HOY SE INAUGURA EN LA CASA DEL MONTE DE BAENA LA EXPOSICIÓN “LA VIDA DE CRISTO”
La delegación de Cultura del Ayuntamiento de Baena inaugurará hoy, a partir de las 20.00 horas, la exposición “La vida de Cristo”, un conjunto de obras realizadas entre los siglos XVI y XVIII, de autores como José de Ribera, Bassano o Alonso Cano.
La muestra se podrá contemplar hasta el 20 de abril en la sede de la denominación de origen Baena (Casa del Monte), en el siguiente horario:
-Martes, Miércoles, Jueves, Domingos y festivos: 10:30 – 13:30.
-Viernes, Sábados y vísperas de festivos: 10:30-13:30 – 17:00-19:00.
Desde el Grupo Cultural Amador de los Ríos nos congratulamos de esta nueva exposición, y felicitamos a la Delegación de Cultura para la iniciativa, que se une a la que se mantendrá abierta hasta el 20 de abril en la Casa de la Tercia, que lleva por título “La Almedina a través de las fotografías de Rafael Ruiz Arjona”.
Os incluimos la presentación que hace el albendileño Rafael García Tejero, coordinador de la muestra:
PINTURA BARROCA EN EL ARTE EUROPEO
Es para mí un honor poder presentar en Baena la exposición “La vida de Cristo”, que exhibe un conjunto de pinturas realizadas entre los siglos XVI, XVII y XVIII, algunas de ellas verdaderas obras maestras. Todas ellas son obras prevenientes de las escuelas más importantes de Europa, como la italiana, la española o la flamenca, entre otras. En esta exposición podremos contemplar creaciones de artistas tan importantes para la historia del arte como José de Ribera “El Españoleto”, Furini, Caracciolo, Bassano, Schedoni, Van Herp, Trevisani, Alonso Cano o Salvador Maella. La ciudad de Baena y su prestigiosa Semana Santa son un poderoso telón de fondo desde el que apreciar mejor el tesoro cultural del arte Renacentista y Barroco.
La muestra, titulada “La vida de Cristo”, propone un recorrido por la vida de un hombre único que, siguiendo las palabras de la Biblia, existió antes de nacer y siguió existiendo tras su muerte por medio de la resurrección. Aunque también proponemos otro posible acercamiento a la exposición, como una representación de la humanidad y de las dificultades a las que los seres humanos tenemos que enfrentarnos a lo largo de toda nuestra existencia. Porque si no iguales, sí parecidos acontecimientos a los que vivió Cristo a lo largo de su vida (injurias, torturas, traiciones, condenas…) son los que en estos momentos deben afrontar personas que se encuentran en situaciones de hambre, guerra, dictaduras o injusticia en numerosos lugares del mundo.
Desgraciadamente son casi incontables los países en los que las personas atraviesan por dificultades para poder llevar una vida digna o incluso para salvaguardar la propia vida de los ataques de las fuerzas de la violencia, la intolerancia y la destrucción.
Durante el recorrido de la exposición, además de las obras que ilustran la vida de Jesús, podremos contemplar otras pinturas que representan a figuras próximas a él, como María Magdalena, San Juan Bautista y San Juan Evangelista, pero también a otros santos como San Antonio, Santa Catalina, Santa Dorotea o San Bruno porque desde los albores del cristianismo los santos han desempeñado un papel clave como intermediarios entre Dios y la humanidad, así como siempre fueron una fuente de protección y de piedad. Algunos de ellos están profundamente integrados en la cultura popular habiendo sido una continuada inspiración para los artistas de todas las épocas.
Una de las características más evidentes del arte de los siglos XVI y XVII es el tono realista y cotidiano de las composiciones religiosas. Este naturalismo responde a una exigencia establecida por la Iglesia, principal cliente de los artistas durante estos tres siglos, por la que se busca una ejemplaridad docente fácilmente legible para personas con distintos tipos de formación y desiguales niveles culturales. El realismo que encontramos en las obras de temática religiosa, con la representación de cristos, santos y
vírgenes, procede de modelos extraídos de la vida cotidiana, personas de la calle, tipos populares incorporados a la iconografía tradicional con toda su inmediatez humanística, transfigurada en una condición superior y celestial.