ARTÍCULOS SOBRE LA SEMANA SANTA

LA HERMANDAD MATRIZ DE LA COFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO: LOS NAZARENOS
Por José Cortés de los Ríos
Al desaparecer la Hermandad del Cordón del Padre San Francisco, quedó como fundadora de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la Hermandad de Nazarenos. En 1.860 dicha hermandad experimentó, según las actas de la Cofradía, determinados cambios que iremos relatando a lo largo de este artículo. La túnica roja con el escudo en el pecho del padre San Francisco y las Cinco Plagas, es sustituida por otra de color morado con capirote que lleva impreso el escudo de la Hermandad de Nazarenos. Túnica y capirote deberían estar en perfecto estado de conservación y eran entregadas con un cirio de a libra a sus respectivos cuadrilleros responsables de guardarlas. Dejan de llevar atadas a sus cuerpos las gruesas sogas, sustituidas por cuerdas de esparto más livianas colocadas en el cuello y ceñidas a la cintura. Se dulcificó su Vía Crucis; dejaron de ir descalzos, siendo obligatorias las medias de color blanco y sandalias moradas. La Hermandad de Nazarenos organizada en tres cuadrillas desde siglos atrás, cada cuadrilla, como hoy, estaba constituida por doce hermanos de cruz y cuatro pretendientes, a excepción de la primera formada por trece hermanos. El número total de hermanos de cruz era de treinta y siete, incluido el alférez portador del Gallardete.

A partir de los catorce años de edad se podía ingresar en la Hermandad como pretendiente previo pago de dos reales en concepto de cuota de entrada, siempre que fuese: “varón de recia complexión, no padecer defecto físico, de buena moralidad y ser hijo de familia medianamente acomodada y de regular posición social”. La misión principal de los pretendientes era, y actualmente es, cubrir las vacantes que se producían en las cuadrillas. Tenían la obligación de presentarse la mañana del viernes santo en casa del cuadrillero por si existía la necesidad de suplir alguna posible ausencia de hermanos de cruz. Una vez que pasaban de pretendientes a hermanos de cruz, estaban obligados a adquirir a su costa en un plazo de dos meses su propia indumentaria, debiéndola depositar en casa de su cuadrillero junto con un cirio de “a libra”.

El hermano nazareno podía solicitar la jubilación bien por su avanzada edad, bien por enfermedad u otra causa justificada. Jubilación que siempre era concedida, pasando a hermano jubilado que no le eximía del pago de la cuota anual sino que le era reducida a menos de un real, exactamente, a seis cuartos, unos veinticuatro maravedíes aproximadamente.

La insignia de la Hermandad de Nazarenos hasta finales del siglo XIX recibía el nombre de gallardete. Consistía en un banderín de palo largo – gallardete – de color morado con cordones y la imagen de Jesús Nazareno. Se guardaba el gallardete en casa del cuadrillero de la primera cuadrilla y era llevado delante de la Hermandad por el hermano de cruz de entrada más reciente en dicha primera cuadrilla. Pero no hay que confundir ese gallardete, insignia de la Hermandad de Nazarenos en aquellos años, con la insignia actual de la Cofradía que también recibe el nombre de Gallardete y es llevado por el alférez al principio de la procesión. La diferencia es sustancial, la actual insignia – Gallardete – tiene “tres franjas horizontales, dos de ellas moradas y la central de color blanco. Sobre ésta, en color rojo, una cruz griega potenzada, y en los cuatro espacios iguales que deja dicha cruz, cuatro cruces más pequeñas, rematado en la parte superior con un lazo blanco.”
Ninguna de las tres cuadrillas que integran la Hermandad de Nazarenos, tenían “el citaor” como tenían las cuadrillas del resto de hermandades que forman la Cofradía. La misión de este cargo, su propio nombre lo indica: citar y avisar a los hermanos para su asistencia a cabildos y otras reuniones, generalmente estaban exentos de pagar la cuota. El responsable de esta misión en cada una de las tres cuadrillas que constituían la Hermandad de Nazarenos, recaía en el hermano de cruz con menor antigüedad.
Cada cuadrillero llevaba un libro donde figuraban todos los hermanos de su cuadrilla por riguroso orden de antigüedad, también era obligación de los cuadrilleros estar en posesión de otro libro, éste, para anotar los gastos e ingresos de la cuadrilla. Es decir, lo que actualmente es el libro de cuentas, responsabilidad del tesorero. Parece deducirse que antes no existía en esas cuadrillas el cargo de tesorero. Da la impresión de que todo estaba centralizado en la figura del cuadrillero.

