Lleva ya varias semanas en la televisión pública alemana el insecticida fipronil, permitido para combatir las plagas de ácaros rojos en perros y gatos. Pero está totalmente prohibido por la Unión Europea en el tratamiento de animales destinados a la alimentación; por ejemplo, en las gallinas ponedoras. En Bélgica y Holanda se ha originado ¿el fraude? con tan graves consecuencias: miles de huevos contaminados en varios países europeos. Se descubrió en junio pero hasta hace poco no fue advertido por Bélgica. Se han tirado miles de huevos, aunque bastantes ya han sido consumidos con el daño que produce el fipronil en el hígado, riñones y la glándula tiroides. La historia de alimentos enfermizos se repite. Escándalos como el de la leche contaminada con melanina y el del aceite de alcantarilla, ambos en China; la dioxina en Bélgica, etc. En el mundo se crían cerca de 70.000 millones de animales que viven estabulados. Son tratados «como maquinas de producción» necesitadas de un tratamiento con antibióticos para mantenerlos sanos y a los consumidores enfermos. Ya lo dijo Maimonides: «La mayoría de las enfermedades que sufre el hombre, son consecuencia de una alimentación deficiente o desmesurada». Se anticipó a las enfermedades de la civilización. Lean ¡Cómo puedes comer eso¡ Un juicio sumarísimo a la industria alimentaria, de Christopher Brusset. Es difícil acudir a los sabores auténticos; a una tortilla con patatas recién extraídas de la huerta y huevos de campo donde las gallinas picotean libremente; una utopía frente a los reclamos de la industria alimentaria.
Manuel Piedrahita Toro