por José Javier Rodríguez Alcaide (*)
Torreparedones ha dejado de ser Cerrajón hermético y corazón impenetrable. Ya no es olivar soporífero ni clepsidra secreta de sus restos arcaicos. Se cansó de esperar a los incontables hombres que cavaban sus pies de olivo y abrió sus entrañas a arqueólogos deseándoles que no erraran en su camino. Ha empezado a aflorar su lenguaje cifrado y a alejarse de su íntima soledad.
Cuando ascendía por primera vez a Torreparedones tuve la impresión de recibir un sacudimiento trepidante; de que ITUCI, durante siglos, había quedado dormida y asustada de la enfermedad del silencio, quemada por la fiebre agrícola, hermética por razón de incuria. Parecía como si los habitantes de ITUCI hubieran cerrado parcialmente puertas y ventanas de sus casas y se enterraran en la Curia y en los cercanos hipogeos. Torreparedones ha dejado de estar cubierta no sólo por olivos sino de su secular costra de desdén que hasta recientemente no ha conseguido romper.
¿Quienes fueron cómplices de su soledad?
Recientemente ha dejado de enterrar su corazón lleno de amargura. Sus entrañas han dejado de ser frías por haber recobrado la vitalidad que tuvo hace dos mil años.
¿Quienes maltrataron a ITUCI con el olvido y con ese subterráneo destierro?
Ahora se alegra de la perseverancia y lealtad del pueblo de Baena y de la cuidadosa visita de esos cultos investigadores.
¿Sigue siendo ITUCI pura incertidumbre?
Cuando ascendía a ella me había asomado a una cima de grandeza e imaginé, paseando por el foro, dunviros, sacerdotes de la diosa, carniceros y hortelanos de las huertas del Salsum y también a legionarios aventureros, ediles resentidos y ambiciosos miembros de la familia de los Pompeyos. Supe que este pueblo se había extraviado en su misma soledad y su rumbo y que ,ahora , estaba cansado de su incertidumbre, del círculo vicioso de unas guerras que la habían destrozado. El foro, esa gran plaza, calurosa Ágora de visitas, se había quitado la sábana que lo tenia amortajado. Tuve la sensación de que ITUCI peleaba por su propia liberación y no por extraer de sus entrañas aceite de oliva. Para liberarse de esa opresión no le ha dolido que hayan escarbado en sus paredes y en las telarañas de sus enterramientos ni en las nervaduras de su Curia. Claramente sus liberadores han visto la piel cuarteada en su templo, los arañazos y cicatrices en su macellum.Sus libertadores han tenido piedad con centuriones y retratos de sus emperadores.
No habían fracasado sus deseos de liberación y había en ITUCI comenzado una vida de esperanza, de gloria, de nostalgia y añoranza. Volvía , de manos de los arqueólogos a demostrarles la gloria de la que disfrutó y a triunfar por un milagro colectivo sucedido en Baena. ITUCI ha roto el pacto que había sellado con su soledad y espera el milagro de su total resurrección. Ha dejado de estar extraviada por tiempos reservados a su olvido y por el laberinto de su disolución.
Supe que gracias a su silenciosa soledad hemos podido disfrutar de sus recuerdos y que se va a purificar su nombre, de ahora en adelante, magnificado. La misericordia de los investigadores la han liberado de siglos de sufrimiento y de mísera soledad. Ya no habrá más en ITUCI silencios, soledad,inciertos escondrijos.
Cuando descendía al Guadajoz camino de Baena, afirmé que todavía habría sorpresas en ese cerro. El amor de los arqueólogos acabará con su prolongado letargo, ahogamiento, decrepitud, decadencia y aflorará todas sus bellezas. Recuperará su lenguaje y se adivinarán sus guerras y sus períodos de gloria. En sus venas hay un apretado bosque de vidas porque dejará de ser cerro olvidado y vedado a las inquietudes de los expedicionarios que la exploran.
(*) José Javier Rodríguez Alcaide es Hijo Predilecto de Baena.
FOTOGRAFÍA: RCFILMS Fotografía Aérea.