Un lugar en el que Paco arrincona sus modelos, cerámicas, óleos y acrílicos. Donde Paco ha construido un nido para que sea visitado por desconocidos, un espacio de irreal intimidad.
Es un tipo de huida de Baena hacia la esencia de la Almedina, una acción de protesta para que todo aquello en lo que Paco Ariza ha puesto su corazón no se eche a perder, no se destruya ni se desperdicie y disperse, para que no se enlate, ni se pudra ni sirva de alimento a hongos y ratones.
La casa – museo es ahora la ambigüedad da una puerta cerrada que muchos quisiéramos ver abierta a las futuras generaciones. Un espacio donde sus pinturas y artefactos sean mucho más que él. No puede ser una no-supervivencia ni último esfuerzo pueril para suscitar el amor a su obra que tiene un futuro incierto.
José Javier Rodríguez Alcaide