Desde su creación en el año 1981, el Festival Internacional de Danza «Itálica» de la Diputación de Sevilla ha sido anunciado con un cartel realizado por un artista de reconocido prestigio con una obra que pasa a formar parte de la Colección de Arte Contemporáneo de la Diputación de Sevilla. Así, obras de autores como Guillermo Pérez Villalta, Curro González, Juan Navarro Baldeweg, Antonio Sosa, Patricio Cabrera, Manolo Cuervo, Juan Fernández Lacomba, Concha Ybarra y Manuel Ortiz, entre otros, se han convertido durante unos meses en la imagen del Festival aportando un indudable valor añadido al evento, acrecentando el patrimonio de la Diputación sevillana y apostando decididamente por el arte contemporáneo.
La institución organizadora no impone al artista ninguna condición en cuanto a técnica ni estilo. Sí que determina el formato (100 x 70 cm), la rotulación del nombre del Festival –inspirada en las inscripciones romanas– y la figura de una danzarina ¬–la ménade de Itálica, procedente de un relieve romano allí hallado– que muchos artistas han tomado como motivo principal para realizar su particular propuesta artística.
Este año el encargo ha recaído en nuestro compañero y amigo Juan Carlos que ha realizado una obra singular dentro de su personal lenguaje abstracto-geométrico. Todo un reto, según nos dice, pues su obra no es precisamente explícita ni mucho menos figurativa. La solución adoptada permite al artista mantener la línea gráfica de los carteles del Festival sin renunciar ni un ápice a sus planteamientos estéticos.
Itálica 2015 es una composición realizada con pintura acrílica sobre cartón. El color se reduce a tres tintas, como es habitual en las composiciones del autor, siendo el intenso azul que da fondo a la obra un elemento singular con reminiscencias al cielo crepuscular de las cálidas noches de verano.
En esta obra Juan Carlos sigue su línea habitual de trabajo pero, quizás, abundando en aquellos aspectos que aportan mayor poder de evocación con la danza, incidiendo, en este caso con más énfasis, en el movimiento, el ritmo, y la tensión que ambos conceptos mantienen con el equilibro final y donde la relación fondo-figura se manifiesta de manera más explícita aquí que en otras de sus obras queriendo sugerir un espacio escénico.
El resultado es una obra rotunda, pues el autor no olvida la eficacia gráfica que debe ser inherente a un cartel anunciador y que posee un tenso potencial de movimiento con una ligera referencia icónica a una figura móvil y suspendida en un espacio que trasciende el propio límite del cuadro.
Desde el Grupo Amador de los Ríos felicitamos a nuestro compañero por esta gran obra.