RODRÍGUEZ ALCAIDE, HIJO PREDILECTO DE BAENA

Estimad@s amig@s del Grupo Cultural:
Os comunico que nuestro amigo José Javier Rodríguez Alcaide, miembro del Grupo Cultural, ha sido nombrado hoy Hijo Predilecto de Baena por unanimidad de Pleno municipal. José Javier es catedrático emérito de la Universidad de Córdoba y uno de los grandes impulsores de la denominación de origen de Baena. El profesor baenense, que también es hijo adoptivo de Córdoba, aseguró antes de su nombramiento que se lo enviará “al cielo” a sus padres, que llegaron a Baena en 1933 y se conocieron en el municipio. En un correo me decía ayer: “Si se produce el nombramiento te asevero que me llena más de orgullo ser hijo de Baena. Ese amor a mi pueblo se lo debo a mis padres, quienes sin ser de esta villa, me inculcaron un gran amor hacia ella. A mis padres les dedicaría esta predilección. Si ya era dilecto hijo de Baena el ser predilecto, preferido entre los dilectos, me llena de gozo y de sano orgullo”.
Como presidente del Grupo Cultural transmito a José Javier nuestra más sincera felicitación.
Con José Javier y Paco Ariza tenemos dos hijos predilectos de Baena en la asociación.
Francisco Expósito.

A continuación incluimos varios enlaces sobre José Javier Rodríguez Alcaide:

Diario Córdoba – El libro blanco de la Empresa Familiar

Diario Córdoba – El problema de la izquierda intelectual

Cordobapedia – José_Javier_Rodríguez_Alcaide

 

JJ Rdguez Alcaide

SEMANA SANTA DE 1961

El siguiente artículo se publicó en la revista ‘Tambor’ en el número especial de la Semana Santa de 1961, dirigido por Manuel Piedrahita Toro. Es la visión de la celebración de una mujer. La ironía aparece en la descripción que hace día a día, pero también la crítica de lo que observa. El texto, pese a su sencillez, encierra gran interés porque nos introduce en la devoción popular de la época. Lo firma, desde el anonimato, “una mujer baenense”. La viñeta que se incluye ilustraba el artículo.

DIARIO DE UNA MUJER EN LA SEMANA SANTA
MARTES SANTO
Otra Semana Santa y van … He comprado algodones para los oídos. En mi casa hay un invitado que ha traído mi hermano. Lo malo es que le van a dar un tambor y no podré estar con él ni un momento. Mi hermano lo debía traer en Feria…
Hoy en casa huele a sidol y todo el mundo está limpiando cascos y desrizando cola.
La cola blanca llevaba pocos judíos cuando iba a San Francisco para el Miserere. Dicen que en los misereres lo de menos es la penitencia. Yo fui una sola vez y… ¡mejor es no hablar!
Escribo y aún oigo los cohetes. Las Fiestas han empezado…

MIÉRCOLES SANTO
He ido a misa. El amigo de mi hermano, el invitado, se ha extrañado que apenas haya gente en la iglesia siendo Semana Santa; en su pueblo, allá en Castilla, estos días están las iglesias llenas. Las tabernas las cierran…
Al medio día he encontrado a mi invitado en un bar vestido de judío. Estaba colorado y sudaba dándole al parche. Mi hermano hacía otro tanto. Las niñas estábamos solas en la mesa de una cafetería tomando el sol y… cafiaspirina.
La procesión del miércoles, como siempre. San Diego, por culpa de la tradición, es un anacronismo. Por casa pasó muy cortada y los judíos apretaban de lo lindo. La cabeza me dolía mucho.
Mi hermano y el invitado dijeron muchas tonterías durante la cena. Ambos tenían los ojos muy colorados.

