EL GALLO DE SAN PEDRO,
por José Javier Rodríguez Alcaide (*)
Jamás había reparado tanto en el canto del gallo en la alborada hasta que vi a San Pedro llevando en su mano el gallo en la procesión de Semana Santa. Mis padres tenían un gran patio al final de mi casa que servía de gallinero y allí encerrado en paredes de tela metálica, el gallo cada mañana con la aurora me despertaba. A partir de ver a San Pedro, yo al gallo de mi casa otra interesada atención le prestaba, porque para mí significó aviso de incumplimiento y traición al amigo que le prefería y le amaba.
Solemne, con túnica roja dorada y carátula de canas, San Pedro camina erguido reconociendo su miedo y el incumplimiento de la palabra dada. “Tres veces me negarás antes de que venga la madrugada” le dijo Jesús a Pedro. Y en casa de Caifás y luego en el Sanedrín el miedo a ser reconocido como amigo del nazareno le penetró el alma. Y Pedro a Jesús negó su amistad y se cumplió su advertencia de que, antes de que el gallo cantara tres veces, Pedro le negaría, dejándolo en la estacada.
Por eso en Baena, en su Semana Santa, Pedro lleva ante su pecado el gallo que con su temprano canto le denunciara. Malo es negar la amistad; peor es no reconocer el amor que Cristo le profesaba. Esta es la razón por la que Pedro hace penitencia en nuestra Semana Santa y lleva al gallo por testigo de su cobardía malsana.
Cuando un gallo canta en el alba, siempre recuerdo a San Pedro en nuestra Semana Santa.
(*) José Javier Rodríguez Alcaide es Hijo Predilecto de Baena.
Imagen: Hermandad de los Apóstoles de la Cofradía de Jesús Nazareno. San Pedro, tras el estandarte, encabeza el desfile de la hermandad, el Viernes Santo de 2008.