EL INSULTO FASCISTA

por Manuel Piedrahita

DIARIO CÓRDOBA. 3-V-2014
La habitual perversión del lenguaje se hace evidente con la palabra fascista. Es utilizada con intencionalidad política al margen de su verdadero significado: los fascios de Mussolini procedentes de las fasces de la Roma clásica. Se les ha llamado fascistas a los antiguos trabajadores de Delphi por irrumpir en un mitin en protesta por su situación laboral. Acaba de sufrir idéntico insulto el ministro del Interior, y poco le faltó a la presidenta Susana Díaz de ser tachada de fascista cuando se dijo que era “líder de la derecha más radical”. No es cosa de hoy la devaluación de fascista que en su significado real abarca todas las ideologías autoritarias incluida el nazismo. Un ejemplo lejano lo sufrió en 1936 Antonio Bermúdez Cañete,.natural de Baena y de familia acomodada. Fundó en 1921 el periódico Trabajo y fue un adelantado de su tiempo al defender a los campesinos baenenses frente al caciquismo vigente. Economista por la London School , corresponsal en Alemania de El Debate, se le ha achacado maliciosamente su simpatía por Hitler sin tener en cuenta que en los años fundacionales del nazismo, incluso la prensa inglesa valoraba como positivo al Führer: “Está levantando un valladar cada vez más fuerte contra el bolchevismo”, decía un periódico londinense. Pero en las crónicas de Bermudez Cañete para El Debate, de 1935, no dudó en criticar al “partido racista” y fue expulsado por el mismo Goebbels. En 1936 fue asesinado en Madrid, como diputado de la CEDA, “por fascista”; aunque había sido expulsado de Berlín, precisamente, por ser antifascista.

Insulto fascista

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