JUEVES SANTO
Los Oficios es lo que más me gusta de la Semana Santa. Había mucha gente, muchos hombres. Todos los años me da mucha risa, y hasta acaba con la devoción, el rey Herodes con la carátula puesta. Dicen que es la tradición, pero ni pizca de falta que hace en la Iglesia. La banda de música ha tocado lo mismo del año pasado.
La procesión tiene una Virgen muy bonita. Iban pocos judíos de la cola negra.
He andado las estaciones y me he encontrado con los enlutados. El invitado me ha preguntado si son frailes, por la seriedad que imprimen el acto. Yo no le he contestado.
Mi hermano y el invitado dicen que no se van a acostar. Yo encuentro que eso es una barbaridad. Precisamente eso significa una noche de pasarlo bien, el día más significativo del año, aniversario de la institución de la eucaristía.

VIERNES SANTO
A las cuatro de la madrugada mi hermano, el invitado y cinco más, me han despertado tocando el tambor. Me ha sentado como un tiro… Hablaban alto cosas relativas a una botella de coñac. Me da pena. A las cinco me he levantado. He ido a ver salir a Jesús. Toda la Puerta Córdoba huele a coñac y anís… o a mí me lo parece. Hay tambores, judíos, profetas, capiruchos, olor a cera, ruido de música sacra, redobles… Amanece por el horizonte y Jesús sube. Me dan escalofríos y no lo puedo remediar.
El acto del Paseo me lo conozco demasiado. Hace calor y Adán y Eva sudan, limpiándose el sudor con un pañuelo. Jesús da la bendición y la gente grita. La fe del pueblo es superficial. La sensiblería predomina. Es una verdad que todos debemos meditar. Y las mujeres las primeras, que lloramos por nada.
Por la noche, la procesión va ordenada, pero no silenciosa. Huele a cera y a cañadul. El invitado se ha venido conmigo y está encantado de lo bien que lo ha pasado.
Es la frase de todos los forasteros que viene a tocar el tambor. Pero eso, divertirse, no es la Semana Santa. La Semana Santa es algo muy serio, muy hondo que debe ser meditado despacio.

Una mujer baenense

SS 1961 a

SANTA MARÍA, HACE 10 AÑOS

Incluimos el inicio del nuevo artículo de Francisco Expósito para ‘Cancionero’. Recuerda la celebración del décimo aniversario de la inauguración de las obras de restauración de la iglesia de Santa María la Mayor. El próximo Jueves Santo hará 10 años desde que se reabriera con todo su esplendor el templo baenense. La fotografía fue tomada el 28 de marzo de 2003 por José Carlos Priego, al que agradecemos que nos la haya facilitado. En la imagen se observa en la primera fila a Virgilio Olmo, uno de los grandes impulsores de la recuperación, junto a otras autoridades.

