EN EL PATIO DE BELLAS ARTES
Dedicado a Paco Ariza
Alrededor se deslizaron resplandores
y la Musa coloreó los arriates.
¿Eran guerra o cortejo
las circunvoluciones de Paco Ariza
y la bella danzarina?
Al filo de la tarde
se alzó delicada Brisa,
que dio vida a la libélula
y nuestros cabellos percibieron
sus élitros divinos.
No supo Paco Ariza de su estatura
hasta que, sentado en el brocal de la fuente,
comprobó que sus sienes tocaban el Cielo.
En ese instante no tuvo miedo a ser Rey,
frágil y breve, pero muy decente.
José Javier Rodríguez Alcaide
30 de Mayo de 2017