Por Manuel Piedrahita (*)
Diario Córdoba 01/02/2014
Miro hacia atrás, aquellos «cineclub» madrileños donde aprendí a comprender el «séptimo arte». En aquellas salas minoritarias acudíamos los universitarios para ver buen cine francés seguido de unos pedagógicos coloquios. Leía Film Ideal y libros de una colección especializada en divulgar el lenguaje cinematográfico, la dirección, el montaje, etcètera. Carlos Saura era un asiduo. Estudiaba fotografía como condiscípulo mío en la Escuela de Periodismo. A Manolo Summer, otro asiduo, lo conocí en la Facultad de Derecho y se hizo famoso por hacer caricaturas de los catedráticos. Asistí a todo el rodaje de su cortometraje El viejecito. Hace unos días en la proyección de la película de Miguel Angel Entrenas, Góngora brillante oscuridad , me imaginé que estaba en uno de aquellos «cineclub». Desde las primeras imágenes comprendí que era una excelente película. El fondo musical, la fotografía, el montaje, la ambientación, la iluminación, la interpretación de Juan Carlos Villanueva y todo el reparto; y, sobre todo, la realización basada en un buen guión de Francisco Benítez y Carlos Clementson. Con un presupuesto exiguo se puede lograr que el cine sea «séptimo arte». Sin embargo con otro cuantioso, el resultado es diferente: banalidad disfrazada con espectacularidad. El plano final a vista de pájaro con el carromato ocupado por Góngora y su ama, recorriendo el Puente Romano, es de una gran belleza fílmica. Pero no es sólo la belleza de la Córdoba antigua, sino el fondo dramático del final de uno de los más importantes poetas de España.
* Periodista y miembro del Grupo Cultural Amador de los Ríos.
Nota: El Grupo Cultural Amador de los Ríos, con la colaboración del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena, proyectó la película en Baena el 19 de enero. Al acto asistió el director de la película, Miguel Ángel Entrenas.