«El 28 de marzo de 2003 se inauguró la restauración de la iglesia de Santa María la Mayor. Culminaban las obras iniciadas en 1999 y se ponía fin a una larga espera de la sociedad baenense. La intervención, bajo el proyecto del arquitecto Jerónimo Sanz, se encontró durante el camino con grandes dificultades para coordinar los esfuerzos de las distintas administraciones y entidades que colaboraron (Obispado de Córdoba, Junta de Andalucía, Cajasur y Ayuntamiento de Baena), a lo que hubo que unir los retrasos que se produjeron al ser necesaria la ampliación del presupuesto inicial. La restauración requirió 2,19 millones de euros y un ingente esfuerzo que fue canalizado desde décadas anteriores por el cura párroco Virgilio Olmo Relaño, que encontró en el Ayuntamiento presidido por Luis Moreno Castro un firme respaldo que hizo posible culminar lo que tanto habían deseado los baenenses. Se da la coincidencia de que este Jueves Santo se cumple el décimo aniversario de una de las grandes efemérides para el municipio, tanto por lo que implicaba simbólicamente de cauterización de una de las últimas heridas abiertas por la guerra civil, como por la importancia que suponía para la localidad recuperar uno de sus monumentos más importantes. Más de mil personas asistieron en la noche del 28 de marzo de 2003 al acto. Las palabras del entonces alcalde, Luis Moreno, plasmaban los deseos de muchos baenenses: “La democracia nos ha devuelto Santa María”. El alcalde socialista remarcó que el primer monumento de la ciudad se convertía en “el símbolo de la reconciliación entre hermanos para siempre”.
Uno de los que estaban más felices era don Virgilio, el cura que llegó a Baena en 1965 al ser nombrado coadjutor en la iglesia de San Bartolomé y capellán de San Francisco. Cinco años después fue designado párroco de Santa María la Mayor, aunque en aquellas fechas el templo se encontraba en ruinas, por lo que ejerció en la iglesia auxiliar. Eran años en los que desde la revista ‘Tambor’ se venía reivindicando la recuperación de la iglesia mayor tras los graves daños sufridos el 23 de julio de 1936 y el abandono durante más de tres décadas. Incluso se llegaba a decir que si se hubiera actuado poco después los daños hubieran sido menores: “(…) dadas sus proporciones y su magnífica fábrica de piedra solo quedó destruido el coro, con sus soberbias tallas del artesonado y sillería, parte de la techumbre y los retablos. El conjunto del templo, en sí, apenas sufrió daños. Su reparación, entonces, hubiera sido cosa insignificante, pero…” (‘Tambor’, junio de 1963). Antonio Ramos Asensio había emprendido, junto a los Amigos del Arte, una campaña para la restauración del templo desde mediados de los sesenta, aunque las dificultades que se presentaron parecían no dejar ver la luz. La intervención del escritor José María Pemán, consuegro de Antonio Ramos, impulsó la declaración en 1971 como monumento artístico (…)».

Sta Maria hace 10 años

«SUEÑOS INFANTILES» de José Javier Rodríguez Alcaide

¿Cómo pueden aquellos sueños infantiles de mi estancia en Baena transformarse en realidad? Ahora recuerdo a mi pueblo cómo si sus gentes dormitaran a pleno día o se extasiaran en largas conversaciones a la puerta de sus casas. Recuerdo a Rosario Trillo, a Santos y a Cristobalina departiendo con mi madre largo rato en el umbral de sus casas, anudados en esa costumbre que se ha hecho caduca. Y es que los recuerdos clarifican a tan larga distancia impresiones que se deshacían en el tumulto cotidiano de mi niñez. Ahora las veo a ellas con excelente nitidez; la fisonomía de las vecinas en Semana Santa y por jubileo no era de aburrimiento sino de alegre y dicharachero placer. A Rosario Trillo con su vestido negro de viuda, la nimiedad alegre de Cristobalina y el tipo enjuto de Santos, junto a la belleza de la joven Carmina. No son recuerdos marchitos ni frustrados sino de fidelidad a las tradiciones y costumbres en aquel barrio de mi pueblo. No son para mí estos recuerdos a guisa de pieza de museo ni vacío inquietante sino viva realidad. Me agradaba, mientras yo jugaba en Puerta Córdoba, ver a mi madre hablar con las vecinas; como si un espíritu cosmopolita les invadiera. Las escuchaba hablar de quienes, tan jóvenes, como si fuera una extraña fuga, habían tenido que salir de Baena para poblar zonas de desarrollo industrial en el Perineo leridano.
Se hace realidad la casa de Paco Santiago, en la calle de la iglesia de San Bartolomé. Siento el olor a paja de su pajar, la entrada de los mulos, nuestros juegos al escondite entre cuadras y pajas almacenadas y el batir de alas de los pájaros que allí anidaban huyendo por nuestra algarabía asustados. Allí pulsábamos resortes mágicos y sentíamos el remordimiento de quienes en realidad éramos en aquel pajar, escondidos, aprendices de brujo. Paco Santiago, Juan y Antonio Caballero y yo, allí, rompíamos hostilidades y terminábamos a veces entre guantazos. Aquel pajar era lugar prodigioso para nuestras escapadas. Estas rememoraciones son como vagabundeo inofensivo de sonámbulo que súbitamente se despiertan y se hacen realidad. Tras la fuga en el pajar llegaba a casa esperando la regañina como niño malo presintiendo el tortazo o el castigo del cuarto oscuro.
Mi infancia en Baena fue un gozo en una ciudad viva, en un barrio de manos abiertas, lleno de alegría a pesar de los malos recuerdos de la guerra civil. No era una comunidad de vecinos arrugados ni llenos de costras sino de alegres tiendas, de una barbería con muchos parroquianos, de un ir y venir diario de burros, mulas, cabras y, durante el espigadero, de lechones. No eran calles devoradas por la grama y la ortiga sino limpias y relucientes. Su vida sana y alegre siempre fue para mi prenda y promesa.
Ciertos recuerdos se me presentan ahora con más claridad. Rememorándolos me encuentro conmigo mismo en una nueva piel; he decidido escribir aquellas imágenes para que jamás vuelvan a estar rodeadas de sombras. Nunca en la Plaza Vieja ni en Puerta Córdoba escuché oscuros rumores.

