EL TREN DE BAENA, RECUERDOS DE JUAN TORRICO LOMEÑA

Juan Torrico Lomeña escribirá en el número de abril de 1985 de la revista ‘Nueva era’ un artículo titulado ‘El trenillo de Baena’, en el que el cofrade ejemplar recordará sus vivencias y a las personas que formaban parte de la historia del ferrocarril de la localidad. Torrico Lomeña habla de que los factores económicos y de un corrimiento de tierras para declarar su clausura definitiva. El artículo se inicia con la justificación del nombre, ‘el trenillo de Baena’: “El trenillo, así era familiarmente llamado el tren que hacía el servicio de la Estación de Luque a la de Baena, por el reducido número de sus unidades, la siempre reluciente máquina de vapor, uno o dos vagones de jardinera para viajeros, y el furgón. Era un tren de película propia del Oeste, o de ambiente romántico, en el que los chiquillos vivíamos verdaderas aventuras entre los olivares de las Nieves y las Mercedes, y de jóvenes, soñadores de viajes”. 

Torrico cuenta que cuando llegaba la feria eran los momentos de mayor actividad del trenillo: “Los días próximos a la Feria, era un especial atractivo ir a la Estación, para ver la llegada de los carromatos del circo y de los diferentes cacharros, coches locos, norias, caballitos, carrusel y columpios. Ir a la Estación siempre era algo de aventura, y se procuraba llevar merendilla, para tomársela furtivamente, metidos en un coche de mercancías, o sentados en el andén, viendo como cargaban la máquina de agua, o limpiaban sus metales relucientes, o la faena de maniobra, para enganchar vagones cargados de Harina de la Fábrica de José Mª Onieva Ruiz, aceite de Prado y Núñez, paja de mi abuelo Juan Lomeña Guzmán, o de abonos, garbanzos y cebada de Manuel Pérez Muñoz”.

El cofrade ejemplar recuerda también que fue utilizado para rodar una escena de una película: “En los años cuarenta, fue utilizado para realizar una escena de la película ‘La boda de Quinita Flores’, interpretada por la bella Lina Yegros y el apuesto galán Rafael Durán. Los intérpretes bajaban por la ventanilla, la maleta, el maletín y la sombrera, y se marchaban en coche de caballos al Hotel los Rosales de Priego, donde se desarrollaba la película”.
Asimismo, recuerda el día que se estrelló la máquina contra los topes al final de la vía, “quedando empotrada en la falda del cerro de la carbonilla, no quedando chiquillo sin verla”.

Juan Torrico describirá cómo era la Estación de Baena: “La Estación tenía un bonito trazado, con la tradicional campana en la pared, y los aparatos transmisores propios de la época, que nos llamaba mucho la atención, como el aparato expendedor de billetes; la Estación y su vida, tenía algo de misterioso para la fantasía de los niños, y mucho de positivo para la vida comercial del pueblo. El hecho de haber sido un ramal, de la línea Linares-Puente Genil, y un corrimiento de tierras, hicieron que fuese clausurada, y después desmantelada”.

Torrico Lomeña se acordará de las personas vinculadas con el trenillo: “Los empleados de Renfe de servicio en la Estación, eran personas muy conocidas y respetadas, recuerdo el aire bonachón de D. Reinaldo Bolaños, que fue Jefe de Estación muchos años, D. Ángel Cabrera, el Jefe de tren, todo amabilidad y corrección, a Bustos, el sonriente Factor, y a Manuel Domínguez, el paciente y laborioso guarda abujas, que dio su vida de trabajo en la Estación de Baena, y una familia plena al servicio de la Renfe, habiendo sido su hijo Bernardo el último Jefe de Estación. Recuerdo igualmente a tres baenenses que también fueron parte integrante de la vida de la Estación Rafael Algazara, con su carro de mulos, que para sacar las ruedas de aquellos profundos baches tenía que usar tanto del látigo que fustigaba los lomos e ijares de los mulos, como de su especial vocabulario revuelto de fuertes jipios y lamentos, y cariñosas palmadas en las nalgas, para poder salir de aquellos barrizales, que hacían sudar a las caballerías. Rafael Santiago, el consignatario, también fue otro luchador con méritos para figurar en la lista de honor, y no podemos olvidarnos de Fernando Leva, el encargado de Prado y Núñez, que facturó miles de vagones del mejor aceite de oliva, y los recibía de azúcar morena y arroz, siendo conocedor de los artilugios del oficio y de las ordenanzas y reglamentos de la Renfe. Para ellos nuestro respetuoso recuerdo y amistad, como para la familia del Castillo, igualmente vinculada a la vida de la Estación. Y Gabino Rubia, con su diligencia de viajeros a la Estación de Luque”.

Nos encontramos ante un valioso testimonio para conocer cómo era el tren que unía Baena con Luque, donde ahora se encuentra la vía verde inaugurada durante el último mandato como alcalde de Luis Moreno. Este texto describe como ninguno aquellos recuerdos de miles de baenenses durante la posguerra.

Selección y comentario: F. EXPÓSITO.
Nota: La foto corresponde a un retrato de Juan Torrico realizado por María José Iriondo y que se encuentra en la sala de investigadores del Archivo Municipal de Baena.

Juan Torrico

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