La recuerdo desde mi infancia. Siempre pegada al bidón de metal, oscurecido por el fuego, lleno de aceite ardiendo. Con sus arrugadas manos meneaba los churros con las varillas de madera, recuerdo presente de mi niñez. El pequeño local olía a churros, a tradición perpetuada. Después, introducía los jeringos en la enea verde para que los sujetáramos y no nos quemáramos. Mi madre tenía una especial amistad con ella tras tantos años de vecindad. Hoy me acuerdo de ella a través de Laurita, fallecida a los 93 años.
Atrás queda la constancia de una mujer, trabajadora desde muy niña y que hubiera merecido la medalla al mérito al trabajo por tantos años de dedicación y buen hacer, siempre con una sonrisa.
Descanse en paz Laura Mengíbar Bonilla, “LAURITA”.
Recojo ahora las palabras que le dedicó nuestro amigo José Javier Rodríguez Alcaide cuando el 16 de noviembre de 2013 recibió el título de Hijo Predilecto de Baena:
“Este amor a Baena es el fruto del cariño que mis padres me inculcaron a mi pueblo. Don Manuel y doña María, sonoros nombres que resuenan en mi corazón, como si ahora caminara con ellos hacia San Bartolomé o hacia las huertas del Marbella. Desde el Cielo ellos contemplarán este acto, orgullosos de que yo siempre amara a mi pueblo.
Queda un testigo de aquella devoción entre nosotros. Se trata de Laurita, la churrera, quien a sus 91 años, se siente orgullosa y copartícipe de esta distinción, porque me tuvo en sus brazos, me ayudó a deshacer mi inapetencia, cuando ella tenía 18 años y recuerda con nitidez el carácter rebelde de un niño protestón a pesar de mi endeblez.
El beso que le daría a mis padres, si estuviesen presentes, lo transformaré en un abrazo a Laurita y en Laurita llevo mi abrazo a todos los aquí presentes”.
Su misa será mañana, a las 13.00 horas, en la iglesia de San Bartolomé.