Vista Baena 1

POR LA RECUPERACIÓN DE LA ERMITA DE LOS SANTOS

La historia de la ermita de Nuestra Señora de los Santos, situada en el Monte Horquera (Nueva Carteya), une a Baena con su pasado. El paso del tiempo ha ido deteriorando su estructura, dejándola en el olvido y en la ruina. En el origen de la cofradía de Jesús Nazareno se encuentra la devoción a la Virgen de los Santos, plegaria en muchos momentos de la historia ante adversidades puntuales.
Desde el Grupo Cultural Amador de los Ríos hacemos un llamamiento al Ayuntamiento de Nueva Carteya, pero también a la colaboración de la Mancomunidad del Guadajoz y los municipios que la integran, para buscar puntos de acuerdo para trabajar en su recuperación antes de que sea demasiado tarde.
La torre de la ermita está protegida desde 1985 como Bien de Interés Cultural (BIC). En la ficha de su reconocimiento aparece remarcada su importancia histórica y se recuerda la leyenda que recoge Valverde y Perales en su ‘Historia de la Villa de Baena’:
«…en el mismo monte, y no muy distante del dicho arroyo (Carchena), entre él y el río Guadalmoral, existe una torre llamada de los Santos, que estaba en el año de 1245 guarnecida por cristianos en corto número, y fue atacada por fuerzas musulmanas muy superiores, batiéndolas con gran denuedo, viéndose los nuestros en tanto apuro, que buscando la divina protección se encomendaron a la Santísima Virgen, la que se les apareció en un hueco de la torre, concediéndoles una milagrosa victoria». Termina, que «… a partir de entonces la torre se dedicó a santuario, bajo la advocación de la Virgen de los Santos, en memoria del milagro…».
Valverde y Perales considera esta ermita, que ya no se encuentra en el término de Baena sino en el de Nueva Carteya, como el templo más antiguo de la localidad.
Por todo ello, y tras el interés que ha mostrado también la hermandad de los Nazarenos de Baena en su recuperación, el Grupo Cultural Amador de los Ríos considera necesario el acuerdo entre administración y propiedad para que el abandono en el que se encuentra este enclave histórico no sea definitivo y se pueda trabajar por su restauración.
La imagen del enclave que ilustra esta información fue tomada por Miguel Párraga, secretario del Grupo Cultural Amador de los Ríos.

H de los Santos

EL ESCULTOR DE ITUCI

Mañana sábado se presentará el relato ‘El escultor de Ituci’, de José Javier Rodríguez Alcaide. El acto tendrá lugar, a partir de las 19.30 horas, en la Casa de la Tercia. La historia es una recreación imaginada por el catedrático emérito de la Universidad de Córdoba de la vida en la antigua ciudad de Ituci (Torreparedones). Ha sido editada por el Grupo Cultural Amador de los Ríos y patrocinada por el Ayuntamiento de Baena. Todos los asistentes al acto recibirán la publicación de manera gratuita.
Al término de la presentación, el Ayuntamiento procederá a la rotulación de la sala de Valverde y Perales en el Museo Histórico de Baena y se inaugurará la exposición en honor del historiador baenense, organizada por el Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena.
En la imagen, una de las páginas del relato. Corresponde a una ilustración de Henry Fuseli, titulada «El artista desesperado ante la grandeza de las ruinas antiguas», que se encuentra en el museo Kunsthaus de Zürich.

