrimientos y la tragedia final que puso fin a la residencia judía en España en 1492, reflexiones que le llevaron a criticar muy duramente en su último libro (Historia social, política y religiosa de los judíos de España y Portugal) a los Reyes Católicos, responsabilizándolos por todos los sufrimientos acontecidos en la expulsión de 1492”, añadía Shinan (…).

ENLACE:
http://www.amadordelosrios.org/…/CUADERNO-JUDIOS-Y-BAENA.pdf

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ARCÁNGEL BEDMAR RECUPERA LA FIGURA DEL COMANDANTE MANUEL HERNÁNDEZ. YA SE PUEDE DESCARGAR EL LIBRO

“Baena tenía una aldea, Albendín, en la que existía un cuartel con seis guardias y un cabo comandante de puesto, Manuel Hernández González. Este, al producirse el golpe de estado, en apariencia cumplió con las órdenes que le trasmitía su superior, el teniente Pascual Sánchez Ramírez, de manera que para apoyar la sublevación el 19 de julio por la noche se trasladó a Baena, donde permaneció concentrado junto a los guardias de Albendín. Sin embargo, de manera sorpresiva, el 23 de agosto el teniente Pascual Sánchez arrestó al cabo dentro del propio cuartel y envió al día siguiente una denuncia contra él a la Comandancia de la Guardia Civil de Córdoba, según se recoge en el sumario de su consejo de guerra que se conserva en el Archivo del Tribunal Militar Territorial II de Sevilla (causa 259/36, legajo 243, expediente 4.051). En el escrito de denuncia, el teniente Pascual Sánchez indicaba que por “confidencias fidedignas que me merecen todo crédito de elemento civil y además por propia observación” había detectado que la conducta del cabo Manuel Hernández no correspondía “a un Cuerpo de su categoría y que viste un uniforme de un Cuerpo tan fiel y noble como el nuestro (…) y que en los distintos servicios que le fueron encomendados no desplegaba la actividad y el valor que en las circunstancias presentes se requieren”.

Señalaba que el día 5 de agosto, cuando el general Miaja atacó Baena, en el edificio de la Sub-brigada Sanitaria Manuel Hernández aconsejó a los defensores que no disparasen con el fin de pasar desapercibidos, “con lo que mostró cobardía o sentimiento a [sic] herir al enemigo, con el que parece que simpatiza”. El teniente lo acusaba también de decir “que no se deben acatar más órdenes que las que emanen del gobierno legalmente constituido en Madrid”, de escuchar las noticias transmitidas por Unión Radio Madrid (en manos de los republicanos) y de ver “con desagrado” que sus subordinados escucharan las emisiones de Radio Sevilla o Córdoba (controladas por los militares sublevados) y leyeran ABC, Guión y “otros periódicos de significación derechista”. Por último, el teniente apuntaba que tanto Manuel Hernández como su esposa habían proferido frases como “aún no se sabe de quién será el triunfo, la bola anda en el tejado, la Unión Radio Madrid es la que dice la verdad” y otras por el estilo que “aminoran la moral de militares y civiles” y quitan “la fe ciega que en el triunfo de nuestra causa todos tenemos puesta”. Por estos motivos, al considerarlo “como individuo peligroso en esta plaza”, había decidido detenerlo y ponerlo a disposición del jefe de la Comandancia de Córdoba, quien trasladó la denuncia al teniente Manuel Cañas Montes para que recabara información de los hechos (…)”.

Este fragmento se recoge en el nuevo libro de Arcángel Bedmar, “Patriota era, y patriota soy. Manuel Hernández González, cabo de la Guardia Civil”. En el siguiente enlace, del blog del historiador jiennense, se puede descargar la publicación:

https://arcangelbedmar.files.wordpress.com/2013/09/libreto-manuel-hernc3a1ndez.pdf

Imagen: La fotografía se reproduce en el libro de Arcángel Bedmar.

Comand M Hernandez