Os incluimos el nuevo boletín del Grupo Cultural Amador de los Ríos, que hace el número 43. En esta ocasión aborda la importancia que supuso para Baena la construcción del Teatro Liceo desde el punto de vista cultural y urbanístico. En mayo se cumplió el décimo quinto aniversario de su construcción. Lo podréis descargar en esta página del Grupo Cultural Amador de los Ríos en versión pdf.
A continuación os incluimos el texto del boletín, que ha sido ilustrado con fotografías de José Carlos Priego.
EL PILAR DE LA CULTURA Hubo que esperar mucho tiempo, pero en mayo de 1999, hace 15 años, se inauguró el Teatro Liceo de Baena, uno de los grandes equipamientos culturales recuperados a finales del pasado siglo. Detrás de esta importante infraestructura cultural hay otro aspecto que ha pasado para muchos baenenses inadvertido. El teatro permitió paralizar el deslizamiento de la Plaza de la Constitución al convertirse en un verdadero sostén de la ladera, un problema durante mucho tiempo para los distintos ayuntamientos. La restauración, como sucedió con otros edificios civiles de este periodo, fue dirigida por Juan Cuenca, que obtuvo un reconocimiento por esta actuación. La inauguración congregó a más de 400 personas. Un concierto de la Orquesta de Córdoba recuperó el día 21 de mayo de 1999 la función cultural del Teatro Liceo de Baena al inaugurarse “una de las instalaciones más importantes que se ha realizado en un teatro”, según indicó la entonces consejera de Cultura, Carmen Calvo. Para ello hicieron falta unos 600 millones de pesetas tras varias modificaciones de proyecto, sufragados por las consejerías de Obras Públicas, de Cultura y el Ayuntamiento de Baena. El entonces alcalde de Baena, Luis Moreno, aseguró ese día que la ciudad “necesitaba una instalación como ésta, que se convertirá en uno de los símbolos de la Baena del siglo XXI”.
IMPORTANCIA URBANÍSTICA El Teatro Liceo fue el tercero conocido en la historia de la ciudad. Al estar situada la zona histórica de Baena sobre un montículo y ser el terreno tremendamente corredizo -arcilla expansiva- han tenido que construirse desde hace varios siglos murallas artificiales para detener este deslizamiento en la localidad. Primero fue en la calle Amador de los Ríos, en la conocida como Muralla. Su construcción se remonta al año 1780, aunque se finalizó dieciocho años después, en 1798, con caudales procedentes del Monte Horquera. Otra de las actuaciones que se realizaron con el objeto de evitar el movimiento de tierra se llevó a cabo en el parque de La Cañada, aunque esta iniciativa se llevó a cabo tras el derrumbe de varias casas a mediados de los años setenta. Según algunas hipótesis estas viviendas se agrietaron y hubieron de demolerse debido a una fuga de agua, provocando que el terreno, de relleno y por lo tanto fácilmente deslizante, se desplazara. La tercera actuación urbanística para detener el movimiento del terreno fue el Teatro Liceo, que se retrasó para cumplir los requisitos del Circuito Andaluz de Teatro tras recibir el visto bueno el proyecto de obra en 1989. Sin embargo, este retraso se vio recompensando con las posibilidades que abrió la ampliación del escenario y la mejora de otras zonas. Como decíamos, la cimentación fue clave para evitar el corrimiento de la zona, aunque se elevó considerablemente el presupuesto final. Y es que el terreno de relleno sobre el que se asienta no es el más apropiado. “Se ha podido observar que las edificaciones colindantes están inclinadas y que se han deslizado. Eso ha obligado a que la estructura del Teatro Liceo se tuviera que desmontar, perforándose el terreno a 10 ó 12 metros para inyectar hormigón armado”, afirmaba entonces el arquitecto Manuel Albendín. El arquitecto Mateo Gayá decía en 1926, al adaptarse el antiguo teatro para mercado de abastos, que descubrió en las excavaciones que se realizaron estiércol a cinco metros de profundidad, lo que hace suponer que se asentara sobre un vertedero hace varios siglos. Además de esto, se ha demostrado que el subsuelo presenta una gran complejidad, ya que al obstáculo que supone la fuerte pendiente hay que unir la existencia de una capa superficial de echadizo, a la que le sigue otra de arcilla expansiva. Según comentaba en un escrito Mateo Gayá, había “filtraciones de aguas residuales y fecales procedentes de pozos y retretes, lo que hace que en el terreno existiera una zona deslizante, que produciría movimientos que ha habido necesidad de contener con obras no previstas”. Con la inauguración en 1999, el Teatro Liceo se convirtió en un doble pilar para Baena: cultural y urbanístico.
UN TEATRO QUE FUE MERCADO El teatro Liceo de Baena se recuperó después de que durante siete décadas el mismo edificio fuera utilizado como mercado de abastos al adaptarse con esta finalidad en el año 1929 por el entonces arquitecto municipal Mateo Gayá. La inauguración del teatro se produjo en 1910, siendo vendido en el año 1926 al Ayuntamiento por la familia Ruiz Santaella. El proyecto de recuperar el teatro inicial no se produjo hasta los años ochenta, cuando el arquitecto Juan Cuenca fue el responsable de elaborar el anteproyecto para su readaptación. En 1989 se iniciaron las obras de recuperación, aunque se vieron paralizadas por problemas económicos de la empresa constructora, reiniciándose a finales de 1997. Finalmente se pudo inaugurar el 21 de mayo de 1999. Del anterior edificio se mantuvo sólo la estructura de la nave central, de pilares de hierro fundido y cubrición de perfiles de acero con tejado a dos aguas. Hoy, el Teatro Liceo se ha convertido en un lugar fundamental para la cultura de Baena, pero también para la vida social de la localidad, donde tienen lugar numerosos actos durante todo el año.