Dibujo Ituci

PREMIO AL ESPELEÓLOGO JOSÉ ANTONIO MORA

 El espeleólogo baenense José Antonio Mora ha sido premiado por su amplia trayectoria investigadora con uno de los galardones andaluces que entrega el Grupo de Espeleología de Villacarrillo (G.E.V.), …un club con más de 30 años de exploraciones subterráneas. José Antonio Mora ya ha conseguido otros importantes galardones. En el año 2010, por ejemplo, recibió uno de los premios Andalucía de Exploración e Investigación Espeleológica como coautor del trabajo ‘Estudio integral de la Cueva del Yeso’, presentado por el Grupo Espeleológico G-40 de Priego de Córdoba y G.A.E.A. de Baena.
En la imagen se observa a José Antonio Mora en la cueva del Yeso de Baena.

Cueva yeso

Julia de Prado Santaella

Un nuevo texto de José Javier Rodríguez Alcaide recuerda la labor de la señorita Julia en los años de la posguerra y el auxilio que prestó a numerosas familias. Lleva por título «Julia de Prado Santaella».

«Esta señorita debía tener en 1940 una edad cercana a los 35 años, unos seis o siete años mayor que mi madre. Era delegada de Auxilio Social y atendía en la Calzada a más de un centenar de niños afectados por la guerra civil en Baena y hostigados por la hambruna que se produjo en la postguerra civil y durante la II Guerra Mundial. Era un modelo de solidaridad, al decir de mis padres, cuando yo empezaba a tener uso de razón; eso pudo ocurrir a mis siete años en 1945. El Centro de Auxilio Social se denominaba el Divino Maestro.
Saqué la sensación que doña Julia era algo especial entre las familias de Prado. Las gentes al oír el nombre de don Toribio de Prado, su tío, bajaba la cabeza por respeto. Las gentes hablaban de los de Prado como de una reiterada leyenda, alimentada por la bondad de don Toribio y doña Julia y por sus gestos extraordinarios de Solidaridad, terminada la guerra. Para mí, Julia de Prado era tan importante como don José Alcalá Santaella, médico que me reconocía y pretendía mejorar mi endeblez. Y es que el nombre de los de Prado ha estado siempre muy unido a las fechas señaladas de la vida de mi pueblo como son las fiestas votivas o la Semana Santa.
En aquélla, cuando yo alcanzaba la edad de los diez años, era un apellido respetado, temido pero no odiado. Eran como un broquel, formado por una pléyade de hijos. En las familias los había apasionados y autoritarios y también caritativos y solidarios, como Julia. Era un verdadero clan al que se le tenía envidia y respeto, como si fueran de otra raza.
Yo admiraba la fachada de ladrillos rojizos y el cancel de su hidalga casa cuando pasaba camino del Juan Alfonso de Baena. En mi niñez solo sonaban en mi casa los nombres de don Toribio de Prado Padillo, doña Julia de Prado Santaella y el de un nieto de don Toribio, a quien mi padre le daba clase particular para prepararle para el examen de Estado, de modo que, al final de la década de los años 40, debería rondar los 18 años. La casa para mi era modelo de honor defensivo, una vez que me contaron la defensa numantina que de ella hicieron Andrés, al que conocí luego dirigiendo la Cooperativa del Vino y a Manuel, al que conocí en los años setenta como alcalde de Baena. No supe de la existencia de Salvador de Prado Santaella hasta que presidí ABASA en 1982 y él era representante de la Cooperativa de Ntª Señora de Guadalupe.
Me detenía ante el zaguán de la casa, contemplaba la cancela de hierro forjado y su patio interior. No se cuando se construyó esa casa pero de allí, en el siglo pasado, se lanzaron al mundo una generación de gentes que no olvidan la vieja morada ni el señorial aspecto de la esquina de esa manzana.
Doña Julia de Prado se había convertido en el refugio de amor de muchos niños de Baena; mujer organizadora que dedicó su mejor tiempo a tan humanitaria labor. Las dinastías de los Prado había resistido la guerra civil, pagó su tributo con la muerte de un hijo en el Castillo, e influyó mucho en el desarrollo posterior agroindustrial de mi pueblo. Tenían reputación de esfuerzo, de dureza y de valor en los hombres y de amor y entrega a los necesitados en Julia. La casa de don Víctor fue el rostro terrenal de aquella prolífica familia y de esa casa me maravillaba la forja de sus ventanales. Nunca vi a don Toribio, sí a doña Julia, pero yo los tengo en mi infantil memoria por lo que de ellos, equilibrada y ponderadamente, hablaba mi padre».

