En el año 1982 se constituyó Aceites de Oliva Vírgenes de Baena (Abasa) como primera envasadora de la denominación de origen. Integrada por las cooperativas y las sociedades agrarias de transformación de la zona, eligió como primer presidente a José Javier Rodríguez Alcaide. Abasa situó los aceites de la comarca entre los más reconocidos de España. La Casa Real era una habitual consumidora de los vírgenes extra de la denominación, que llegaron a las vitrinas de la mayoría de establecimientos ‘gourmets’ de todo el país. Esa trayectoria sería reconocida en 1989 por la Junta de Andalucía con el premio ‘Galeón’ a la calidad, aunque esa brillante andadura se vio truncada por la competencia que surgió con el registro de nuevas envasadoras y la pérdida de confianza de los accionistas. Eso provocó a finales de 2000 la entrada del grupo Coricelli en Abasa al alquilar sus instalaciones y, posteriormente, culminaría con la adquisición mayoritaria de las acciones por la empresa italiana.
Los cambios en la denominación de origen comenzaron a producirse en 1985 al asumir la presidencia del consejo regulador Cristóbal Lovera Prieto. El 26 de octubre de 1987 fue aprobado definitivamente el reglamento, iniciándose un proceso que pretendía avanzar en el control de calidad y en la promoción de los aceites. Así, en 1988 se creó el panel de catadores y se emprendieron acciones promocionales dirigidas a periodistas y críticos gastronómicos. El consejo regulador adoptó la estructura y los procedimientos de los organismos de certificación establecidos por la Unión Europea, implantando la norma de calidad EN-45011. El aceite de la zona era conocido como uno de los mejores del mundo entre los críticos. El consejo potenció esa calidad con la creación de unos premios anuales que reconocerían el buen hacer de las almazaras del marco.
Una de las campañas de promoción llevó el aceite de Baena al museo Thyssen en octubre de 2000. Allí se entregaron los premios de la bienal de pintura convocada por la denominación de origen. Era uno de los pilares de una ambiciosa promoción en la que participó el sector productor y las mancomunidades del Guadajoz y de la Subbética. La denominación seguía creciendo y en estos años pasó de 10 almazaras a 18 y de 3 envasadores-comercializadores a 20. Los agricultores y envasadores de Castro del Río se incorporaron a la denominación en diciembre de 2000.
Una de las últimas iniciativas del periodo presidido por Cristóbal Lovera fue la presentación de la revista promocional de la denominación de origen, que posteriormente se impulsaría bajo la presidencia de Agustín López Ontiveros. Durante el mandato de éste, iniciado en julio de 2001, se produjo la entrada de Cabra en la zona de producción (diciembre de 2003) y se inauguró la nueva sede en la antigua Casa del Monte de Baena (2004). En la actualidad, el consejo regulador está presidido por Francisco Núñez de Prado.
«La denominación -decía en 2002 José Javier Rodríguez Alcaide- es un bien común y todo el mundo puede participar, pero dando y no queriendo siempre recibir. Tienen la obligación de mantener el liderazgo y el orgullo de ser el líder, o si no se vendrá todo abajo. Hay que mantener la moral y el compromiso. Menos boca a boca y más apoyos de todos». Ahora, con un sector absolutamente globalizado, se presentan importantes retos de comercialización, se exige una mayor concentración entre empresas y, por qué no, buscar la unificación de esfuerzos hacia una estructura que permita impulsar las ventas de la zona y llegar al trabajo conjunto con otros distintivos de calidad aceiteros.