Celebraba la Hermandad de Nazarenos su cabildo general ordinario el domingo de ramos y cuyos puntos a tratar eran dos:
-Formación de la Comisión del Panteón
-Rendir cuentas

Ya desde la fundación de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el hermano mayor pertenecía a la Hermandad de Nazarenos como lo demuestra el siguiente documento:

ENTIERRO DE LOS HERMANOS NAZARENOS
Los hermanos de cruz y jubilados tenían derecho a recibir un entierro gratuito pagado en su totalidad por la Hermandad. La cuota que en concepto de entierro debían pagar dichos hermanos era de cuatro reales que deberían entregarlos y éste al llamado depositario, con tal antelación que siempre existiría una cantidad de dinero para pagar, nunca atrasado, un entierro.
El sepelio, según el protocolo establecido por acuerdo del trece de mayo de 1.854, llevaba diez acompañantes con la cruz parroquial de la iglesia de San Bartolomé, pagando la Hermandad en gastos de cera la cantidad la cantidad de cientos sesenta y cinco reales y seis maravedíes.

Por el eterno descanso del hermano muerto se la aplicaba cuatro misas. Todos los hermanos incluidos los pretendientes, estaban obligados asistir a los entierros vestidos con sus túnicas y encendido el cirio de “a libra” depositado en casa del cuadrillero.
El cadáver era llevado a hombros por los hermanos desde la casa mortuoria hasta el panteón de los nazarenos donde el capellán rezaba las oraciones y un responso.

Estos eran los entierros ordinarios que los nazarenos recibían de su hermandad, pero si el fallecido había dejado escrito su deseo de un funeral más pomposo con la incorporación de otra cruz parroquial más de la asignada por la Hermandad, le entregaban a los familiares los ciento sesenta y cinco reales y seis maravedíes, debiendo, éstos, hacerse cargo del pago del entierro.

EL PANTEÓN DE LOS NAZARENOS
El panteón de la Hermandad de Nazarenos está ubicado entrando a la derecha en el lugar conocido popularmente con el nombre de Patio del Pozo. Todos los años en cabildo celebrado el domingo de ramos, se nombraba la llamada Comisión del Panteón, formada por el presidente y el secretario de la Hermandad, el tesorero elegido en cabildo y tres vocales, uno por cuadrilla, elegidos por sus correspondientes cuadrillas. La misión encomendada a la comisión era la de mantener y vigilar el buen estado de dicho panteón, hacer las reparaciones pertinentes, guardar el sello, sellar con un número los nichos conforme se iban ocupando, resolver las dudas acerca del derecho a recibir sepultura en el panteón y gestionar los fondos. Disponía de un presupuesto anual de cien reales para hacer las reparaciones que fuesen necesarias para conservarlo siempre en un estado decoroso. Todo debería reflejarse en un libro en posesión de la referida comisión. El secretario estaba obligado llevar un segundo libro donde anotaba las fechas de las defunciones y el número de la bóveda ocupada por cada difunto.

Tenía el panteón dos arcos de bóveda. El primero estaba destinado a los hermanos y pretendientes que estaban al corriente en sus cuotas, siendo éstas de veinte reales a pagar en su momento de entrada como pretendiente y cuarenta reales al pasar a la categoría de hermanos de cruz. El segundo arco estaba destinado para los padres, madres, esposas e incluso para los hermanos de los nazarenos, siempre dentro de estas limitaciones:
-Los padres deberían depender de su hijo nazareno y vivir en la misma casa formando una sola unidad familiar. Este derecho los conservaban aunque muriese el hijo nazareno.
-Los hijos de nazarenos no emancipados y menores de veinticinco años.
-Sus esposas aunque quedasen viudas siempre que no pasasen a segundas nupcias. En este caso perdían el derecho aunque enviudasen de nuevo.
-Los hermanos solteros de nazarenos también solteros, siempre que estuviesen a cargo de éstos. Este derecho tenía un límite de cuatro años después de la muerte del nazareno.

Antes de dar sepultura al difunto, el cuadrillero extendía un escrito visado por el hermano mayor indicando el derecho del difunto a ser enterrado en el panteón. El escrito lo pasaba al secretario que tenía la obligación de conservarlo, entregando una copia firmada con indicación del número del nicho que el difunto nazareno ocupaba, pasando a renglón seguido al citado segundo libro el nombre, apellidos, fecha de defunción y el número de bóveda donde se encontraba.

Fuente: Libro de Actas de la Cofradía de Jesús Nazareno y Constituciones de 1589.

Nazarenos

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