Señorita Julia

NUEVA PUBLICACIÓN DEL GRUPO CULTURAL

El Grupo Cultural Amador de los Ríos, con el patrocinio del Ayuntamiento de Baena, presentará este sábado, a partir de las 19.30 horas, el relato “El escultor de Ituci”, escrito por José Javier Rodríguez Alcaide. El catedrático emérito de la Universidad de Córdoba nos adentra en la sociedad de Ituci (Torreparedones) en una recreación que nos introduce en las vivencias de la antigua ciudad romana.
La publicación, diseñada por Marivi Ruiz de Prado, ha sido impreso por Gráficas Cañete y ha contado también con la colaboración de Aprosub en su encuadernación.
A continuación se incluyen los primeros párrafos de este interesante documento que nos ayuda a conocer un poco más cómo se vivía en aquellas lejanas centurias.

“EL ESCULTOR DE ITUCI
Guadajoz hacia arriba caminaba uno de mis antepasados viendo el polvo que surgía de la colina de Ituci. Desde el puente de piedra se acercó a la fuente y desde este manantial divisó las blancas columnas que hacían de aquel espacio una ciudad de mármol. Se veía el templo y el pináculo de la Curia y las doradas imágenes de Claudio y Augusto inundadas de la luz de poniente. Las estatuas de Claudio y Augusto remataban el Foro. Desde abajo, según ascendía, se oía la vida de la ciudad; era un mar de ruidos que llegaba, de un lado, hasta el Guadajoz y, de otro, hasta la laguna de la Quinta y al último Rincón del Muerto.
Caminando hacia arriba, desde el Castro en el río, se empezaba a percibir la proximidad de esta bella ciudad. Carros cargados de trigo circulaban cerca del cauce y se hacía la ruta más llevadera desde la cueva del Yeso. Ascendían hacia la colina por su parte norte los carros con sus cuernos de la abundancia. De Ituci bajaban ballestas y arietes para una próxima guerra.
El camino, aledaño al Guadajoz, era muy estrecho y más estrecho todavía el que llevaba a la ciudad. No era fácil abrirse paso entre tanta caballería cargada de cebada y trigo y de corazas y arietes. Nadie prestó atención en este tráfico a mi antepasado, quien llegó a Ituci de modo inadvertido y pasó la noche junto a la muralla de poniente y muy cerca de la cella. Se dispuso a ser, al día siguiente, un simple ituciano entre tantos itucianos, aunque él era oriundo de Baiana y sus ancestros de Castro, campamento militar que allí estuvo fondeado.
No sé cómo consiguió vivir fuera de la ciudad amurallada durante tanto tiempo, aunque alguna vez durante el estío pernoctaba bajo el puente de piedra. Casi siempre le despertaba no el alba sino el ruido de carros y voces de arrieros. Le entusiasmaban los vendedores callejeros con sus voces mañaneras. Me cuenta que cuando los de la Curia se levantaban y se acercaban al Foro ya llevaban los comerciantes vendiendo en la calle algunas horas y se habían marchado al bosque a cazar y cuidar el ganado muchos itucianos (…)”.

El escultor de Ituci

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