por José Javier Rodríguez Alcaide (*)
La experiencia demuestra que la imagen de una ciudad puede ser diseñada y construida y que puede evolucionar a lo largo del tiempo. En el transcurso del devenir del tiempo se origina un cambio de percepciones en relación al pueblo, a la ciudad.
Desde 1981 BAENA ha sido percibida como ciudad y comarca de un excelente aceite de oliva virgen. Recientemente esa percepción está evolucionando hacia un pueblo notable por el yacimiento ibero-romano de Torreparedones y, por fin, como ciudad que rezuma cultura oleícola, arqueológica y costumbrista por su colorista judío y su miniautosacramental durante la Semana Santa.
Cambiar la imagen de BAENA, pueblo de lucha de clases y de monocultivo, hacia pueblo avanzado en tecnología oleícola y amante de su historia, ha costado mucho tiempo y esfuerzo de toda su población. Pero si no se cuida esa imagen la percepción externa del territorio se puede deteriorar.
Hay una asociación positiva entre un producto de calidad y el territorio del que procede. Esa asociación es simbiótica. Un buen aceite de oliva virgen, si mantiene su calidad, da prestigio al territorio si los olivareros y almazaras cuidan la producción y reseñan y resaltan su procedencia. En nuestro caso Zona Baena. Y Baena, como pueblo, si cuida su imagen resaltando su olivar y su fiesta del olivo, simbióticamente potenciará almazaras industriales y cooperativas y a sus productos en los mejores restaurantes y cadenas de alimentación.
BAENA tiene que invertir tiempo y recursos para influir y modificar las asociaciones y percepciones que existen sobre élla. BAENA no es territorio inhóspito ni remoto. No es sólo olivo excelente sobre tierras calizas. Es cuna de cultura a través de sus hijos, como lo fueran don José Amador de los Ríos o Juan Alfonso de Baena; es cuna de civilización ibero romana tal como la que se asentó en Torreparedones; es religiosidad popular que amalgama voluntades en sus cuadrillas de judíos; es reducto del esplendor de los Señores de Baena desde Fernando III el Santo. Está dando sensación de tradición y progreso.
Los productos de Baena no tienen que disimular su origen territorial y telúrico ni los aceites de oliva virgen marquista deben olvidarse resaltar su origen en Baena. Ni sus vinos, como Cancionero, que une su soporte calcáreo al del gran recopilador de canciones y poemas Juan Alfonso de Baena, deben renunciar a pronunciar el nombre de esta tierra porque marca de vino y marca de pueblo se potencian mutua y simbioticamente. La calidad de estas marcas transfieren credibilidad a todo el pueblo y Baena, que apuesta por la cultura desde la tradición a la innovación, transfiere calidad a sus producciones y servicios. Así como la calidad de un whisky se asocia a Escocia o la calidad de un reloj a Suiza o de un buen automóvil a Alemania, decir un buen aceite virgen de oliva es decir BAENA o pedir Cancionero como aperitivo de buena mesa es asociarse al nombre de Baena.
Se debe seguir invirtiendo en la marca BAENA desde diferentes ópticas como, las que se contemplan en la página del Grupo Cultural Amador de los Ríos o en los enlaces que en esta página aparecen vivos y crecientes conexionado a Cervantes, Torreparedones, a la casa de los Aguilar, al Cancionero de Juan Alfonso, a la Semana Santa. Para BAENA disponer de buena imagen y mejor reputación se convierte en importante ventaja competitiva. Baena, como pueblo, se convierte de este modo en factor clave para atraer talentos, visitantes, clientes para sus servicios e, incluso, inversores en empresas y en cultura.
Se está gestionando de forma organizada y estratégica la imagen de BAENA, desde que esa concepción hace muchos años la impulsara su, entonces alcalde, don Luis Moreno. Se debe consolidar la estrategia gestionando esta imagen a nivel internacional con presencias en ferias o residenciando congresos en el pueblo con participación de expertos internacionales, tal como recientemente se ha enlazado Baena con Jerusalén a través del comentario al libro sobre los judíos en España de Amador de los Ríos.
Hacer de BAENA una marca es potenciar sus productos y sus servicios. A colocar en el podio esa marca todos los baenenses debemos apoyar.
(*) José Javier Rodríguez Alcaide es Hijo Predilecto de Baena.