VENCEJOS DE MI INFANCIA
Torre de San Bartolomé,
torre de alta mirada,
que no llega al cielo
de luceras estrelladas
Subí escalón a escalón
con mis miedos, asombrado,
a la espera de encontrarme
al negro vencejo, adormilado.
No se le oía chillar
a coro de falsa rabia
en el hueco de su ventana
pero hablar, sí que hablaba.
¡Qué soledad la de la torre
y la de sus campanas
cuando el toque las desgarra!
Tras el toque, los vencejos
saltan desesperados a volar,
sin dirección con chillidos
por palabras.
Escapan de sus miradas
deprisa, chillan, revolotean,
no se miran, no se abrazan.
Se alejan, alocados,
de las campanas.
José Javier Rodríguez Alcaide,
Hijo Predilecto de Baena
NOTA: La imagen es una fotografía de 1948 de la fachada de la iglesia de San Bartolomé.