Tras diez y ocho años de haber dejado Ituci aquel aguerrido legionario volvía a su pueblo. En el año 49 a.C.habia luchado en la legión de Cesar que combatió contra Pompeyo. Ahora regresaba desde el golfo de Ambracia en Grecia, tras haber contribuido a la derrota de Marco Antonio y Cleopatra por parte de Octaviano. El legionario relata la belleza que se contempla desde el promontorio de Actium desde donde se divisa la angostura por la que penetran las aguas del mar Jónico.
No volvía a Ituci con pesadumbre porque era beneficiario de alguna suma de los doscientos sesenta millones de sestercios que desde el 30 al 14 a.C.Roma invirtió en expropiar tierras para asentar a los legionarios vencedores. Cuenta este itucitano la valentía de la legión XXXIII y la angustia que supuso arrinconar los barcos de Marco Antonio el 2 de septiembre del año 31. Sólo lamenta haberlo dejado escapar siguiendo la estela del navío de Cleopatra hacia Alejandría.
A su regreso cultivó tierras cercanas a la laguna del Muerto y las que le adjudicaron en las riberas del Salsum. Aquel día subió al collado de Ituci y desde aquella altura hizo un gran esfuerzo para recuperar y equilibrar la respiración. Estaba agotado desde Farsalia y sobre todo por la dureza de la batalla de Actium. La belleza del valle del Salsum eliminó la pesadumbre de un regreso tan largo y peligroso. Se había alejado de Ituci a los 16 años y volvía con 34 años a sus espaldas, maduro y con la piel reseca. Perdida la conciencia de sus horas de remero sin otra orientación que la del viento del noroeste, que a punto estuvo de hacer naufragar su barco cerca de Cartago Nova, tenía toda una vida por delante para desmontar y labras sus tierras. Soñaba este legionario itucitano de la legión 33 estar indefenso ante su cambio de orientación:de legionario a ganadero agricultor.